La ciudad de Gotham probablemente tenga el récord de mayor tasa de criminales por metro cuadrado. Batman no tiene días libres y, por muy millonario que sea, hay un momento en el que no se puede contratar a más Robins. Pero esta situación no solo … abruma a los héroes; los villanos también necesitan un descansito de ejercer el mal. Ante esta complicada sobresaturación laboral, las distintas personalidades de la localidad podrían optar, tal vez, por un trabajo más distintivo: ser comediante. No hacía falta que se alzase este nuevo para que la actriz y directora Vera Drew sintiese este espacio como suyo: «Si Gotham es una ciudad de marginados y supervivientes», dice con media sonrisa, «entonces yo también soy de Gotham».
‘The People’s Joker’ no es solo una película; es un manifiesto personal y cinematográfico. En 2019, mientras el mundo debatía si el Joker de Todd Phillips era un drama social o una sátira, Vera Drew se encontraba en una de las encrucijadas más intensas de su vida: «Quería hacer una obra que hablara de mi transición, de mi relación con mi familia, de un romance fallido, y también de la comedia: su papel en la política, en la sociedad y en mi experiencia como artista en ciernes», recuerda.
De este caldero de emociones y preguntas emergió lo que se convertiría en ‘The People’s Joker’, una parodia radical que fusiona la autobiografía con una sátira del universo de Batman. «Siempre me han gustado los cómics y los personajes de Batman, pero fue en la película de ‘Joker’ la primera vez que vi a uno de esos personajes retratado con honestidad, tocando temas como la lucha de clases y la salud mental. Me sentí identificada como mujer trans y como artista luchadora».
Así, las dos ideas -su historia personal y la parodia del universo de Gotham- se fundieron. «Quise tomar ese material y hacerlo mío, y también para asumir que, aunque he amado a Batman y al Joker toda mi vida, Warner Bros. nunca me llamaría para trabajar con ese material. Así que pensé: voy a usarlo yo, y lo haré en clave de comedia». Pero el camino no estuvo exento de obstáculos. La cinta está considerada como una de las mejores diez películas del año para Variety, y está recibiendo multitud de críticas positivas internacionalmente. Sin embargo, la película tuvo que enfrentarse a la maquinaria legal de Warner Bros., que no tardó en enviar advertencias sobre la infracción de derechos de autor. Para Drew, aquella batalla legal fue una lección amarga.
Fotograma de ‘The People’s Joker’
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La contradicción, en su visión, es evidente. «Nos dicen que estos personajes son ‘mitos modernos’. Si realmente son mitos culturales, cualquiera debería poder jugar con ellos», argumenta. Para Drew, el debate sobre la propiedad intelectual y la cultura pop no es abstracto. «Las únicas películas que se producen para dominar la taquilla son las de superhéroes y las de terror. Entonces, ¿por qué alguien como yo, que hizo esta película con sus amigos, en su habitación durante la pandemia, no puede usar esos personajes? Forman parte de nuestra cultura, y es justo que podamos contar nuestras propias historias con ellos».
Una película ‘DIY’
El desorden de ‘The People’s Joker’ no es casualidad: forma parte de la narrativa visual de la película, deliberadamente construida sobre una estética «anti» o DIY (hazlo tú mismo): «Cuando escribimos el guion decidimos no pensar en cómo íbamos a hacer nada de lo que poníamos», dice Drew. «Escribimos una película con persecuciones, Batmóviles, Batcuevas y explosiones, sin preocuparnos por cómo lograrlo. Cuando llegó el momento, pensé: ‘No tengo ni idea de cómo construir una Batcueva’. Así que decidimos aprovechar nuestras limitaciones».
Más allá de la estética, la comedia fue un refugio y un instrumento de supervivencia. Drew explica cómo, desde niña, el humor le permitió explorar su identidad y encontrar espacios seguros. «Empecé a hacer improvisación y sketches en teatros cuando tenía 13 años. Fue mi espacio seguro para aprender a escribir y actuar». Esa seguridad en la comedia (en la cual se refugian muchos niños ‘queer’) se combinó con otros mundos que la ayudaban a imaginar quién podía ser. «También estaban las películas de cómics, la ciencia ficción, las de acción… esos eran los lugares donde me sentía segura de niña, espacios donde podía jugar. Porque no sabía quién era. En la película hay una línea que dice que cada día tenía que reinventarme, y así era. Como mujer trans, no creo que haya una meta final en la que diga: ‘Listo, ya he terminado mi transición: ya soy yo’».
Vera Drew interpretando a Joker The Harlequinn
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A Vera Drew el humor le permitió explorar su identidad de manera segura: «El mundo es duro para todos, pero crecer siendo ‘queer’ es especialmente difícil cuando te hacen sentir como si fueses un villano. Hacer chistes lo hace mucho más llevadero». Para ella, el camino de la creación artística siempre ha estado entrelazado con su identidad ‘queer’ y su proceso de transición. Reflexionando sobre la presión social que empuja a las personas ‘queer’ a definirse rápidamente, Drew reconoce que esa urgencia ha marcado tanto su vida personal como su arte. «Recuerdo que todo lo que quería en la vida era hacer una película. Era mi sueño de infancia, mi única meta real: hacer cine, y hacerlo a lo grande», explica.
El vínculo entre Drew y su creación, Joker the Harlequin, también ha evolucionado. «Cuando la escribí y rodé, sentía que ella era yo. Solo que con maquillaje de payaso y otro nombre. Hoy la veo como otra persona. Sigo soñando con ella», admite Vera Drew, «pero ahora la veo como alguien que me ayuda a querer a mi yo del pasado y a perdonarme». En esa mirada honesta, se revela la fuerza de un arte que no pretende ser redentor, sino un testimonio de transformación, autenticidad y reconciliación consigo misma.