Uno mira una fotografía doméstica en la que aparece y sobre la cual ya pesan los años. En ella aparece también algún familiar, un tío, una madre o quizá un padre, que le abraza a uno o le da un beso en la mejilla. Es un retrato cotidiano de un momento puntual, feliz, cariñoso y seguramente importante: un cumpleaños, un bautizo, una fiesta de navidad. La estampa es alegre, las sonrisas inundan el rectángulo de la foto, pero al verla ahora, tantos años después, sabiendo cosas que no se sabían entonces o habiendo pasado cosas que eran impensables en ese instante, la instantánea cobra un nuevo significado, quizá más dramático, puede que incluso triste, pero no pierde el poso alegre de antes, simplemente convive con ello.

Algo similar a esto es lo que ha experimentado Marina Planas. La artista e investigadora, además de responsable del centro cultural de Casa Planas, expone estos días en La Misericòrdia Cualquier cosa puede acabar con todo en cualquier momento, un proyecto que se originó durante el confinamiento y que en 2024 se alzó con el Premi de Fotografía Talent Illenc del Consell de Mallorca. A lo largo de las distintas obras que componen la muestra, Planas explora la complicada relación materno-filial que ha experimentado ella misma con su madre, diagnosticada de trastorno paranoide de la personalidad.

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Imagen de una de las piezas que componen la exposición.

Durante el día de mañana, a las 19.30 horas, Planas llevará a cabo una visita guiada de esta iniciativa que se ubica en la sala del Arxiu del So i la Imatge de Mallorca, en La Misericòrdia. En el recorrido, la artista detallará el origen de la obra así como el proceso que ha seguido para llevarla a cabo. Cabe destacar que, a excepción de una única fotografía, toda la propuesta se nutre de material de archivo doméstico privado de la propia Planas. Ella misma bromea con que «no podía faltar el archivo» en un proyecto propio.

Así pues, las distintas estrellas que conforman la constelación de Cualquier cosa puede acabar con todo en cualquier momento brillan con luz propia de forma independiente. Desde Tener la sensación de que todo se rompe en mil pedazos, el gran tríptico que gobierna la sala desde el fondo con una imagen de la madre de Planas de espalda a la cámara. «Es como si ella le hubiera dado la espalda al mundo», explica la autora sobre la única imagen tomada por la propia Planas que se halla en la exposición. Es un imagen potente que habla sobre lo «sola y rechazada» que pudo sentirse su madre ante la incomprensión de su trastorno, ante la violencia del sistema psiquiátrico y la innecesaria agresividad del protocolo.

Otras de las obras que conforman la muestra son Despersonalizar, degradar, fragmentar, que a través de 14 planchas de metacrilato va difuminando la imagen de una persona que se ve consumida, «superada» por una enfermedad que puede llegar a ocultar todo lo que hace de uno quien es, pero que del mismo modo que hace desaparecer, no se trata de un camino irreversible.

El fracaso que sigue al cuidado es, por otro lado, una pieza que se nutre de la imagen antes que del concepto. Un díptico formado por una fotografía de la madre de Planas besando a la recién nacida autora de la obra que se contrapone a una imagen de mediados de los años 40 que muestra a una paciente sufriendo una terapia de electrochoque. Habla de los fracasos a la hora de acompañar, de comprender, de sanar, pero sobre todo es una reflexión sobre cómo todo lo que falla o daña a una madre es, a su vez, un fallo o daño a la hija.

Además de las piezas mencionadas y otras no citadas en este texto, destaca también la propuesta que da nombre a toda la exposición y que se compone de 23 fotografías acompañadas cada una de un texto.Todas las imágenes son, precisamente, instantáneas caseras, familiares, alegres, pero los textos, que son parte del diario de la propia Planas o citas de autores que han tratado los trastornos, como Lacan o Foucault, que chocan frontalmente con la parte visual. Es la búsqueda de quién era la madre de Planas antes del diagnóstico, si queda algo de ella o si ya había, quizá, algo del diagnóstico oculto en esas fotografías. Debajo de lo feliz de la fotografía mostrada, se oculta latente la posibilidad del trauma, de la herida, o, dicho de otra manera, de que lo que fue alegre pueda acabarse en cualquier momento para ser dual.