-Ya es un viejo conocido de la ganadería Toros Villalpando y acaba de estar en ella de nuevo para una retienta a campo abierto…

-Ya estuve en la finca donde tienen una placita de tientas que es muy bonita y unos compañeros y yo tentamos unos toros y unas vacas, ahí disfrutamos. Esta vez, me invitaron los ganaderos, es una gente extraordinaria que desconocía. Aparte del maestro Andrés Vázquez, que lo traté mucho.

-¿Qué relación tuvo con él?

-Lo traté casi toda mi carrera porque lo conocí a través de mis apoderados cuando yo era novillero. Luego tuve la suerte de torear algunas corridas de toros en las que él estuvo retransmitiendo con Moncholi; estuvieron sensacionales, retransmitieron muy bien, comparado con ahora.

Esa época de retransmisiones de Andrés Vázquez y Moncholi en Telemadrid tuvo mucho calado y mucha aceptación, al hablar más cercano a la verdad que hoy y con más sabiduría.

-En Villalpando, participó en un tentadero benéfico el año pasado para ayudar a salvar su iglesia de San Pedro…

-Yo he sido siempre una persona adepta a ello porque mi madre era muy creyente y, cuando prometía una cosa, la cumplía. Lo más importante en el mundo del toro es ser fiel a ti mismo, creer en lo que quieres ser y, sobre todo, tener esa capacidad de pensar en los demás que quizás tengan más necesidad que otros muchos.

Yo siempre me he dignado a todas esas causas con toda mi responsabilidad, lo mismo en corridas de toros, festivales, tentaderos… Hay otro ganadero en Zamora que también me ha atendido y se ha acordado cuando ha tentado, que es la familia Boyano, a la que también estoy muy agradecido como personas y como ganaderos.

-La reciente tarde en Toros Villalpando, se puso a torear a campo abierto, ¿cómo se sintió?

-Estuve tentando hace dos o tres años en Arlés (Francia), con un ganadero nuevo que compró toda la ganadería del Cura de Valverde y de Concha y Sierra, estuve haciendo tentaderos a campo abierto con los acosadores, con los caballos y con un picador; pero esto era distinto, algo más novedoso, más atrayente, más difícil, complicado y, naturalmente, más expuesto a todo.

Fue, después de tantos años, una novedad importante y yo pude ponerme delante, por lo menos, a darle unos muletazos y me dejaron casi el último, como si fuera yo un chaval. Después de tantos años, torear a campo abierto unas vacas que tenían de 15 a 20 años, eso hoy día no lo hace nadie.

-Allí compartió tarde con Rafael Cerro y con varios alumnos de la Escuela Taurina de Navas del Rey, ¿cómo ve a las futuras generaciones de toreros?

-Le di mucha importancia a toda la labor que hicieron los ganaderos, junto con mi gran amigo David Adalid, que condujo a todos los chavales muy bien. Eso lo admiro mucho, esa forma de tentar a campo abierto, con el riesgo que tiene esa operación de torero en el campo, con esas vacas viejas, que, si ocurre cualquier cosa, hay muchos problemas; incluso, peligra la vida, lo que ya pasa en la plaza, que estás rodeado de un equipo médico.

Aquí se puede perder la vida en cualquier momento, y que los alumnos de la Escuela de Navas del Rey hayan colaborado y hayan estado tan dispuestos lo valoro mucho. No todos los chavales son capaces de ponerse delante de vacas con 15 o 20 años. Creo que son experiencias muy bonitas y muy toreras, buscando la antigüedad. Mi admiración para ellos, estuvieron tan dispuestos como la generosidad que tuvieron a la hora de exponer su vida y su juventud.

-Es el decano de los matadores de toros en activo, ¿eso le supone un plus de responsabilidad hacia la tauromaquia?

-A la tauromaquia, no lo sé, pero a mí mismo, sí porque los personajes que llevan el mundo del toro tienen mucho que desear y yo no coincido. Soy un torero rebelde, me mantengo a base de mi rebeldía y de mi afición y, algunas veces, de mi hambre, pero no me importa porque yo he dado mi vida por el toro y, al mismo tiempo, he sacrificado a mi familia para poder hacer lo que he hecho desde niño: ser torero, no maestro ni figura, sino ser torero.

