«Ahí abajo estaba la casa de mi abuela paterna. Ahora mismo no queda absolutamente nada, ni tampoco de muchas otras casas. Todo un pueblo destruido», relata Magdalena Nogueira en un vídeo que refleja los graves destrozos que el incendio ha causado en San Vicente de Leira, una aldea de Vilamartín de Valdeorras devastada por el gigantesco incendio que arrasa la comarca, tras avanzar con alta intensidad, con un comportamiento «convectivo», según la Xunta, que puede unir en uno los frentes de Valdeorras y León.

Numerosas casas, muchas habitadas, han quedado destruidas en San Vicente, donde tampoco hay luz, cobertura, ni agua corriente, lo que dificulta la habitabilidad para quienes conservan sus propiedades en buen estado. La gran parte de las construcciones están afectadas parcialmente o del todo. «Una casa renovada desde hace poco, no hace ni un año, pasto de las llamas», muestra Magdalena en un vídeo. La catástrofe en la localidad es un ejemplo más, como en otras aldeas ourensanas, del balance de daños ingente de una emergencia por los incendios que ha destrozado numerosas propiedades en distintos puntos de una provincia que vive días al límite.

Con el altavoz de la red social, Magdalena ha dado resonancia al «abandono inaudito», dice, que los habitantes del pueblo han sentido durante el proceso del incendio. «La aldea va a ser pasto de las llamas en cuestión de minutos. No hay ningún bombero, ni motobombas, ni hidroaviones ni helicópteros, después de haber hecho cuatro llamadas informando del riesgo», exponía esta mujer sobre las tres y media de la tarde del sábado, en los momentos previos a la tragedia, en unos instantes de tensa espera, con una cordillera de fuego acercándose a la aldea, con los vecinos solos ante el peligro.

Así se acercaba el incendio a San Vicente, a primera hora de la tarde del sábado.

Así se acercaba el incendio a San Vicente, a primera hora de la tarde del sábado. / CEDIDA MAGDALENA NOGUEIRA

«Cero medios de extinción, cero hidroaviones, ni helicópteros ni bomberos. Dejaron morir este pueblo por completo», se dolía esta mujer, tras el paso arrollador del fuego. «Han ardido castaños y cerezos», completaba en otro vídeo, mostrando un árbol centenario, del que ahora, queda la ceniza.

Un helicóptero en la comarca

En la misma jornada en la que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el titular de la Xunta, Alfonso Rueda, se reunían en Ourense, esta vecina mostraba en redes su tristeza. «Cuatro llamadas previas al 112 y ningún tipo de ayuda. Solo espero que le vengan a dar la mano a mis vecinos las autoridades», expresaba con malestar.

Este domingo por la tarde, de regreso a Madrid en autobús tras una semana de vacaciones en el pueblo de sus raíces, una estancia golpeada por la desolación de un fuego catastrófico, Magdalena ampliaba su testimonio en una conversación con FARO. El relato sobre el incendio que ningún medio de extinción llegó a atacar en la zona, lamenta esta mujer, comienza el 15 de agosto, el pasado viernes, cuando en la comarca solo había un helicóptero de extinción mientras las llamas corrían por A Rúa, Petín, Larouco y Vilamartín.

«A las cinco de la tarde, aproximadamente, vino una vecina a avisar de que había un incendio enfrente de nuestra aldea, en una cumbre, aún a unos kilómetros pero aproximándose a los montes de las aldeas de O Roblido y Cernego, en el municipio de Vilamartín».

Magdalena llamó al 085 para informar de ese fuego, pero «en ese momento ya no tenía línea móvil ni fija, ni datos, no había cobertura. Estábamos ya totalmente incomunicados», describe. Llamó al 112 —siempre es posible contactar con el servicio de emergencias— y notificó la situación, porque, aunque el frente todavía se encontraba alejado, temía que llegase a la aldea.

«Volví a llamar a las once de la noche del viernes, pero en esas horas no mandaron ningún tipo de helicóptero ni avión». Uno de los motivos de su llamada a esa última hora era que, al amanecer, con luz, pudiera acudir algún medio aéreo. No sucedió. Esa jornada sí apareció en el pueblo un taxista, enviado por el Concello, para avisar de que se desalojara la aldea y los vecinos acudieran al pabellón municipal.

Una de las viviendas de San Vicente que han quedado destruidas por el incendio.

Una de las viviendas de San Vicente que han quedado destruidas por el incendio. / CEDIDA MAGDALENA NOGUEIRA

Los peores augurios se cumplieron, por desgracia, el sábado 16 de agosto. Durante las primeras horas, la orografía de cumbres y faldas ocultaba la ubicación del incendio, que avanzaba escondiéndose de San Vicente. Cuando el humo empezó a concentrarse en la aldea, horas más tarde, la amenaza ya estaba al lado.

«Alrededor de las 15.30 empezaron a sonar las campanas para avisar, y volví a llamar al 112 porque veía un riesgo inminente», subraya Magdalena. «Dijeron que lo iban a notificar, pero de nuevo no hubo, en todas esas horas, ni un solo hidroavión, helicóptero, bombero o motobomba», critica esta vecina. «Siento impotencia, porque notifiqué lo que pasaba en 4 ocasiones y no vino absolutamente ningún tipo de medio, nadie», reitera. San Vicente se suma al triste listado de aldeas de Ourense arrasadas por una de las peores emergencias de la historia de la provincia.