Cada uno llegó en un momento en el que se pretendía dar un cambio de rumbo. Uno y otro sucumbieron antes de lo deseado, en … realidad todas las partes implicadas, ninguna satisfecha, incluso aquellas que conforman el entorno más amplio de personas, seguidores y observadores de este deporte que intuían que una vez más, el Baskonia daría una vuelta de tuerca a eso por lo que resultaba referente, llamativo e incómodo en sus competiciones. De nuevo quedó demostrado que las intenciones y la realidad tienen relación pero no son directamente causa-efecto, y en baloncesto menos aún.
El nuevo curso provoca la sensación de que todo debe volver a cambiar; lo primero, la actitud en la cancha
Esta saga de Pablos, en su día Prigioni y Laso, trató de convertirse en un revulsivo necesario e incluso obligado. Las competiciones, en especial la Euroliga, avanzaban a tal velocidad que donde algunos proyectos se adaptaban a costa de cheques a partir de seis ceros, otros necesitaban reformularse para cambiar hábitos de entreno, para desarrollar más rápido el presente proyecto de jugadores sin esperar al año siguiente y sobre todo para ser capaces de competir con la fortaleza del colectivo aderezada con individualidades que podrían elevar el listón de su competitividad. Uno y otro, Prigioni y Laso, no cumplieron esas altas expectativas que se generaron desde el primer minuto de su oficialidad. Vivimos siempre repletos de ilusiones que en un importante caso no llegan a cumplirse, pero las necesitamos una y otra vez, una y otra vez.
Laso y Prigioni intentaron convertirse en revulsivos necesarios, pero no cumplieron las altas expectativas
Galbiati se une a esta saga de Pablos en una temporada que de momento tiene la sensación de que todo debe cambiar, otra vez. En una Euroliga donde cada vez más los equipos se renuevan en muchos casos en más de tres cuartos de su plantilla (el Baskonia lleva ya ocho bajas para la próxima temporada), la figura del entrenador emerge en dos direcciones: una, la célebre, la de los nombres del éxito pasado a donde se agarran las directivas para estar en lo más alto -Jasikevicius, Ataman, Obradovic, Scariolo, Bartzokas, Sfairopoulos, Messina-, la otra, la del descubrimiento, que pretende que la ambición y personalidad individual de cada entrenador empuje al colectivo a competir en bloque de tú a tú frente a los equipos con mayores fortalezas, sobre todo económicas -Spanoulis, Herbert, Masiulis, Tabellini-, a la cual se incorpora Galbiati amparado por la sombra histórica y competitiva que proyecta el Baskonia.
Optimismo lógico
Es cierto que las sensaciones iniciales sobre Galbiati son optimistas, lógico por otro lado. Pero también es verdad, y más en el mundo de los entrenadores, que no conviven solos, ni por su pasado, exitoso al menos en los ‘cómo’, sino que necesitan la complicidad, compromiso y capacidad de trabajo de sus jugadores. Unos y otros se retroalimentan más de lo que parece, un nombre no hace un equipo como unos jugadores no son de por sí una plantilla. El nombre de Laso no logró asegurar el estilo ni la capacidad competitiva del Baskonia, ni siquiera lo innovador de Prigioni a quien los resultados sacudieron su avanzada manera de entender la preparación del equipo.
A Paolo Galbiati le avala un estilo colectivo que ha logrado mejorar tanto el desarrollo acelerado de sus jugadores que han sido queridos en muchos otros equipos. Pero la Euroliga son palabras mayores, cada temporada más si cabe, la ACB crecerá seguro en competitividad, y sobre todo las exigencias diarias y semanales allá donde el Baskonia pone el balón en el suelo y las zapatillas sobre el parqué. Aquí será donde Galbiati y la nueva estructura de equipo que se está diseñando deberán dar respuesta desde su talento, pero sobre todo por la identidad y el estilo del juego y por la actitud en cancha, algo que sí es verdad que debe cambiar de rumbo y se debe potenciar de una vez por todas.