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Francisco Nieto |

Existen libros que cuando llegan a tus manos te invade una alegría sana, y este es uno de esos casos. Cualquier obra recién salida de imprenta es un gozo para quien además del fondo admira la forma: ese olor a nuevo y el privilegio de ser el primero en abrir sus páginas ya debería constituir de entrada un alborozo, pero es que Tokio Emergente es estéticamente hablando alucinante. Hermosas ilustraciones, buena maquetación, una bella encuadernación que transforma lo escrito en una obra de arte funcional y duradera…El libro logra transmitir al lector la esencia de los barrios que describe, ayudándonos a visualizarlos y a comprender por qué son especiales. Así que nos nos queda más remedio, aunque sea de buen inicio, que felicitar a la Editorial Satori y al autor, Jorge Almazán, por una de las publicaciones más perfectas que uno recuerda en muchos años.

El autor promete «un programa de acción práctico del que aprenderán las ciudades del mundo» en las primeras páginas y cumple su cometido a pié juntillas

Dicho esto, también vale la pena destacar que el contenido que vamos a hallar no le anda a la zaga a todo lo que tiene que ver con el realce del valor estético al que antes hacíamos referencia. El autor promete «un programa de acción práctico del que aprenderán las ciudades del mundo» en las primeras páginas y cumple su cometido a pié juntillas. Va respondiendo multitud de cuestiones que tienen que ver con cada uno de los capítulos, abriendo la posibilidad de que el lector reflexiones y se llegue a plantear sus propias preguntas.

TOKIO EMERGENTE

Por poner un ejemplo, en algunos fragmentos Almazán se lamenta del desarrollo impulsado por las corporaciones, y a partir de ahí aporta algunas pruebas documentales de que estos desarrollos son menos sostenibles fiscal o ambientalmente, así como que en el fondo son lugares desaconsejados como uso de la vivienda, como ocurrió durante el terremoto que tuvo lugar en la ciudad en 2011, dónde las averías de los ascensores de estos megaproyectos edificados fallaron más que una escopeta de feria.

El libro nos ofrece a su vez muchas perspectivas políticas útiles. Muestra cómo la zonificación permisiva de Japón permite a las personas crear pequeños negocios en barrios residenciales, lo que los hace más vibrantes y fomenta la aparición continuada de bares, tiendas y pequeños restaurantes íntimos y distintivos. También describe otras políticas de uso del suelo que las ciudades de todo el mundo deberían adoptar. Estas incluyen el Desarrollo Orientado al Transporte en terrenos propiedad del ferrocarril cerca de estaciones suburbanas y las formas en que los edificios denominados Zakkyo permiten la existencia de muchos negocios independientes en terrenos muy caros del centro, apilándose unos sobre otros, como si fueran un centro comercial vertical de fácil accesibilidad.

Las numerosas lecciones de historia del libro también respaldan de manera fehaciente los argumentos del autor contra la esencialización de la forma urbana de Tokio

Pero si tengo que escoger el capítulo que más me ha llamado la atención de todos los que aquí aparecen sin duda me quedo con el primero, titulado callejones Yokocho. Se trata de lugares bastante estrechos repletos de pequeños restaurantes y bares donde prima la intimidad y la interrelación entre dueño y clientela. Los más avezados en la materia a buen seguro ya habrán caido en la cuenta de que quien esto escribe bebe las aguas por la magnífica serie de Netflix La cantina de medianoche (si no la habéis visto y os gusta el costumbrismo japonés ya estáis tardando). Estos diminutos refugios ofrecen una atmósfera vibrante y auténtica de la vida nocturna de la ciudad.

Las numerosas lecciones de historia del libro también respaldan de manera fehaciente los argumentos del autor contra la esencialización de la forma urbana de Tokio como un resultado idiosincrásico de la cultura japonesa. Y no le duelen prendas a la hora de analizar a conciencia algunos de los elementos que él mismo considera como menos ideales de Tokio, como pudieran ser la falta alarmante de espacio público o la precaria falta de preparación colectiva para afrontar del modo más adecuado los cuantiosos desatres naturales que allí se producen.

Hemos hecho referencia somera a algunos de los patrones que se van a ir desgranando a lo largo y ancho de todo el libro, pero que sepa el respetable lector que es tan solo un pequeño muestrario de la riqueza que atesora el conjunto de la obra. Citamos algunos más a modo de respetuoso anzuelo para ver si somos capaces de picar la curiosidad de todo aquel que guste de la arquitectura en general y de la asiática y japonesa en particular: Calles Ankyo; barrios densos de baja altura; arquitectura bajo vías…todo ello complementado con una cronología del pensamiento sobre Tokio y un capítulo final donde se nos habla de temas tan interesantes como las condiciones de diseño del urbanismo emergente o la homogeneización con la excusa de la seguridad. ¡Una maravilla!