Antes de que los tres fuesen lo bastantes adultos como para que alguien les preguntase su opinión sobre los transexuales, a JK Rowling, Daniel Radcliffe, Emma Watson y Rupert Grint le parecía una elección perfecta. Los tres habían crecido como Harry, Hermione y Ron y habían ensanchado los ya extensos límites de su creación. Harry Potter era el gran fenómeno cultural masivo del siglo XX gracias, también, a esos tres niños que hoy ya superan ampliamente la treintena.
En algún momento, la relación entre Rowling y los demás se torció. No ayudó que ninguno de los tres actores temiera perder puntos para Gryffindor si no se alineaban con la transfobia de la autora. Recientemente, un usuario le preguntó en redes sociales a Rowling cuál era la peor elección de reparto para Harry Potter y ella respondió con otra pregunta: «¿Te puedo dar tres pistas?» Seguramente, ninguno de los cuatro pensó que así terminaría una relación que comenzó hace ya dos décadas y media, en una sala de audiciones.
Un renegado, una prodigio y un rapero
Daniel Radcliffe fue El niño que sobrevivió, aunque, al principio, él era El niño que no quería ser el niño que sobrevivió. Radcliffe contaba con experiencia como actor, ya que había participado en una versión de la BBC sobre David Copperfield. Justo en ella lo vio el director Chris Columbus, que se puso en contacto con los padres para que se presentasen, a la mayor brevedad posible, por los estudios de la Warner.
A diferencia de sus dos compañeros, a Daniel Radcliffe fueron a buscarlo para que formase parte de Hogwarts. No en una moto voladora en su cumpleaños, eso sí. Los padres de Radcliffe eran reticentes: actuar una vez para la BBC era una cosa, y comprometerse con una franquicia multimillonaria durante años, otra bien distinta. Aquello podía comprometer el futuro de su hijo y, también, acarrearle problemas de todo tipo. No estaban del todo equivocados. Sin embargo, la insistencia de Colombus y de su equipo inclinó la balanza y Radcliffe accedió a ser Potter.
Emma Watson, como Rupert Grint, entró a través de un casting: quienes valoraron su interpretación, cuentan que tuvieron muy claro desde el principio que aquella niña sería Hermione Granger. Más tarde, conocieron nueva información: Emma Watson era considerada un prodigio en su clase (terminaría estudiando en la universidad de Oxford, de donde procede) y descendía de una mujer a la que habían declarado bruja.
Rupert Grint fue el último. Como Radcliffe, él tenía formación como actor (Emma Watson nunca se había puesto ante una cámara), pero no usó su currículo para ganarse el puesto. En su lugar, mandó un vídeo en el que improvisaba un rap sobre su personaje, al que conocía de los libros. Al director de casting, le pareció que aquello era muy propio de Ron Weasley y le dio el papel.
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