Estudios y publicaciones recientes han puesto en un merecido estante popular a pintoras exiliadas de la Generación del 27 como Remedios Varo o Maruja Mallo, aunque otros nombres pertenecientes a esta etapa de vanguardia siguen aún exiliados de la memoria. Este es el caso de Elena Verdes Montenegro, alicantina y pintora de temática costumbrista a cuya vida y obra la investigadora y profesora alicantina Consuelo Sellers dedicó un libro: «Elena Verdes Montenegro. Biografía de la pintora».

Elena Verdes Montenegro Nació en Alicante el 8 de junio de 1904, hija de José Verdes Montenegro y Justa Martín Chozas. Su padre, catedrático e intelectual socialista, obtiene1917 una plaza en San Isidro y toda la familia se traslada de la provincia a Madrid. La capital le dio a Elena la oportunidad de empezar sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios, compartiendo aula con otras alumnas conocidas de la institución como Elvira Gascón y Remedios Varo. Su formación como pintora se combinó también con la enseñanza, lazo de vocaciones que llevó a cabo durante el resto de su vida.

Carné de la Asociación de  Pintores y Escultores y de Elena Verdes Montenegro.

Carné de la Asociación de Pintores y Escultores y de Elena Verdes Montenegro. / –

Verdes Montenegro participó activamente en muestras oficiales muy reconocidas de la época, debutando en el V Salón de Otoño de la Asociación de Pintores y Escultores de Madrid (1924), donde aún hoy se puede consultar su biografía y obra. A lo largo de los años 1929 y 1933 expuso en todos los Salones de Otoño (IX al XIII) , obteniendo en 1928 la distinción de Socia de Mérito en el VIII Salón. Al mismo tiempo, Elena no dejó de presentarse a diversos certámenes nacionales, como la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1926. En 1930 ingresó en el Ateneo de Madrid y sería elegida secretaria del área de Artes Plásticas poco después.

Bodegón de Elena Verdes Montenegro.

Bodegón de Elena Verdes Montenegro. / Elena Verdes Montenegro.

La crítica del costumbrismo

Paisajes, bodegones y retratos formaron parte del corpus pictórico de Elena Verdes Montenegro, que se enfocó en el costumbrismo. El uso de colores vibrantes y cargados de energía en su obra imprime dinamismo a sus composiciones. Un ejemplo que apuntan expertos es que sus bodegones suelen buscar movimiento interno, con objetos en caída. Sobre esto el periodista Antonio de Lezama escribió que «la obra expuesta por esta joven pintora es muy variada» y refleja un «anhelo de llegar, un afán de superación que hace inestimable su obra». Este afán de superación que apuntaba Lezama no cesó a pesar del exilio. Algunas de las obras más destacadas incluyen: Claveles, Flores y frutas, Bodegón, Terraza, Cosas Viejas, Bodegón con coliflor, Retrato de su madre Justa, Vendedora de lotería… quizá sea este último cuadro figurativo uno de los que más críticamente representan el periodo de entreguerras en el Madrid de los años 20 y 30.

Fotonoticia en El Liberal de una de las exposiciones de Verdes Montenegro en 1933.

Fotonoticia en El Liberal de una de las exposiciones de Verdes Montenegro en 1933. / Asociación de Pintores y Escultores

Además de su carrera artística, Verdes Montenegro dedicó su vida a la docencia, donde destacó con creces. La alicantina superó las oposiciones nacionales para Cátedra de Dibujo en 1933 (entre 700 aspirantes), lo que le permitió ejercer en diversos institutos de secundaria en territorios como Guipúzcoa, Álcazar de San Juan, Ciudad Real… fue de las primeras mujeres en acceder a este rango.

Imagen de una de las exposiciones.

Imagen de una de las exposiciones, 1933. / Asociacion Pintores y Escultores

Exilio y vida en México

Tras el estallido de la Guerra Civil la vida de Elena cambiaría. Durante la guerra participó como activista cultural republicana para UGT dentro de la Federación de Trabajadores de la Enseñanza, elaborando carteles antifascistas al servicio de Cultura Popular en Valencia.

En el 39 tuvo que cruzar la frontera francesa por La Junquera. Estuvo en la Colonia Les Bernardoux en Marsac sur l’Isle (Dordogne) desde donde escribió a la Junta de Cultura Española en París (Seine) solicitando ayuda para trasladarse a América: el 24 de mayo de 1939, embarcó en el buque Sinaia en Sète hacia el puerto de Veracruz, donde arribó el 13 de junio. Se establecería definitivamente en Ciudad de México: nunca volvió a España.

En Méximo continuó su labor creativa y docente, siendo parte imprescindible dentro del profesorado del Instituto Luis Vives, fundado por exiliados españoles. Siguió pintando hasta el final de su vida. Verdes Montenegro falleció a los 91 años en la capital mexicana.

Elena Verdes Montenegro no es solo una alicantina ilustre, contribuyó a visibilizar a la mujer en la pintura española de la primera mitad del siglo XX (donde las mujeres representaban un 12%) y, aunque su figura quedó relegada en España durante el franquismo, ha sido recuperada por recientes investigaciones y exposiciones. En diciembre de 2024, una exposición en homenaje a las pintoras españolas exiliadas en México del Colegio San Idelfonso recordó a la pintora alicantina y expuso durante unos meses varias de sus obras que, posteriormente, fueron donados al Museo Bellas Artes Gravina (Mubag). En medios mexicanos como Revistaq.mx se hicieron eco de la noticia señalando que este homenaje finalmente reconocía «la labor hecha por una pintora cuya obra es sumamente valorada por los conocedores del arte pictórico, así como el trabajo de una mujer que nunca dejó de pintar, incorporando en su obra la tradición artística de México, país que le abrió los brazos y le permitió seguir creando arte».

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