Domingo, 17 de agosto 2025, 02:00
La corrida de ayer, tercera y última de la Feria fue de las de hacer afición. Un cartel del gusto del público donostiarra con un rejoneador en un momento extraordinario y dos toreros, figuras consagradas. Ayudaron los toros tanto de ‘El Capea’ para rejones como los cuatro ejemplares de ‘Zalduendo’. Esta ganadería se está recuperando año a año. Ha mejorado en presentación y trapío. Los toros cumplieron en varas, se fueron arriba en banderillas y nobles y repetidores en la muleta. Los dos ‘Murubes’ de ‘El Capea’ fueron totalmente diferentes muy adecuado para la lidia a caballo el primero y un encastado en manso muy difícil de torear el segundo.
Hace unos años Pablo Hermoso presentó en esta plaza a su hijo como una promesa del toreo a caballo. Hoy, pasado un tiempo, Guillermo se está posicionando como una de las próximas figuras del rejoneo. En el aspecto puramente hípico, monta con gran soltura, domina la técnica de la doma y es hábil en el contacto con el público. Cortó dos orejas en el primero y una en el segundo, pero he de confesar que a mi en el toro que me gustó fue en el segundo. Un toro de más de 600 kilos, con todas las características del encaste Murube, salvo esa alegría de la embestida al caballo. Un toro manso, muy manso. Que rehuía no sólo el caballo sino los capotes de los auxiliadores. Clavó dos rejones de castigo y en el ínterin del cambio de montura Ricardo Raimundo creo recordar le enseñó, con unos excelentes capotazos por bajo a embestir y entonces apareció ‘Berlín’ lusitano, 12 años, negro. Una maravilla de caballo torero. La dupla caballo/caballero obraron el milagro. ‘Banderilla’ comenzó a embestir, de manso, pero a embestir. Lo toreó de frente, quebrando, a dos pistas, con la grupa… clavó con facilidad y eficacia y tras cortas a una y a dos manos un eficaz rejón de muerte mas un descabello. En su primero al que desorejó fue una lidia mas habitual, de doma, de hacer galopar al toro, de clavar quebrando de frente, de lucimiento con las rosas y las cortas y un buen rejón de muerte. Merecido triunfo en resumen del joven estellés.
Los toreros de a pie
Han pasado muchos años desde la presentación de José María Manzanares en Illunbe. Tiene, creo recordar, al menos una concha de oro, pero la actuación de hoy en nuestra plaza ha sido a mi parecer la más completa y artista de todas sus comparecencias. La faena al segundo de la tarde ha sido muy medida, no le ha faltado ni sobrado ningún pase. Ha toreado despacioso y elegante, ha sabido controlar los tiempos y las distancias y ha habido un pase de pecho mágico con el fondo de ‘Cielo andaluz’. Podíamos esperar más en el quinto. Un detalle en este toro…le gustó tanto a José Mari que, lo que es una rareza, lo lidió él en banderillas. La faena comenzó por alto para ir sacando al toro desde las tablas al platillo de la plaza, rematando con dos soberbios pases de pecho. Después inigualable la cadencia y el mimo de dos tandas por el pitón derecho. Siguieron naturales, de esos que se dice dibujan un cartel de toros. Un molinete y ¡ojo! el toro se raja, «canta la gallina» y ahí Manzanares entró en otra dimensión. La del maestro poderoso que obliga al toro en su terreno, a obedecer a los toques en una serie al natural en tablas para después rematar con dos circulares por la espalda sin estridencias y con un vistoso cambio de mano. Fiel a su estilo entró a recibir consiguiendo una buena estocada. Parecía que las dos orejas estaban en el capazo, pero ‘Adivino’ se acostó y se levantó dos veces al ver acercarse al puntillero y finalmente fueron dos golpes de verduguillo los que dejaron el triunfo en un solitario trofeo.
Cerraba la terna Alejandro Talavante. El torero extremeño dio dos versiones de su toreo. En su primero uno para la galería donde mostró en un trabajo muy poco ordenado el abanico completo de los pases que se pueden instrumentar con capote y muleta: Faroles, verónicas, chicuelinas, redondos, naturales, circulares, pases de pecho, cambiados, desplantes…manoletinas. Estocada trasera y oreja,
Distinta la dimensión en el sexto. Más pausado, más torero, casi displicente. Preciosos estatuarios, una gran tanda por el pitón derecho y unos naturales largos y profundos. Elegantes trincherillas y otros buenos naturales. La estocada cayó pelín desprendida, pero el público reclamó los máximos trofeos.
Antes de finalizar esta crónica, quiero significar que en esta corrida se ha despedido después de diez años, el equipo presidencial de la plaza encabezado por uno de los mejores aficionados que quien esto escribe ha conocido: Jesús Ferro. Gracias por tu mesura, por tu bonhomía donostiarra… y junto a él Jesús Mari García ‘Ketu’, asesor taurino, siempre al tanto del reglamento, de los toques, del consejo adecuado en el momento preciso. A los Veterinarios que le han acompañado; hoy Joseba Goikolea, pero también Julio Etxeberria, Iñaki Otamendi y Carlos Boix y como no al presidente suplente, en el callejón, Miguel Tellería. Que nadie lo dude, nos volveremos a encontrar en 2026.
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