Con más ventas que nunca y extremadamente satisfechos. Así valoran los hosteleros la vigésimo octava edición de Sonorama Ribera que ha traído hasta Aranda un total de 200.000 personas en 5 días, según apunta la organización. Una nueva celebración del festival que ha estado muy marcada por las restricciones de acceso a la plaza del Trigo, que han impedido el botellón en el mítico escenario y que han incrementado el consumo de bebidas de los bares colindantes.
Los establecimientos hosteleros aseguran que el movimiento de gente se empezó a notar incluso antes del arranque oficial. Desde el lunes y el martes las calles ya estaban más animadas. El miércoles, el día inaugural, aún sin conciertos en el casco urbano, la afluencia de los asistentes rompió el récord de cualquiera de los inicios del festival. El crecimiento se convirtió en exponencial a partir del jueves, para romper con todas las previsiones durante el fin de semana.
«El viernes ha sido mucho más fuerte que otros años y el sábado, ya ni te cuento», explica José Zapatero, gerente de El Lagar de Isilla, quien relata que ha contado con una treintena de empleados para poder sacar adelante el trabajo durante todos estos días. «Hemos tenido que contratar a cinco personas más y preparar un office, sólo para tener lista la vajilla», apunta el responsable de este restaurante, que confiesa estar exhausto.
Prácticamente en todos los establecimientos han tenido que aumentar la plantilla, a pesar de la dificultad de esta misión durante el verano en Aranda, sobre todo para la hostelería. «Sólo hemos incluido a un trabajador más, hemos funcionado con un equipo de 7 personas», relata David Mota, chef de Cumpanis. En su caso, afirma que el balance del festival ha resultado increíble y que ha vendido el doble de bocadillos que en la edición anterior. «El sábado nos quedamos sin ellos a las 5 de la tarde», dice.
En el caso de la pastelería Tudanca el equipo destaca que los asistentes «se han portado muy bien» y que todo ha fluido sin incidentes, pese al enorme trabajo que el evento ha supuesto para el establecimiento. «Son personas muy amables y eso se nota a la hora de ponerse al frente del mostrador», añade María Teresa Tudanca, quien subraya lo curioso que resulta que un evento tan multitudinario no genere problemas.
Los establecimientos que se encontraron en el ojo del huracán, como Bodega Don Carlos, vieron un incremento aún mayor en las ventas debido a la imposibilidad de acceder a la plaza del Trigo con neveras, botellas grandes o bolsas de hielo. Desde el local, destacan que el público con el que se han topado este año supera la media de edad de ediciones anteriores. «Nos ha dado la sensación de que había menos gente joven que otras veces, quizás haya sido por la prohibición del botellón o porque los conciertos eran menos atractivos», apunta Alberto Martín, de esta vinoteca.
En cuestiones de reservas para comer, los establecimientos también acentúan que se ha advertido tanto el incremento de personas como los controles de aforo en la zona. «Tuvimos algunos problemas porque no dejaban que accediesen clientes que habían llamado para comer», cuenta Zapatero, que añade que finalmente se pudo solucionar sin mucha dificultad.
Precisamente, el empresario señala que para próximas ediciones plantea que las reservas sólo puedan realizarse con un pago previo, para evitar que haya abandonos de última hora. «Mucha gente bloquea mesas con un año de antelación y en algunos casos te dejan colgado sin avisar, al llegar las fechas de Sonorama», lamenta.
Respetuoso y seguro. La experiencia de los hosteleros arandinos con respecto al festival se extrapola a los cuerpos de seguridad, tanto del Estado como municipales que destacan que durante el desarrollo de Sonorama no se han registrado grandes altercados. Desde la Policía Nacional apuntan a que «el evento no ha tenido incidencias reseñables», salvo una detención que se realizó en el cámping por desobediencia a la autoridad.
Los locales, por su parte, detallan que a lo largo de las 5 jornadas han intervenido en 247 ocasiones y que en la mayoría de ellas se ha debido a incidentes de carácter sanitario como lipotimias o torceduras. Destacan entre los datos 7 actuaciones por peleas, 6 por amenazas y 4 por agresiones. Además, indican que han realizado 28 controles de alcoholemia y drogas, en los que se ha probado a 196 conductores con sólo dos positivos por ir ebrios al volante.
En cuestiones sanitarias, Cruz Roja asistió a 544 personas. De la cifra total, 516 se trataron in situ, mientras que en 28 ocasiones se tuvo que trasladar a los heridos al Hospital Santos Reyes. Más de la mitad, el 60 % de las atenciones se realizaron dentro de El Picón, mediante tres ambulancias. El 30% se gestionaron en la base de la entidad, junto al cámping, y el resto en el centro urbano.