8,857 segundos, a 81,3 km/h, eso ha firmado Matthew Richardson
En apenas dos días , Matthew Richardson dejó escrito su nombre en la historia del ciclismo de pista.
El velocista británico, de 26 años, se presentó en el velódromo de Konya, en Turquía, con una idea fija en la cabeza: romper la barrera de los nueve segundos en el mítico 200 metros lanzado.
Y vaya si lo consiguió.
El jueves firmó lo que parecía imposible: paró el crono en 8,941 segundos, batiendo el récord del mundo que hasta entonces ostentaba el neerlandés Harrie Lavreysen, campeón olímpico en París con un tiempo de 9,088.
Richardson se convirtió así en el primer ciclista en bajar de los nueve segundos, con una media de 80,5 km/h.
Nada más terminar, confesó que había rodado parte del intento fuera del carril de velocidad y que aún le quedaba “gas en el tanque”.
Su sonrisa lo decía todo: había cumplido el objetivo por el que había viajado hasta la altitud de Konya.
Pero lo mejor estaba por llegar.
Apenas 24 horas después, volvió a colocarse en la línea de salida, esta vez con la certeza de que podía rebajar aún más el registro.
Y lo hizo: 8,857 segundos, a una media de 81,3 km/h. Dos récords del mundo en dos días consecutivos. Él mismo lo resumió con naturalidad: “Sabía que había tiempo en la mesa después de lo de ayer. Si ejecutaba bien, pegado a la línea negra, iba a ir más rápido, y así fue”.
Las reacciones no se hicieron esperar.
Desde las gradas, los aficionados se levantaron incrédulos al ver que Richardson había vuelto a mejorar lo que ya parecía inmejorable.
En redes sociales, muchos lo bautizaron directamente como el ciclista más rápido de todos los tiempos.
La comunidad ciclista internacional, acostumbrada a ver récords caerse de vez en cuando, reconoció que lo de Richardson era distinto: romper la barrera psicológica de los nueve segundos y encima mejorarla al día siguiente lo colocaba en otra dimensión.
El propio corredor admitió sentir un gran alivio: “Ya está hecho, el récord queda ahí. Es algo fuera de mi control”.
Con un pasado en la selección australiana y medallista en París, Richardson se ha convertido ahora, defendiendo los colores de Gran Bretaña, en el primer británico en tener este récord.
Y lo hizo sobre una máquina futurista: una Hope-Lotus HB.T con piezas impresas en 3D y un maillot aerodinámico diseñado al milímetro.
Dos días, dos récords y una certeza: Matthew Richardson ya puede presumir de ser, literalmente, el ciclista más rápido sobre un velódromo.