Domingo, 17 de agosto 2025, 00:44
Algunos clásicos de la literatura cuentan con el favor popular y se integran en el colectivo social. Así, no resulta extraño leer tuits o posts en redes sociales con párrafos extraídos de las novelas. En más de un perfil de Instagram o X, más de una persona se ha topado con la frase «caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos». O con esta:«Sólo se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos». Las más ingenuas recurren a «haz de tu vida un sueño, y de tu sueño una realidad». Todos los entrecomillados corresponden a ‘El Principito’, de Antoine de Saint-Exupéry. Es un clásico, tanto la obra como el autor.
De lectura recomendada en la enseñanza reglada a fetiche para coleccionistas, ‘El Principito’ no tiene lectores, tiene fans. Hay personas que conservan el ejemplar de su infancia o adolescencia, otras que compran la versión en el idioma del país que visitan, las que regalan tazas, camisetas y totebag con la imagen del pequeño príncipe…
Esta novela es, desde su publicación, un indiscutible éxito en todo el mundo. Se estima que ha vendido más de 200 millones de copias y ha sido traducido a más de 300 idiomas. Ha sido adaptado al cine, al teatro e incluso hay un ballet inspirado en ‘ El Principito’.
Es un clásico. En España los derechos de ‘El principito’ (marca registrada) se liberaron en 2024, ya que para todos los autores muertos antes de 1987 la ley otorga 80 años de plazo. Aquí es donde entra Pedro Oyardibe, el ilustrador de las portadas de la saga ‘Blackwater’.
Residente en Ruzafa, el artista ha dado la vuelta al icono literario. El principito, el ternero, el lobo, el aviador, el ternero, la flor… los elementos gráficos de la novela han pasado por el estilo Oyarbide. ¿El resultado? No se ha perdido la esencia de Saint-Exupéry, pero al mismo tiempo tienen la huella del ilustrador de ‘Blackwater’. Se identifica la mano de ambos autores.
«Para mí era un reto ilustrar ‘El Principito, porque forma parte de la cultura popular. Es el libro de referencia de mucha gente. Las ilustraciones juegan un papel principal en la novela», explica Pedro Oyardibe a LAS PROVINCIAS.
Saint-Exupéry tiene un estilo muy marcado, reconoce el dibujante madrileño. Algunas imágenes pueden resultar naíf o aniñadas, continúa. Esta peculiaridad no es del gusto de todos e incluso a algunas personas les puede echar para atrás. Ahí había otro desafío y es el que emprendió Oyarbide.
«No es ‘El Principito 2.0’,sino la versión de otro ilustrador. No me atrae el concepto de sustituir ni de desbancar. Es una obra en paralelo a la original, planteada como un homenaje a un clásico», explica el artista desde Valencia.
‘El Principito’ de Oyarbide se publicó en junio. «Ha tenido buena acogida», resume. Los lectores de Saint-Exupéry son exigentes. «Los coleccionistas con los que he hablado se han mostrado satisfechos con mi trabajo. Para mí eso es un halago», explica Oyarbide, quien avanza que ‘su’ principito también se publicará en Latinoamérica.
Pese a la sencillez de las ilustraciones originales, una nueva versión entrañaba una dificultad añadida, según Oyarbide. «El aviador de la historia no sabe dibujar cuando traza el elefante o la serpiente. Había que hacer esos dibujos de forma no profesional y lo hice a través de blocs de notas arrancadas, lo superpuse con mis ilustraciones», explica el dibujante, que tiene dos libros en marcha.
«Por favor, ¡dibújame un cordero!», así comienza ‘El principito’. Quizá a partir de ahora a Oyarbide le pidan:«Por favor, ¡dibújame un principito!».
La novela narra el sorprendente encuentro entre un piloto caído en medio del Sáhara y un pequeño príncipe que vive en un asteroide y decide viajar por el universo. Este poético y filosófico cuento infantil ha seducido a generaciones y generaciones de lectores, pequeños y mayores, desde su publicación por primera vez en 1943, en inglés y en francés, por la editorial Reynal & Hitchcock. La editorial francesa Gallimard no pudo publicar la obra hasta 1946, tras la liberación de Francia.
Saint-Exupéry encontró un punto de articulación entre lo íntimo y lo universal, con palabras muy sencillas, con imágenes muy simples. Ahí radica el éxito del libro. Oyarbide mantiene la vinculación de lo íntimo y lo universal con sus ilustraciones. No se puede leer ‘El principito’ sin los dibujos. Los dibujos y el texto están íntimamente unidos. Es más que una ilustración.
Saint-Exupery fue, para algunos, un visionario. Escribió sobre la amistad, el amor, los viajes, la muerte y la ecología, adelantándose a su tiempo. En poco más de 100 páginas escribió una historia universal que cuenta mucho más que el viaje de un niño que hace preguntas.
La propuesta de Oyardibe es una forma interesante de redescubrir un clásico que nos enseña a mirar el mundo con otros ojos. El creador madrileño, portadista del fenómeno editorial de ‘Blackwater’, ilustra todo el libro de Saint-Exupéry, no se queda sólo en la primera plana como en la saga de firmada por Michael McDowell.
Cuando el escritor norteamericano lanzó oficialmente al mercado esta saga en 1983 en EE.UU., ya cosechó un gran éxito, mucho más de que él esperaba originalmente. En España, triunfó más tarde.
McDowell nació en Alabama (Estados Unidos) en 1950, y llegó a convertirse en su poco tiempo de vida en un reconocido escritor y guionista del género de terror. Se graduó en Harvard y fue doctor a través de la Universidad de Brandeis. Fue amigo personal de Tim Burton y de Stephen King, quien decía de él que era «el escritor más refinado de los Estados Unidos», por su lenguaje cuidado y sin adornos innecesarios.
Sin embargo, Antoine de Saint-Exupéry nunca conoció el inmenso éxito de su libro. Antes de que saliera a la venta, el autor se llevó consigo uno de los ejemplares en francés en su viaje de Nueva York a Francia, a la que volvía con el fin de seguir sirviendo al ejército aliado en la lucha contra los nazis. Pero el 31 de julio de 1944, despega de un campo de aviación de Córcega para cumplir una misión de la que no regresaría jamás.
Hay un punto geográfico que une a Saint-Exupéry, Michael McDowel yPedro Oyarbide. Se trata de Ruzafa. Desde el estudio del creador madrileño han salido ‘El Principito’ del siglo XXI, las portadas de ‘Blackwater’ y la ilustración de la dana en homenaje a los voluntarios y afectados de la catástrofe.
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