-Además de rebelde, como usted se dice a sí mismo, también se le denomina romántico del toreo. ¿Está de acuerdo con esa etiqueta?

-En el fondo sí, lo que sentimos es esta gran ilusión y esta gran afición, como mi gran amigo desaparecido El Pana; él me transmitía su ilusión y yo le transmitía la mía. La responsabilidad entra en esos cánones de ilusión que mantiene a los hombres vivos, y ser rebelde no es un síntoma de que no te llevas bien con nadie, al revés, es un síntoma de que hay que luchar contra las adversidades después del toro, que me parece lo más difícil, porque unos por experiencia y otros porque no la tienen y gobiernan el mundo del toro a través de la empresa…; antes, había gente romántica, que ponía dinero de su bolsillo para dar una novillada porque había visto un novillero con posibilidades, y hombres que se han jugado su bienestar, que han tenido que vender sus casas, sus propiedades, por ser empresarios y poner a los más grandes, como en la época de Juan Belmonte y Joselito «El Gallo».

-¿Qué significa para usted la plaza de Madrid?

-Para mí, representa todo, pero no solamente para mí, es para todo torero. Muchos toreros han toreado fuera y por fuera, no han ido a Madrid, nunca han ganado dinero, nunca han tenido categoría, ha habido toreros que te podría decir que han sido grandes toreros fuera de Madrid, pero han llegado a Madrid y se han quedado ahí en el camino. ¿Entiendes lo que te quiero decir? Fíjate si es importante Madrid y Las Ventas.

-En varias entrevistas, hasta no hace pocos años, decía que se veía abriendo de nuevo la puerta grande de Las Ventas, ¿siente que se le ha quedado ese sueño por cumplir?

-En parte sí, porque yo he toreado la última corrida de toros hace cinco o seis años y, en esa corrida, hubo un primer toro que le tocó a un torero al que le confirmé la alternativa y yo dije «si ese toro es mío, hoy salgo por la puerta grande de Madrid o voy derecho al hule», como se suele decir a la enfermería.

Porque lo vi con esa mentalidad mía en el momento que atravesaba y que atravieso como torero, que he ido creciendo cada vez que he toreado, lo mismo en el campo, en un tentadero, en un festival,… y era una corrida que, lamentablemente, la empresa de Madrid me la ha negado porque hay muchos intereses creados: «si este torero está bien, hay que ponerlo, hay que atenderlo» y, claro, hoy día, las empresas lo que miran es poner gente joven para hacer una buena manipulación hacia sus personas y hacia sus bolsos.

Hace tiempo que digo que cómo es posible que, en un mes tan torero como agosto y con tanta afición, den una corrida solo un jueves para luego abrir una discoteca en la plaza de toros. Eso no se puede permitir.

Ya no es solamente la empresa, es la Comunidad la que no puede permitir eso porque Madrid es no solamente la plaza de toros, es un monumento, es algo tan tradicional, ligado al mundo del toro, que eso no se puede permitir; que una plaza de temporada como ha sido la empresa de Madrid, la vieja, con otros empresarios, familias que se han jugado su inteligencia para llevar gente a la plaza y darle lo que la afición de Madrid quiere, eso no tiene precio.

Y que vengan estos señores a crear un ambiente de joven, diciendo que a Madrid hay que darle otra dimensión, la dimensión que hay que darle, si quieren dar algo bueno, es que pongan buenas novilladas, buenas corridas de toros para los toreros que se lo merecen porque fuera de la Feria, excepto excepciones, no va ninguna figura del toreo.

Una cosa que hay que conseguir que haya buenos gestores de la Comunidad (de Madrid) para que sepan crear ese ambiente de afición que da Madrid, porque allí va gente de toda España.

-¿Cuál es el mayor aprendizaje que se lleva del mundo del toro tras toda una vida dedicado a él?

-El mundo del toro es como la vida misma, que te enseña cada día una cosa. Eso es el mayor aprendizaje; en la calle, en el campo, en el pueblo, con el toro, eso es la vida, real como la vida misma, y es una de las mejores escuelas que puede tener cualquier persona que quiera ser algo en la vida.