Recientemente corrieron como reguero de pólvora las declaraciones del mítico mexicano Jo Ramírez criticando a Sergio Checo Pérez, en las que afirma que el expiloto de Red Bull no ha rendido por su gusto por el dinero y que no se ha entregado a la Fórmula 1 como debería.

Joaquín Jo Ramírez es toda una leyenda en Fórmula 1, empezó como mecánico con Ricardo Rodríguez y prácticamente sin dinero en los bolsillos se marchó a Europa para seguir su sueño de ser parte del Gran Circo. Vaya que lo consiguió, trabajó con Jackie Stewart, fue jefe de equipos como Shadow y a mediados de los 80 llegó a McLaren para convertirse en coordinador deportivo, colaborando codo a codo con su director Ron Dennis y con pilotos como Niki Lauda, Alain Prost, Ayrton Senna o Mika Hakkinen. También trabajó de cerca con figuras como Dan Gurney o Jackie Olivier, ganando infinidad de carreras desde GPs hasta de prototipos y resistencia. En 1998 se retiró de la F1 y desde entonces se ha convertido en una figura admirada.

Jo está acostumbrado a ser escuchado, a ser tomado en cuenta, y claro, se lo ha ganado por su historia que incluye su participación en 479 Grandes Premios, 10 campeonatos mundiales de pilotos y siete de constructores. Sabe lo que es ver a un piloto hacerlo todo a un lado por ser campeón del mundo, sacrificar familia, vida personal, ver morir a compañeros, etc. Ese es el nivel de compromiso que demanda alguien como él, algo que quizá Checo no está dispuesto a hacer sobre todo desde su último año en Red Bull en donde era ignorado y era más provechoso dedicarse a sus negocios.

Sin embargo, la crítica a rajatabla de Ramírez hacia Pérez tiene su contexto detrás. Entre Jo y Checo hay una relación fracturada desde hace mucho tiempo. La personalidad del piloto mexicano nunca ha sido la de rendirle pleitesía a nadie y esa mentalidad precisamente es la que lo ha blindado frente a críticas durante toda su estancia en F1, con la piel lo suficientemente dura como para, por ejemplo, rendir en un equipo como Red Bull. Jo buscó cobijar a Pérez desde que competía en GP2, pero al piloto jamás le interesó demasiado enfrascarse en homenajearlo tanto a él como a su legado histórico. Checo estaba concentrado en hacerlo bajo sus propios términos, lo que a la postre terminó dándole la razón.

Cuando Checo Pérez llegó a McLaren, el equipo de los amores de Jo, se convirtió en un asunto personal. Ramírez, en la reedición de su libro Mi vida en la Fórmula 1 toca los años de Checo en McLaren y acusa su pérdida de piso como la principal causa de su falta de compromiso y rendimiento. Pero Jo excusa que McLaren tuvo su peor etapa en toda su historia, cayendo en un bache del que apenas ha logrado salir, de modo que si Pérez fracasó fue porque se le “subió”. Desde entonces, Ramírez asumió que si Pérez no iba a tomarlo en cuenta, lo criticaría sin tocarse el corazón.

Hoy, tanto el legado de Ramirez como el de Pérez son inconmensurables en la F1. Ambas visiones son perfectamente válidas, pero incompatibles entre sí.

@jorgedialogante



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