La madre de Ángel Mena Puente, “Angelito”, llevaba a sus hijos “a las vaquillas algunos días y a la salida de las peñas”. A él, como era el pequeño, lo cogía “a hombros para que viera mejor”, y aunque ninguno de la familia había ido nunca a las corridas de toros, con 6 años el niño empezó a soñar con ser un diestro y se imaginó también a hombros, recorriendo la arena de la plaza y saliendo por la puerta grande.
Marta recuerda perfectamente el día en que expresó esa intención. “Fue cuando se despidió Padilla y toreó en Huesca por última vez, y al verlo a la salida de la plaza él dijo: yo quiero ser como Padilla”.
Ahora, con 12 años, su vocación es más fuerte y quiere a toda costa triunfar en la tauromaquia, pero para lograrlo “necesita campo, becerras y crías”, y para ello hace falta mucho dinero, algo que no está al alcance de todos los bolsillos, y con el propósito de ayudarlo, se ha creado la Peña Angelistas.
Durante los días de San Lorenzo muchas personas han lucido camisetas, abanicos, pañoletas y otros objetos, con la imagen de un toro, una parrilla y con la leyenda “Angelistas Huesca”, es el material que se ha puesto a la venta para colaborar. “Existe la posibilidad de hacerse socio y pagar una cuota de 5 euros al mes, 60 al año, y otros han optado por ser simpatizantes comprando los productos”, indica Marta, la madre del pequeño.
Por el momento son “25 socios”, la peña lleva poco más de un mes de andadura, y ya ha empezado a ser conocida y “muchos se han interesado”, explica.
Cuando Angelito mostró su interés por este mundillo, ante su insistencia y “pensando que se cansaría pronto”, le dejaron acudir a la plaza a ver cómo entrenaban los alumnos de la Escuela Taurina de Huesca. Marta habló con Pablo Ciprés, que entonces daba las clases -y al que conocía- y durante los primeras días intentó disuadirlo, “le recordaba que sus amigos estaban en el parque pasándoselo bien, le decía que la plaza era un aburrimiento…”.
Pero lo intentos fueron en vano y Angelito se hizo asiduo de esas clases. Durante mucho tiempo fue “en plan de juego y le dejaban coger la muleta y el capote, le enseñaban a conocer los nombres de todo…”. Así ha estado varios años y desde los 12 -en septiembre cumplirá 13- se incorporó como alumno de facto y empezó a ponerse delante de los primeros animales con la escuela. Cabe recordar que en Aragón el reglamento taurino no lo permite antes de esa edad.
El pequeño ya ha recibido algún revolcón, pero lejos de asustarse le dijo a su madre que él no era “de los que se retiran a la primera”. Y añade que todo el mundo les dice que el chico tiene mucho potencial.
Su madre afirma que si estuviera en su mano “lo llevaba a otra extraescolar”, y reconoce que cada vez sufre más, pero se ha resignado y respeta su vocación y hará todo lo posible para apoyarlo y lograr que cumpla su sueño.