Alicia P. Velarde

13/08/2025


Actualizado a las 15:01h.

El pasado 12 de julio el mundo del toro se estremeció por la gravísima cornada que sufrió Sergio Rollón en el triángulo de Scarpa. El novillero toreaba en Valdetorres del Jarama la final del Circuito de Madrid cuando el tercero le cogió al entrar a matar. El subalterno Jesús Robledo ‘Tito’ taponó la hemorragia, y llegó a la enfermería, donde se vivieron momentos dramáticos hasta que lograron estabilizar al madrileño y llevarle al Hospital de La Paz en helicóptero.

Allí permaneció veinte días y tuvieron que operarle hasta en tres ocasiones para localizar el foco de una infección que le seguía provocando fiebre. Profesionales y aficionados se volcaron en el chaval, y respiraron aliviados cuando le dieron el alta. Este miércoles, Sergio ha hablado por primera vez sobre lo ocurrido en la Sala Bienvenida de Las Ventas con una madurez y una claridad de ideas impropias de su edad.

Pese a este tiempo de convalecencia -continúa llevando muletas-, y todo el sufrimiento vivido, Rollón tiene una cosa muy clara: «A pesar de esta cornada, no he perdido la ilusión de seguir toreando. Quiero ser torero. Es mi pasión, mi forma de entender la vida. Y voy a dar todo de mí para volver cuanto antes delante de la cara del toro». Mencionó también a todos los toreros que perdieron la vida en el ruedo -hoy cabe recordar a Sánchez Mejías en la efeméride de su muerte en Manzanares-: «Quiero destacar al maestro Francisco Rivera ‘Paquirri’, cuya pérdida marcó un antes y un después. Por lo que ocurrió entonces, hoy muchos toreros como yo hemos podido salvar la vida».

También recordó a aquel Gorrinito, número 70 de Hermanos González, que, «cumpliendo con su cometido, quiso llevarse mi vida entre sus pitones para hacer historia. Por suerte para mí, no lo consiguió. A pesar de lo que me ha hecho pasar, y del duro camino que aún tengo por delante, no le guardo rencor. Ese es su papel dentro de la tauromaquia, y precisamente gracias a su casta y bravura vive su raza. Ahora me toca a mí demostrar esa misma casta y bravura». Como lo está haciendo.

El animal le ha recordado algo que ya sabía: «La profesión que he elegido libremente no es un juego. Aquí no hay ficción; los miedos son reales y la sangre no es un efecto especial. Aquí se vive se muere de verdad. Y eso es lo que la hace tan especial, tan dura y tan bonita. El toreo es una profesión extrema, donde el alma se entrega por completo. Por eso, aunque pueda parecer incomprensible, también le doy las gracias. Porque me ha puesto frente a un nuevo reto, uno que tengo que superar primero como persona y después como torero».

Durante el acto, presentado por Gonzalo Bienvenida, quiso agradecer a los presentes y a todos los que se han preocupado por él durante este tiempo: «Estoy aquí no como torero, si no como la persona que ha vuelto a nacer, y eso ha sido gracias a muchas personas que se cruzaron en mi camino cuando más lo necesitaba. Gracias, con letras enormes y mayúsculas». Primero a Daniel González, amigo y ganadero de Los Lastrones, a Luis Bayano, y a Tito: «Fuiste tú quien me dio vida cuando más la necesitaba, metiendo tu puño en mi herida para intentar detener la hemorragia. Me siento orgulloso de ser torero… y de tener estos compañeros, porque si algo existe en el ruedo, es el compañerismo y la solidaridad entre toreros».

El doctor Juan Asanza -que envió un vídeo para darle ánimos a Sergio-, le esperaba en la enfermería: «En ese momento en que todo pendía de un hilo, fuisteis vosotros quienes hicisteis lo imposible. Lograsteis estabilizarme cuando mi cuerpo empezaba a rendirse, cuando mi futuro comenzaba a dejar de latir. Aunque entonces no era consciente -porque el dolor, el miedo y la confusión me nublaban por completo-, hoy sé que vuestra presencia fue decisiva».

No faltó el agradecimiento al equipo del Hospital La Paz, representados por el doctor Andrés Salazar, «a quien debo literalmente la vida». Isabel Díaz Ayuso, Presidenta de la Comunidad, fue a ver a Rollón al hospital el 21 de julio, «su presencia fue un acto de valentía y cercanía que nunca olvidaré. Le agradezco profundamente el hermoso gesto de interesarse por mí y acudir personalmente a verme, haciendo un hueco en su agenda». El novillero pertenece a la Escuela Taurina ‘El Juli’, que también estuvo pendiente de su evolución en todo momento: »Desde el primer minuto, se volcaron conmigo por completo».

Especialmente emotiva fue la mención a su familia, siempre junto a él, y a su apoderado, Luis González, al pie del cañón en todo momento. También mencionó a a Victorino Martín, como representante de la Fundación Toro de Lidia, y a Miguel Martín, como responsable del Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid: «Nunca olvidaré el trato que me habéis dispensado. Quiero aprovechar la ocasión para reconocer el trabajo que estáis haciendo por la tauromaquia. Especialmente con los circuitos de novilladas con picadores, el cual me hacía mucha ilusión haber ganado, pero no ha podido ser». Seguro que Sergio vuelve con más fuerza, y el toro le devolverá con creces su sacrificio y fortaleza.

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