Viernes, 15 de agosto 2025, 23:27
En cuanto acabe la entrevista, David Fandila se marchará a Atarfe a ponerse el traje de luces. Esta mañana, cuando despertó en su finca, le plantó dos besos a sus hijas, Manuela y Lola, y salió volando hacia Granada. Lo de volar es literal. «Soy piloto y tengo un autogiro. Me encanta volar», dice sonriente en las escaleras del Palacio de Congresos, con un cielo azul de película sobre su cabeza. La escena recuerda a cuando Rocky subía las escaleras del Museo de Arte de Filadelfia para vencer a sus monstruos. Aquí no hay fanfarria, pero sí épica porque, después de dos años lesionado, ha vuelto a la plaza de toros David Fandila ‘El Fandi’.
–No se complicó con el apodo.
–(ríe) No, ya me llamaban así de chiquitillo, en el colegio.
–¿A qué colegio iba?
–Estuve en el Colegio Público Esquí Escuela, en Sierra Nevada. Después me bajé al Ave María a estudiar FP de Electrónica en Comunicaciones .
–¿Por qué Electrónica?
–Siempre me ha encantado montar y desmotar cacharros. La verdad es que no fui muy buen estudiante y cuando me metí ahí empecé a sacar buenas notas.
–¿Alguna vez pensó en seguir?
–No, mis últimos años en el Ave María fueron los que empecé en el toreo. Y, la verdad, en estos 25 años no me ha dado mucho tiempo a más que torear.
–25 años. Empezamos a sonar…
–Mayores, sí (ríe).
–¿Y no hubiera sido torero?
–Si volviera a nacer, intentaría ser torero otra vez. Ha sido de las cosas más maravillosas de mi vida y lo que he vivido en las plazas no lo cambio por nada.
«En casa tengo un taller y sobre todo monto aviones de aeromodelismo. Me encanta echarlos a volar»
–¿Sigue cacharreando?
–Siempre. En casa tengo un taller y sobre todo monto aviones de aeromodelismo. Me encanta ponerles luces, echarlos a volar, estrellarlos… (ríe). Cuando saco algún rato libre me encanta. Habré construido unos 20 aviones.
–¿Drones?
–Tengo varios, pero son más aburridos porque los sueltas y se están quietos… Con el avión, desde que lo levantas del suelo hasta que lo vuelves a poner en tierra, te están temblando las canillas. Antes los volaba en la base aérea de Armilla, pero últimamente lo hago en la finca, que tengo una pista para despegar el autogiro.
–¿También es manitas por casa?
–Sí, en la finca siempre hay cosas que arreglar: soldar puertas, mallas que se rompen… Y la carpintería me gusta mucho.
–¿Vive en la finca?
–He vivido en la finca desde antes de la pandemia y hasta el año pasado, que Manuela, mi niña grande, empezó el cole. Y ya nos vinimos aquí.
–¿La lleva al cole?
–Siempre que puedo. Es lo que más me gusta: llevarla y recogerla.
–¿Qué tal su verano?
–Entre la piscina y los animales. Le encantan todos los bichos y viene conmigo a ver los toros y las vacas.
–¿Cómo lleva la paternidad?
–Muy bien. Gracias a Dios, tanto Manuela como Lola, que tiene un año, son buenísimas.
–¿Cómo era el verano de su infancia, cuando era como ellas?
–Cuando terminaba el colegio, nos bajábamos a un chalet en Gójar. Allí nos juntábamos una pandilla que salíamos en bicicleta, jugábamos al fútbol y también al toro (ríe). Siempre me ha gustado el mundo del toro.
–¿Se imagina si hubiera seguido por el esquí?
–La verdad es que lo de Sierra Nevada lo recuerdo con mucho cariño porque fue una infancia genial. Una época de mi vida que disfruté mucho, pero sabía que no era lo mío. En mi quinta estaba Carolina Ruiz, por ejemplo. Y cuando se iban a Francia de concentración, yo sabía que no quería ir, que quería otra cosa. Tendría 14 añitos y quería ser torero.
–¿Hay algún parecido entre esquiar y torear?
–(ríe) No, no. Pero el esquí sí que me enseñó una disciplina que he mantenido después. Sea como sea, el esquí sigue siendo uno de los deportes que más disfruto.
«El esquí sigue siendo uno de los deportes que más disfruto»
–¿Sube a Sierra Nevada?
–Este último año, con la lesión en la espalda, he podido ir menos. Pero sí he subido con la familia.
–Siempre dice que le gusta mucho la música. ¿Algo en especial? ¿Qué le acompaña a diario?
–Siempre me ha gustado mucho la banda sonora de ‘Braveheart’, me la pongo para torear y me habré visto cuarenta veces la película. Es chulísima. Luego siempre tengo música. Laura Pausina, por ejemplo, me vuelve loco y ha sido mi cantante favorita de toda la vida. Cuando estoy en el taller me la pongo a menudo.
–¿Qué opina de las críticas al toreo, sobre todo en redes sociales?
–Puedo respertar las opiniones. A mí lo que me da pena es que cualquier persona con una foto falsa se pueda abrir un perfil en Instagram para poner a parir a todo el mundo.
–Hay quien piensa que los toreros van a la plaza y que no hacen nada más el resto del tiempo.
–No, no, esto tiene una disciplina que se trabaja a diario, por la mañana y por la tarde, 24 horas pensando en el toro. Físicamente, los toreros están más preparados que nunca, como los futbolistas. Yo me acuerdo que cuando era chico los futbolistas tenían cuerpos normales. Hoy son todos atletas de élite. En el toreo pasa igual, la preparación física es fundamental. Y luego, la constancia: para que te salga una cosa en la plaza tienes que hacerla 25 veces en el carretón, torear de salón, torear vacas, torear en el campo…
El Fando, con otras gafas.
J. E. C.
–¿25 años pesan?
–Se han pasado rápido… En algunos aspectos sí pesan porque con el tiempo analizas más las cosas y sabes que tienes responsabilidades. Al mismo tiempo, con la experiencia se ganan muchos grados en otros aspectos. Creo que ahora disfruto más, con más técnica, más conocimiento, conoces al animal más rápido… Si consigues tener las ganas por seguir aprendiendo, eso es lo que te mantiene ilusionado. Llevo veinte cornadas encima y ahora sabes que cuando te cogen, te hacen daño. El cuerpo acumula.
«Tener hijos no hace que te dé más miedo arrimarte al toro»
–¿Le ha variado la paternidad su forma de enfrentar el toreo?
–No. Entiendo la pregunta, pero esta es mi profesión, así que lo enfoco de otra manera. No por tener hijos te da más miedo arrimarte al toro. Es como si dejaras de ir en coche por si hay un accidente. Mis hijas me dan ilusión, quiero que estén orgullosas de lo que vean y del legado que yo pueda dejar como torero, que por lo menos lo valoren y lo respeten.
–¿Qué espera de los próximos 25 años?
–Me he tirado un par de años con dos lesiones de espalda y ya, por fin, me muevo bien de verdad. Estos dos años lo he pasado fatal y ahora, por fin, me siento a gusto. Ha sido una vuelta a nacer. Quiero disfrutar la temporada y pasar tiempo con Manuela y Lola, que crecen tan rápido que hay que aprovecharlo.
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