Con un calor sofocante comenzó este viernes la tercera novillada de la Feria de Blanca. Se notó en los tendidos que, a diferencia de los … días anteriores, no llegaron a llenarse por completo. Recibió con cariño el público a los novilleros que tuvieron que saludar una ovación una vez roto el paseíllo.

Abrió plaza Manuel Olivero, con un serio novillo de Chamaco. Discreto resultó el saludo de capa, en el que el novillo perdió las manos. Buen tercio de banderillas protagonizó Juan José Sanmartín, quien se desmonteró.

El novillo de Chamaco , de embestida corta y sosa, propia de la falta de fuerzas, no sirvió. Pese ello lo intentó el joven sevillano, que acabó su faena metido en tablas, donde se había aquerenciado el animal. Desacertado con la espada, escuchó un aviso.

El alumno de la Escuela Toni Marín cortó un rabo y salió a hombros

Unlío tremendo

Devuelto a los corrales fue el segundo, un bonito colorado que, descoordinado, era inservible para la lidia. Una eternidad tardaron en regresar al inválido por donde salió y en preparar al sobrero. Un lío tremendo debía haber en los corrales, de forma que había transcurrido una hora y media de festejo cuando hizo su presencia en el ruedo, ni el sobrero ni el segundo del lote de Cristian González, sino el becerro de Alvalle que, en clase práctica, lidió Toni Marín. Animoso con la capa, brindó a la Peña Manolete una faena que comenzó con el chico de Alcantarilla toreando con excelente gusto.

Ligadísima resultó la primera serie con la diestra y largura y expresión tuvieron los naturales que compusieron la siguiente tanda, de excelente remate con el de la firma. La fase final de la faena de Marín fue más efectista, tirando de molinetes y circulares, con el becerro más metido en tablas, para abrochar por manoletinas. Una estocada en buen sitio propició el triunfo de dos orejas y rabo. El buen ejemplar de Alvalle fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre. Una feria triunfal para la Escuela Taurina El Toreo.

En los corrales, por lo visto, el jaleo era monumental y el movimiento incesante. Dos horas y media después de que se iniciara la corrida, todavía quedaban tres astados por lidiar. El público, que había sido extremadamente paciente hasta entonces, comenzó a protestar, para terminar por hacer la ola y pedir música, ya entrada la noche y con los toreros negándose a torear alegando el riesgo de una iluminación insuficiente. El público se mantuvo en la plaza a la espera de la decisión del presidente del festejo. A las 10 de la noche los apoderados salían de la plaza escoltados, con una gran bronca del público, ya muy enfadado, con lanzamiento de objetos incluido. Tras ellos salieron los novilleros con picadores, también protestados, y, al final, en hombros, salía Toni Marín con gritos desde la grada de «¡Tú sí que vales!». Final inesperado para un feria: el de una novillada inacabada.