Continúan los festejos en Cebreros para honrar a su patrona, la Virgen de Valsordo, y en el día grande de las fiestas la empresa Juncal Toros S.L. compuso un cartel con toros de Martín Lorca, (1º y 2º, bien presentados pero que desarrollaron peligro) y de Julio de la Puerta (3º y 4º, con nobleza que se prestó para sacarles algún buen muletazo), en una tarde que se llegaron a alcanzar los 38 grados y con los tendidos rozando el lleno, dando el colorido las peñas y la presencia de gente del toro, para ver las actuaciones de Manuel Jesús El Cid (de azul azafata y azabache), que obtuvo aplausos y silencio; y Miguel de Pablo (de azul marino y oro), que cortó dos orejas y una oreja que le valieron para ser el triunfador de la tarde y abrir la puerta grande.
Abrió la tarde el de Salteras, Manuel Jesús ‘El Cid’, que desplegó los vuelos de su capote ante Catedrático, nº 11, de Martín Lorca, que pareció que resultaría bueno por como metía la cara y El Cid aprovechó para dejar un bonito saludo de capote. En varas no se le castigó demasiado y en las banderillas el toro respondió bien. Tras el brindis al respetable, el sevillano lo tanteó en el tercio para comenzar el toreo por el pitón derecho con muletazos por alto y luego en redondo. Se pasó la muleta a la izquierda por donde el toro se quedó más corto y según transcurría la faena se orientó y se colaba, buscando al torero y poniéndose difícil por ambos pitones, lo que hizo que El Cid se fuera a por el acero. Tras una estocada desprendida se le ovacionó al de Salteras.
El tercero, nº 53, Ebanista, de Julio de la Puerta, ya de salida dio su condición de distraidillo en el capote de El Cid que trató de encelarle a base de toreo y moviendo los brazos. En el caballo se le midió el castigo con un puyazo. Con La faena de muleta se esforzó El Cid en dejar alguna referencia de su toreo ante un toro que se quedó sin transmisión y ritmo, lo que no ayudó al sevillano a transmitir al tendido su arte. Con el acero, media estocada caída y atravesada. Silencio y pitos para el toro en el arrastre.
El segundo de la tarde, de Martín Lorca, nº 24, Quisquilloso, correspondió a Miguel de Pablo que saludó con un ramillete de verónicas ante un toro de muy buenas hechuras y serio de cara que salió con un buen son. Apretó en el caballo en el único puyazo que recibió. Brindó al publico el madrileño que comenzó su faena junto a las rayas del tercio, empezando a torear sin probaturas por el derecho y rematando con el de pecho largo. Fue en la segunda tanda cuando aprovechó las embestidas del toro para ligar cuatro derechazos por bajo llevando al toro metido en la tela. Con el toreo al natural ligo dos tandas bajándole la mano y tirando y dando longitud a los muletazos, rematando con el de pecho y muletazos del desprecio muy toreros. El acero hizo su efecto entrando media estocada en lo alto y se le concedieron las dos orejas. Se oyeron algunos aplausos al arrastrar al toro.
El que cerró el festejo, un jabonero de Julio de la Puerta, nº 45, Garrochista de nombre, serio de cara que tuvo buenas intenciones pero que acusó algo de falta de fuerza y, tras su paso por el caballo, quedó algo mas ahormado, pero con el fondo justo para aguantar la faena de muleta que Miguel de Pablo. Éste la comenzó con decisión y ritmo por el pitón derecho, dejando tandas muy rítmicas y bien rematadas, tirando de recursos y bajando la mano. Faena de largo metraje que el madrileño supo redondear con el toreo al natural. Con el acero pinchó y, tras ser apuntillado el de Julio de la Puerta, se pidió la oreja, la cual paseó por el anillo el torero madrileño que abandonó el ruedo cebrereño en hombros bajo una gran ovación.