Este viernes 15 de agosto será la última tarde en la que Pedro Gutiérrez Lorenzo ‘El Capea’ se enfunde en un terno de luces. A sus espaldas, más de 400 corridas de toros en España y América desde que tomase la alternativa un 16 de agosto de hace 21 años en la plaza de toros de Málaga.

El Capea recibe a SALAMANCA AL DÍA en su casa de Espino Rapado, donde habla a pecho descubierto sobre su retirada tras una trayectoria en la que ha pisado plazas de toros en 9 países diferentes y en la que su afición y vocación siempre han sido más fuertes que las voces críticas que siempre le han comparado con su padre, El Niño de la Capea.

– Pedro, apenas unas horas para que llegue su despedida de los ruedos. ¿Qué pasa por su cabeza?

– No es fácil de explicar porque estoy disfrutando mucho estos últimos entrenamientos, pero a la vez me meto en la cama y pienso que llevo toda mi vida pensando en que quiero ser torero, estar en todas las plazas, cuajar un toro, y eso se acaba ya. Son sentimientos encontrados. Hay momentos en los que estoy muy feliz y otros en los que me cuesta más afrontarlo.

– ¿Cómo ha sido la preparación para la cita?

– Me costó mucho comenzar a entrenar y tuve que ir haciéndolo muy poco a poco. Ahora estoy disfrutando más que nunca con los animales. Si embisten las becerras bien, y si no también. Antes había días que me iba amargado para casa si no salían las cosas y ahora no me está pasando eso. Todos los días me voy feliz.

– Cuando decide poner fin a su carrera, ¿por qué decide que sea en Guijuelo?

– Guijuelo es el lugar donde más querido y más arropado me he sentido. En años difíciles, Guijuelo siempre ha tenido un sitio muy especial para mí. Además, siempre que ha habido alguna dificultad en el ruedo, en lugar de haber una bronca ha habido comprensión, paciencia y cariño. Por eso creo que es una plaza muy especial para esta tarde.

– Además, coincide en que su padre también se cortó la coleta definitivamente en Guijuelo en 2022.

– Esa tarde fue preciosa. Fue la celebración de sus 50 años de alternativa y su última corrida de toros. Mi padre tenía la opción de hacerlo donde él hubiera querido y me dijo de hacerlo en Guijuelo por el cariño y la comprensión que siempre han tenido hacia nosotros.

– Para la tarde del día 15, seis ganaderías diferentes. Imagino que no han faltado ofertas en este sentido tampoco.

– La verdad que es de agradecer a todos los ganaderos que han ofrecido sus toros para mi despedida. Decidí estos seis porque considero que son grandes ganaderías y, lo más importante, grandes amigos que siempre se han portado impresionantemente bien conmigo. Es más, yo no he elegido los toros porque sé que nadie mejor que ellos para hacerlo con todo el cariño del mundo. Además, sé de varios que están preocupados porque quieren que vaya yo a verlos, pero no voy a hacerlo. Lo dejo en sus manos.

– El último toro que lidie será de aquí, de casa. ¿Ese tampoco lo ha elegido?

– Todavía tengo dudas. Hay tres toros reseñados pero a día de hoy no sé cual va a ser. Quieres asegurar y no quieres equivocarte. Le he dicho a mi padre que me ayude pero me ha dicho que no, que eche el que yo quiera. Mi hermana tenía elegido uno y ahora lo ha cambiado. El caso que está todo el mundo con una preocupación grande para no fallar y que yo disfrute de la tarde.

– ¿Cómo sueña esa tarde?

– Es una tarde para mí. No quiero presionarme absolutamente nada ni llevar ideas preconcebidas sobre las faenas. Estoy disfrutándola desde ya. No quiero demostrar nada a nadie. Solo quiero disfrutar al máximo y creo que va a ser una tarde muy bonita. Me da igual cortar doce orejas y un rabo que una o ninguna. Solo quiero cuajar un toro a la perfección y disfrutar.

– ¿Y cuándo acabe?

– Creo que me vendrá un bajón lógico y que me va a dar mucha pena… Me gustaría haber toreado mil años más, pero esta vida es así y todo tiene un fin.

– Cuando se mete en la cama por la noche, ¿qué se le viene a la mente?

– Muchísimos recuerdos. La suerte de haber toreado muchas tardes en Madrid, en La México, Sevilla, Salamanca, Málaga… Me vienen muchísimas cosas a la cabeza.

– ¿Con qué sabor de boca se marcha del toreo?

