Sábado, 26 de julio 2025, 20:27
El viernes, en la primera jornada en Rocester, el LIV de Inglaterra, Jon Rahm tuvo oportunidades de todos los colores para hacer birdies. Putts largos, … cortos, medianos, con caída, sin caída, con pendiente a la derecha, con pendiente a la izquierda, cuesta arriba, cuesta abajo… Pero no hubo manera. No es que el vizcaíno leyera mal los greenes, pero faltaba algo, esa sensación que notan los golfistas cuando consiguen convertir el putt en una prolongación de sus brazos de forma natural, sin forzar. Pero si algo tiene el golf es que todo puede cambiar en un parpadeo. Y este sábado, casi en frío, en esos primeros hoyos que suelen ser de tanteo para calibrar el cuerpo y la tensión de la bolsa de palos, el vizcaíno, como de la nada, encadenó dos birdies en las banderas 13 y 14, las que le tocaron en suerte para empezar la segunda vuelta de un torneo en el que el de Barrika defiende el título conseguido el pasado año.
El comienzo era inmejorable porque situaba a Rahm por debajo del par después del mal día en la oficina de la víspera, en la que logró sobrevivir con su inmenso talento para empatar con un campo cuyas calles invitan a arriesgar y que no castiga en exceso los fallos en sus salidas por las laderas. El paso por los tres siguientes hoyos también presagiaban una buena tarjeta porque el ganador de dos majors los gestionó con el golf académico que suele caracterizar a quien se mueve con seguridad en el espectacular recorrido del club construido a pocos kilómetros de Birmingham. Esa percepción creció cuando demostró que su putter estaba afilado en sendos tiros en los greenes de los hoyos 2 y 3 que canjeó con dos birdies prometedores. Menos cuatro y nueve banderas aún por visitar.
El problema para el vizcaíno es que en la zona noble de la clasificación empezaba a abrirse una importante brecha entre un estelar Joaquin Niemann al que le salía todo y el resto. Y aunque su rendimiento en ese momento era excelente, las posibilidades de acercarse al chileno decrecían con el transcurrir de la jornada. Su máximo rival y líder de la liga saudí llegó a colocarse con un estratosférico menos 14 que supo mantener hasta el final con una tarjeta de 63 golpes. La distancia del sudamericano con sus adversarios es sideral y sólo un bajón de dimensiones bíblicas hoy en la tercera y definitiva vuelta le puede privar de la victoria y de ampliar su ventaja sobre Rahm, segundo en la general, y el siempre competitivo DeChambeau.
El primer bogey
El comportamiento de Rahm en las calles y los greenes apuntaba a un resultado esperanzador, pero el primer lunar apareció en el hoyo 6, un bogey que rompía su lento pero determinante caminar hacia las alturas de la clasificación. Sin embargo, supo sobreponerse a la situación y volvió a recuperarse con tiros rectos y certeros que le dieron nuevas opciones de robarle golpes al recorrido. Su insistencia obtuvo premio en el hoyo 10, el segundo par cinco de Rochester. Sin embargo, el bogey en el 11 supuso un nuevo frenazo. Quedaba un hoyo, el 12, y Rahm no se dejó ir. Salida a calle, disparo quirúrgico a green y otro putt dentro. Menos cuatro final. A un mundo, eso sí, de un intratable Niemann.
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