Los Muértimer no es solo el apellido de la peculiar familia que protagoniza esta nueva comedia dirigida por Álvaro Fernández Armero. Es también el nombre de una funeraria, gestionada desde la propia vivienda familiar, con velatorios en el salón y un cementerio en el patio trasero. En ese entorno crece Nico, un adolescente silencioso que sufre acoso escolar debido al trabajo de sus padres. Su madre, interpretada por Alexandra Jiménez, lo reconoce en esCine de esRadio sin ambages: «Por momentos parece que se les ha olvidado que tienen un hijo al que atender».

A esta peculiar rutina llega una chica francesa de intercambio. Ella será quien plante cara a los abusones del instituto y se alíe con Nico. Juntos descubrirán un cadáver y un botín de joyas que misteriosamente desaparece, desencadenando una trama que combina misterio, ternura y un humor que nace del absurdo cotidiano.

Los personajes adultos no son villanos, pero tampoco héroes. Para Jiménez, el matrimonio Muértimer es «un par de padres nefastos», encantados el uno con el otro, que «están siempre mirándose a los ojos y nunca miran al niño».

La actriz confiesa que estos personajes, aunque alegres y entusiastas, son profundamente egocéntricos: «Se recrean en sus premios de haber maquillado muertos y haber reconstruido cráneos de manera excepcional». La muerte, en este universo, está normalizada hasta el delirio. Lo extraordinario, lo trágico, se convierte en rutina. Y entre esa rutina, Nico crece sin que nadie advierta su sufrimiento.

Una nueva amistad

Diego Montejo, que interpreta a Nico, defiende con delicadeza el enfoque emocional del personaje: «Tiene la muerte súper normalizada». Desde esa naturalidad construye un adolescente introspectivo que encuentra, en la nueva amistad, un espacio de confianza y empoderamiento. Para el actor, la evolución de su personaje fue sutil: «Empieza de esa manera más tímida y luego Gaby le da fuerza, ánimos y esa valentía para poder mostrar todo lo que siente».

Aunque Alexandra Jiménez no lleva el peso principal de la historia, su trabajo se cimenta en la precisión: «Cuando son solo pinceladas, las tienes que transmitir al espectador, pero no las va a ver». Por ello, subraya la dificultad de lograr que un personaje episódico comunique todo un mundo interior en unos pocos gestos: «Tienen que estar hechas a modo de píldoras donde se vea claramente ese dibujo». Para ella, el verdadero mérito está en sus compañeros: «Se sostiene la película gracias a vosotros», declara sobre el elenco de jóvenes actores.

Celebrar lo que nos hace distintos

Si hay un mensaje que atraviesa toda la película es la reivindicación de lo diferente. Alexandra lo expresa con ternura: «Los héroes sois vosotros. Que se coloque a dos personajes marginados como los grandes protagonistas es uno de los valores de la película». Montejo, por su parte, lo resume con naturalidad: «Ser diferente es lo que mola, si todos fuésemos iguales, qué aburrida sería la vida».

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