– Me voy feliz. Ha habido momentos muy difíciles y muy duros, pero también muy felices. El toro me ha ayudado a ser la persona que soy, a tener la familia que tengo, he podido conocer gente maravillosa e imprescindible en mi vida y he podido conocer lugares increíbles. ¿Qué me hubiese gustado conseguir más? Claro, como todo el mundo, pero me marcho matando seis toros para demostrarme a mí mismo que todavía soy capaz tanto física como mentalmente.

– Habla de que le hubiese gustado alcanzar algo más. ¿Qué se le ha quedado en el tintero?

– Me hubiese gustado cuajar el toro de mi vida y haber firmado esa faena soñada que nunca ha llegado. Ha habido muchas cosas importantes en mi carrera en plazas muy importantes pero siempre me ha gustado conseguir más.

El Capea, adiós a los ruedos: "Me va a dar mucha pena pero esta vida es así, todo tiene un fin" | Imagen 1

– ¿Cree que en ocasiones se le ha tratado de manera injusta y cruel por el simple hecho de ser hijo de un figurón de época?

– Todo el mundo en su vida, ya sea en el toro o fuera de él, ha tenido momentos injustos pero ahora eso ya no tiene importancia.

– ¿Cuál ha sido el momento más duro de toda su carrera?

– Fue una tarde en el 2007 en La Glorieta en una corrida que toreé con El Fundi y José Tomás. A mi primer toro lo vi malo, áspero e incómodo, se me quedaba muy corto e incluso me pegó una voltereta, cosa de la que me alegré porque la gente estuvo agresiva y muy hostil conmigo. Me hicieron sentir fatal. Entre ese toro y el sexto de la tarde yo estaba convencido de retirarme. Estaba tan tranquilo en el callejón pensando que me iba de esto y que iba a ser mi último toro porque no tenía necesidad de sentir esa presión tan grande y esa crispación conmigo. Fue la faena en la que más tranquilo he toreado en Salamanca y cuando me quise dar cuenta tenía dos orejas en las manos y me dije: ‘Vamos a esperar un poquito para retirarnos’. Ese toro fue muy especial para mí y guardo su cabeza en casa. Pasé de estar retirado a volver a recuperar la ilusión y una felicidad inmensa.

– Al hilo de esta respuesta, ¿ha sido Salamanca la plaza que más le ha pesado?

– Sin duda, Salamanca y Madrid. De hecho, cuando iba a torear a cualquiera de las dos me salían unas fiebres tremendas en la boca. Solo me ha pasado con estas plazas.

– De toda su carrera, ¿cuál es el recuerdo más bonito que guarda?

– El cariño y el respeto que he sentido de muchas figuras del toreo hacia mí. Es de admirar que gente que ha conseguido mucho más que yo me hablen de esa forma.

– Habla de las figuras, con las que en sus primeros años de matador compartió cartel en las ferias más importantes. ¿Por qué cree que se acabó aquello?

– Si tu le das un chuletón a un niño de un año no se lo come, pero dáselo cuando tenga dieciocho y verás… Le tienes que dar dos. Tuve una serie de oportunidades que a lo mejor me llegaron a destiempo y quizá yo no mostré el nivel que se esperaba. Es fácil echar las culpas a los demás pero creo que uno tiene que ser capaz de poder con todo, cuando las cosas van bien y cuando no, y está claro que el que llega a ser figura del toreo es porque puede con todo eso. Por tanto, la culpa fue mía de no poder con esas situaciones y como consecuencia te ves relegado de los carteles porque las figuras siguen su camino y hay otras novedades que ocupan tu puesto.

– En esos momentos difíciles, su padre habrá sido su mejor consejero.

– Mi padre es un superhombre y para mí es el mejor padre del mundo y el mejor torero del mundo porque ha podido con todo. En esos momentos difíciles que he atravesado él creía que esas respuestas las tenía que encontrar yo interiormente. Es una decisión muy sabia e inteligente por su parte porque hay momentos en que las respuestas, vengan de quien vengan, no te sirven.

– Ahora que usted es padre, si su hijo le dice que quiere ser torero. ¿Qué le diría?

– No me gustaría que fuese torero pero yo lo que quiero es la felicidad de mi hijo. Esta vida es maravillosa y si su felicidad va en ese camino le apoyaría, aunque me gustase que fuese en otra dirección para que su vida fuera menos dura.

– Por último, con la despedida a la vuelta de la esquina, ¿qué dice su familia? ¿Respiran ya tranquilos?

– Son los más felices porque saben todo el trabajo que tenemos aquí en el campo y que no me voy a aburrir ni un momento. Cuando les di la noticia todos se alegraron muchísimo y me dieron la enhorabuena, además de darme consejos para mi nueva vida. Lo más bonito es eso, ver feliz a la gente que te quiere.