Una corrida goyesca se suma este año a la feria para celebrar el 125 aniversario de la plaza de Pontevedra y el medio siglo de gestión de los hermanos Lozano. Se enfrentarán a los victorinos, que vuelven a la Boa Vila tras 15 años de ausencia para coronar una edición histórica del ciclo taurino. En su debut ante la afición gallega, Fernando Adrián compartirá cartel con Miguel A. Perera y Daniel Luque.

—Mañana se enfrentará por primera vez a los astados de Victorino Martín ¿Qué emociones le produce este debut?

Torear los astados de Victorino Martín por primera vez en mi carrera impone, claro que sí, pero sobre todo me llena como torero. Es un reto personal, de los que apetece afrontar y superar. Además, hacerlo en Pontevedra, una plaza con tanta historia y tan bien cuidada por la familia Lozano, lo convierte en una cita muy especial. Es una corrida que me ilusiona mucho y para la que me he preparado con absoluta dedicación.

—¿Imponen especialmente las llamadas ganaderías duras?

Más que imponer, lo que hacen es exigir mucho más al torero. Te obligan a estar preparado, mental y físicamente. Pero creo que un torero debe asumir este tipo de retos a lo largo de su carrera, no solo para crecer, sino para ofrecer variedad al aficionado. Además, abrirse a distintos hierros enriquece mucho tu toreo y te sitúa en otro nivel de compromiso y verdad.

—También será su presentación en la plaza de Pontevedra. ¿Qué referencias tiene de ella?

Pontevedra es una plaza de referencia en el mes de agosto. Este año, además, es una alegría que con motivo de su aniversario se haya añadido una corrida de toros más al abono, precisamente esta del 15 de agosto, con carácter goyesco. Creo que es un gran acierto. Pontevedra se está consolidando como bastión taurino en Galicia y como uno de los ejes fundamentales de las ferias del verano. Estar anunciado allí es todo un orgullo.

—¿Cómo está resultando su temporada?

Está siendo una temporada de crecimiento y también de reafirmación personal. He podido cuajar tardes importantes en plazas de primera, como Arlés, Pamplona o Madrid, donde corté una oreja en la Corrida de la Beneficencia, y donde la espada me privó de una nueva puerta grande con la corrida de Victoriano del Río. Son tardes que van sumando, que te colocan y te permiten seguir soñando con metas más altas.

Sin duda, lo peor es el banquillo, estar parado. Es duro ver cómo pasan las ferias y tu no estás… Hoy todo lo afronto con una madurez diferente, porque sé lo que cuesta llegar

—¿Cómo surgió su vocación?

Crecí en una zona donde hay muchos festejos populares, y eso, junto a las tardes en la plaza, despertó mi afición desde niño. Veía muchos toros por televisión, y aquello me atrapó. Fue algo natural. Muy pronto supe que esto era lo mío, que quería ser torero.

—Uno de sus referentes es Julián López, el Juli, que cruzó hasta diez veces la puerta grande de Pontevedra. ¿En qué medida le han inspirado las grandes figuras?

Muchísimo. De hecho, mis inicios fueron en la Escuela de la Fundación El Juli, y él ha sido siempre uno de mis grandes referentes. Por su regularidad, por la verdad con la que afrontaba cada tarde, por su capacidad de dominar todas las suertes del toreo… Ha sido un figurón indiscutible de la historia del toreo y clave en mi manera de entender esta profesión.

—¿Cómo es la vida de un matador de toros?

Es una vida de entrega total. Vivo por y para el toro. Las 24 horas del día pienso en el toreo, en la faena soñada, en cómo mejorar, en cómo llegar más profundo al aficionado. Solo así se puede llegar alto en esta profesión. Todo lo demás queda en segundo plano.

Mi vida siempre ha sido el toreo, desde que tengo uso de razón. Nunca he tenido otro objetivo

—¿Alguna vez se planteó otra profesión?

La verdad es que no. Mi vida siempre ha sido el toreo, desde que tengo uso de razón. Nunca he tenido otro objetivo que ser torero y seguir creciendo en esta profesión tan bonita y exigente.

—Ha vivido momentos duros en su carrera. ¿Qué es lo peor de la profesión?

Sin duda, el banquillo, estar parado. Es duro ver cómo pasan las ferias y tú no estás. Pero también tiene su parte positiva, porque te curte y te prepara mentalmente. Gracias a esa etapa aprendí a valorar cada oportunidad y a estar listo para cuando llegara el momento. Hoy todo lo afronto con una madurez diferente, porque sé lo que cuesta llegar.

—¿Qué le gusta hacer cuando no torea?

Me gusta mucho el campo y disfrutar de la naturaleza. Es un espacio que me ayuda a desconectar, pero también a conectar con lo esencial. Allí encuentro calma, me concentro, y también me preparo físicamente.

—¿Qué espera de este mes de agosto? ¿Cuál sería su objetivo o sueño a alcanzar en estas fechas clave?

Más que cifras o números, me guío por las sensaciones. Lo importante es que el aficionado sienta que no me guardo nada, que me entrego siempre. Esa es mi meta: seguir soñando, seguir creciendo, y hacer que los demás sueñen también cuando me ven a mi torear.

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