Se llamaba Jesús Fernández Santos (Madrid, 1926-1988) y escribió sobre la España de la postbélica, una España que ya no existe, pero que dejó cicatrices imborrables. Era el hombre tímido de la generación de los niños de la posguerra, aunque su naturaleza no le impidió tener una larga, prolífica y reconocida carrera como novelista, director de documentales para TVE y crítico de cine en El País. Se codeó con otros integrantes de lo que con el tiempo se ha denominado la Generación de los 50, como Carmen Martín Gaite, Rafael Sánchez Ferlosio o Ignacio y Josefina Aldecoa. En el cine, durante su formación conoció a Carlos Saura, José Luis Borau y Mario Camus, entre otros.
Ni en un ámbito ni en el otro le faltaron aplausos. En el literario, recibió el Premio de la Crítica 1970 por El hombre de los santos, el Nadal 1970 por Libro de las memorias de las cosas, el Nacional de Narrativa 1979 por Extramuros y el Planeta 1982 por Jaque a la dama. Como documentalista, la Medalla del Círculo de Escritores Cinematográficos 1958 por el cortometraje España 1800, entre otros reconocimientos. Sin embargo, por esos caprichos de la historia, y quizá también por su carácter discreto, reacio a la menor muestra de exhibicionismo, hoy su nombre no es tan popular como el de otros de sus coetáneos. Por eso hay que celebrar su regreso a las librerías; además, por partida doble.