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La historia comenzó el 19 de enero de 2025 cuando empleados de la estación antártica polaca registraron una zona de rocas que había quedado a la vista por el deshielo del glaciar Ecology en la isla King George. En total, recolectaron más de 200 objetos personales, entre los que había una linterna, bastones de esquí, un reloj de pulsera, un cuchillo y la boquilla de una pipa.

En febrero, un equipo multidisciplinar comenzó las investigaciones. Participaron un arqueólogo, geomorfólogo, antropólogo y un glaciólogo. En un segundo rastrillaje también encontraron restos óseos, que resultarían claves para el desenlace.

Conejo de cola de algodón papiloma

Los restos fueron trasladados a las Islas Malvinas y se enviaron pruebas al King’s College de Londres para estudiarlos. Por fechas y antecedentes de exploradores lograron confeccionar una hipótesis sobre a quién podría corresponder. Ahora, el estudio de ADN recientemente publicado lo confirma.

Quién era el investigador inglés encontrado

El cadáver era de Dennis Bell, un investigador inglés que se unió a la Fuerza Aérea poco tiempo después de terminar el colegio. Las muestras coincidieron con el material genético de su hermano David Bell y su hermana Valerie Kelly. David, que ahora vive en Australia, ha dicho que estaban impactados y que esto los ha “ayudado a superar la trágica pérdida de nuestro brillante hermano”.

Dennis Tink Bell far right during base Christmas BAS

Dennis Bell (derecha) y sus compañeros celebran la Navidad en la base antártica británica en una imagen de archivo.

Bell había llegado en 1958 a la Isla King George como meteorólogo de una base británica. El 26 de julio de 1959 salió de la base para ascender un glaciar, donde llevarían a cabo investigaciones topográficas sobre una meseta. Sin embargo, nunca más regresó. Tenía 25 años. Estaba acompañado de otros tres investigadores, que iban en dos trineos con perros.

Mientras realizaban el ascenso atravesaron nieve profunda y un área de grietas. Bell iba más adelante, según relataron sus compañeros tiempo después, y avanzaba sin esquís hasta que de un momento a otro cayó en una de esas grietas. Encontraron el hueco e intentaron rescatarlo, pero después de varias pruebas de atarlo con un cinturón, el clima empeoró y se desató una especie de tormenta de nieve que lo volvió imposible.

Si bien se sabía de la muerte de Dennis Bell, nadie imaginaba que algún día pudieran aparecer sus restos. Tuvieron que pasar 66 años hasta que la familia consiguiera finalmente cerrar esta historia. La noticia fue confirmada por British Antarctic Survey (BAS), el organismo estatal que actualmente coordina la exploración en la zona.

El fin de un misterioAdmiralty Bay Base BAS

“Dennis fue uno de los muchos valientes que contribuyeron a la ciencia temprana y la exploración de la Antártida en condiciones extremadamente duras. Aunque falleció en 1959, su recuerdo perduró entre sus colegas y en el legado de la investigación polar. Este descubrimiento pone fin a un misterio de décadas y nos recuerda las historias humanas arraigadas en la historia de la ciencia antártica”, explicó Dame Jane Francis, director del BAS.

Desde que se estableció la primera base británica en la Antártida, en 1944, 29 personas han fallecido realizando tareas científicas, según recoge el sitio British Antarctic Monument Trust. Además de Bell, un año antes habían fallecido Stanley Black, David Statham y Geoffrey Stride tras la fractura del hielo marino y sus cuerpos nunca han sido recuperados.