Más que una entrevista, es un rato de pausa y charla para pensar. La reflexión antes de una noche importante. La de hoy lo es … para Nando Agüeros (Torrelavega, 1976). Toca en casa. En el Bulevar, a las nueve y media.

–¿A cuánta distancia está su casa del escenario del Bulevar?

–Pues hace un par de años lo tenía a un minuto andando. Ahora, a diez en coche porque me fui a vivir con mi familia a Suances. Pero bueno, Torrelavega siempre está muy presente y siempre que hay que ir a hacer un recado o a comprar, vamos a Torrelavega.

–O sea, en casa.

–Sí, sí. Actúo en casa.

–Suena a tópico, pero actuar en casa siempre es diferente, ¿no?

–Sí, sí. Hay más presión porque sabes que muchos amigos tuyos, aunque no te lo digan, van a estar ahí. Mucha gente conocida. Y uno se pone un poco más nervioso.

–Sí que se nota, entonces.

–Sí, sales un poco más nervioso, pero, a la vez, se compensa con la ilusión. Pero son las dos primeras canciones. Luego ya uno se tranquiliza y se empieza a centrar en el concierto. Y todo fluye.

–En general, ¿se siente bien tratado en casa?

–Sí, sí. Sin duda. Siempre, cuando digo casa, digo Cantabria. Y sí, el cariño de la gente es palpable. Además, ya no solamente me siento querido en Cantabria, sino que cada vez más en muchos sitios. Pero, desde luego, que, como en casa, en ningún lado.

–Viene de una gira de ‘Canciones desnudas’ que no sé si encaja en un escaparate abierto y amplio como el de La Patrona.

–No tiene nada que ver. En la gira ‘Canciones desnudas’, que comenzamos en enero y que me ha llevado ya por unos veinte teatros, el concepto es mucho más íntimo. Buscábamos recintos pequeños. Me iba solamente con tres músicos y las canciones quedaban mucho más desnudas. Pero para los conciertos de verano es inviable, en plazas, gratuitos… Voy con toda la banda para que sea más contundente y, pronto, en octubre, seguimos con la gira de teatros.

–Tras la gira y el último disco, ‘El mismo que viste y canta’, el verano ha sido más tranquilo.

–Ha sido un poco buscado. Con este formato uno depende de sí mismo. Tú pones una entrada a la venta y el público es el que la compra, el que acude al teatro… Dependes solo de ti. Y ha funcionado tan bien que hemos querido cambiar un poco el orden. Hacer menos conciertos en verano y centrarnos más en el invierno y los teatros. Por eso este verano está siendo más tranquilo. Pero llevamos ya veinte conciertos este año.

–Se le habrá hecho raro. ¿Qué ha hecho que echara de menos?

–Claro. Pues he estado disfrutando mucho más de la familia, de la casa y del verano en general.

–Hablando de veranos, se lo ha currado desde abajo. ¿Qué queda hoy del Nando que recorría los 102 municipios con 200 fechas, hasta varias en un mismo día?

–Fue una buena universidad para este oficio. Lo recuerdo con cariño, incluso con nostalgia. Me encantaba que dieran las cinco, coger el coche, irme a cualquier pueblo –cada día era uno diferente o dos en un día– y conocer gente, sitios y cantar. Me gustaba mucho. Lo que pasa es que yo sabía que estaba haciendo algo mal. No se pueden dar cien conciertos en una provincia tan pequeña como Cantabria, porque al final lo que haces es quemar el nombre y quemarte tú. Creo que tomé una decisión oportuna y bastante inteligente, la de cortar con tantos conciertos y amoldarlo a trabajar un poco menos, pero con más calidad.

–O sea, que lo echa un poco de menos, pero acertó al dejarlo.

–Sí, lo echo de menos, pero sé que hice bien. Fue un aprendizaje muy importante. He estado en todos los escenarios posibles ya, incluso cantando en un camión de ganado o una cuadra. Es el camino y la verdad es que estoy muy contento con cómo estoy ahora.

–Pues vamos a lo de ahora. Los artistas, al sacar disco o al llegar a un punto, dicen cosas como ‘este es mi trabajo más maduro’. ¿Qué es la madurez? ¿Anda en eso?

–No, yo la sigo buscando. En cada disco siempre uno quiere hacer mejores canciones. Y sí, es verdad que, cuando uno saca un disco, se piensa que es el mejor que ha hecho. Por esa ilusión de que las canciones están frescas. Estás deseando que tu público las escuche… Por eso sientes que es tu mejor disco y a lo mejor es verdad. Porque uno va mejorando también, va cogiendo tablas, escribiendo y componiendo mejor. Pero no, yo creo que mi mejor disco está por llegar aún. Es lo que me mueve y esa ilusión es la que me motiva para coger la guitarra. El saber que la canción perfecta o la que uno espera hacer está por llegar todavía.

–¿Y ahora qué busca? ¿Aspira al siguiente escalón?

–Virgencita que me quede como estoy. Tengo ya 49 años y poco más se puede pedir. Lo que yo quiero es seguir sacando canciones, discos, presentarlos en teatros… Yo ya no busco ser una una gran estrella y llenar tres noches seguidas el WiZink. Para mí eso es algo de momento impensable, pero sí que estoy muy cómodo haciendo lo que hago. Poniendo entradas a la venta y que haya público que las compre. Y que eso me permita seguir ganándome la vida. Puedo decir que llevo muchos años viviendo de la música y con eso me vale. Con eso estoy satisfecho.

–El otro día contó en este periódico que el Valle de Lamasón inspiró ‘Viento del Norte’. ¿Hay alguna entrevista en la que no salga a relucir esta canción?

–No, claro. Pero lo entiendo. Es una canción que ha conseguido lo que muy pocas, que me va a sobrevivir. El día que yo no esté aquí se va a seguir cantando, la gente la va a seguir escuchando. Muy pocos artistas pueden presumir de eso. De tener una canción que te sobreviva y de que el pueblo la haya hecho suya. Yo no puedo estar más que agradecido y no me molesta para nada que se hable de Viento del Norte. El público decide y si el público ha decidido que de todas mis canciones, que ya son muchas, esa sea la que más les emociona, tengo que respetarlo. Me sigue gustando cantarla y no me molesta para nada.

–¿Aún es capaz de encontrarle matices cuando la canta?

–De hecho, de cómo la canto hoy a cómo se grabó, he cambiado muchas cosas. La he ido cambiando sin darme cuenta, además. Escucho la versión original y digo: ‘jo, fíjate en esta acentuación…’. Sobre todo, el tema de acentos, que había alguna gamba por ahí. Incluso algún giro, alguna expresión… Las canciones son como seres vivos. Van evolucionando.

–Hablando de canciones, habrá varias esperando a ser grabadas…

–Sí. Tengo un ramillete ya acabadas, pero quiero hacer otro tanto para luego escoger. Ahora quiero seguir escribiendo para este otoño empezar a grabar y tener disco el próximo año. No sé en qué fecha, pero para el año que viene quiero tenerlo y salir de gira

–Termine con una invitación…

–Muchos de los que van a ir ya me conocen. Simplemente que si quieren pasar un un rato escuchando a este torrelaveguense soñador, que pueden acompañarme, corear mis canciones y emocionarse con ellas, que han hecho suyas.