Una casa de estilo mediterráneo de 90 m2 bañada por el sol y las formas orgánicas, diseñada por Szymon Keller.

Antes de imaginar los muebles, los acabados o incluso la distribución, el diseñador Szymon Keller puso el foco en algo esencial: la luz. “El sol es el símbolo principal de este apartamento”, explica, «lo une todo». Bautizada como Casa Soleil, este apartamento de 90 m2 se ubica en un frondoso enclave del Mediterráneo y es el resultado de una colaboración entre el estudio del propio Szymon y Madeaux, y responde a unas directrices que son, en realidad, el retrato íntimo de una vida marcada por el sol. Una infancia en Oriente Medio, años de formación en España y el sur de Francia… “No quería imitar ningún lugar”, cuenta. “Quería algo que evocara todos esos lugares, tamizados por la memoria”.

Aunque parte de la distribución ya había sido esbozada en un proyecto previo, Szymon Keller decidió replantear esta casa de estilo mediterráneo desde cero. Eligió revestir las paredes con yeso de cal, un material que acompaña el paso del día con sutileza cromática: del crema del amanecer al dorado cálido del atardecer. En el techo, una cenefa pintada recuerda la cadencia de los rayos solares al desplegarse, marcando un ritmo casi meditativo en la arquitectura del espacio.

En la cocina, Keller combinó los tradicionales suelos de piedra caliza con una isla de mármol con toques lila y madera de nogal. La lámpara escultora colgante es de Sabine Marcelis, en Side Gallery. Los taburetes vintage son de Armando de David, comprados en Barcelona, hacen un guiño a la ubicación de la casa, mientras que la grifería es de Hansgrohe.

© Mood AuthorsTonos que evocan las fases del sol mediterráneo

En el salón, una pieza abstracta y caleidoscópica del artista Albert Madaula (una figura sentada en la arena, recogida sobre sí misma) establece el tono emocional del proyecto, que es un refugio íntimo y seguro. A partir de esa obra se despliega la paleta cromática de la vivienda: terracota, verde mar, ocre y marfil quemado por el sol. “Queríamos capturar un instante de playa desordenado”, explica Keller. “Algo juguetón, pero sereno”.

Un par de sillones acolchados Bubble de Roche Bobois recuerdan a rocas musgosas pulidas por las mareas. Las mesas de centro, de contornos irregulares, remiten a los acantilados más cercanos. Y una silla de escritorio de edición limitada diseñada por Gabriel Escámez parece, más que un mueble, un fragmento de coral rescatado del fondo marino.