A  los 12 años, Elena Melich no imaginaba que acabaría dedicando su vida al golf. Por aquel entonces, su rutina deportiva seguía un pacto familiar: probar cada año un deporte distinto. “Empecé con gimnasia rítmica, judo, tenis, atletismo… Cuando terminé con el tenis, mi padre me propuso probar golf porque él lo había jugado. Me apunté a la escuela de Cabanillas y, aunque empecé tarde, me enganchó desde el primer día”, recuerda.






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La primera competición que disputó estuvo marcada por un diluvio. El campo quedó embarrado y las condiciones eran extremas. “A pesar de acabar empapada, me encantó. De la forma más inesperada, les dije a mis padres que quería seguir con el golf y no probar otros deportes”. Aquella decisión cambió su vida.

Pronto, Elena quiso más. “Pedí a mis padres que me apuntaran a competiciones más serias. En la Comunidad de Madrid había más torneos y eso me ayudó a crecer”. Su progresión fue meteórica: subcampeona de España por equipos en 2017, tercera en 2019, top en el Internacional de España, tercera del país en categoría sub-18 y presencia en el ranking amateur mundial desde 2019. En 2021 y 2022 fue subcampeona absoluta de Madrid.

Su talento y dedicación le llevaron a dar el salto a Estados Unidos gracias a una beca deportiva. Allí pasó cuatro años formándose y compitiendo. “Siempre tuve en la cabeza la idea de vivir del golf, pero fui paso a paso. Conseguir esa beca fue un punto de inflexión”. Durante ese tiempo, aprendió a convivir con la presión, a adaptarse a nuevos formatos de juego y a enfrentarse a rivales de gran nivel.

Melich reconoce que nada de esto habría sido posible sin el apoyo familiar. “Gracias a mis padres estoy donde estoy. El golf es un deporte costoso: se necesitan mínimo 14 palos, cada uno con su función. No son baratos, aunque duran años. Los míos ya tienen cuatro”.

En cuanto a su preparación, su rutina es exigente: “Entreno mínimo cuatro días de golf y uno de gimnasio. Hay que simular situaciones de competición, que es muy impredecible. Se trabaja fuerza, movilidad, explosividad y rango de movimiento. Queremos pegar largo en un swing pequeño, como un tirachinas”.

Elena también rompe estereotipos sobre el golf femenino: “Es verdad que el golf masculino tiene más visibilidad porque le pegan más largo y es más show, pero las mujeres estamos demostrando que tenemos las mismas habilidades. Al final, se trata de dejar la bola cerca y aprovechar tus capacidades como jugadora”.

En el salto al profesionalismo, la parte mental es clave. “En el golf parece que no, pero es muy mental. Cuando quieres dar lo mejor y no sale, hay que mantener la compostura y centrarse en el presente. La respiración y la rutina ayudan a mantener ese estado zen. Una partida dura unas cuatro horas con más de 10 kilómetros caminando. Si te despistas, se va todo al garete”.

Como profesional, ya compite en el Santander Golf Tour. “El calendario empieza en marzo y termina en noviembre. Quedan cinco pruebas y quiero dar mi mejor versión para llegar a la escuela del Tour Europeo en diciembre. Ahí me juego el acceso. Si consigues el full estatus puedes disputar todas las pruebas. Es mi objetivo y voy a por todas. Llevo toda mi vida luchando por esto”.

Su sueño es claro: vivir del golf. “Desde que me lo tomé en serio, fue mi meta. Ojalá lo consiga”. Aunque admite que en España el golf sigue siendo un deporte minoritario, valora su riqueza técnica y la diversidad de estilos. “Lo bonito del golf es que no todos los jugadores pegan el mismo golpe. Es un deporte muy interesante”.

Incluso la vestimenta forma parte de su identidad como deporte. “Ha evolucionado mucho, pero mantiene normas de etiqueta. El golf se asocia con ser dama o caballero, con elegancia, y la ropa debe ir acorde a esos estándares”.

A base de disciplina, mentalidad y ambición, Elena Melich ha roto una barrera: ser la primera profesional del golf en la provincia de Guadalajara. Ahora, su mirada está puesta en Europa y en seguir demostrando que los sueños, con trabajo y determinación, pueden alcanzarse. Y si algo ha dejado claro en su trayectoria es que no hay lluvia, distancia o presión que frene su golpe. Vamos a tener que empezar a estar pendientes del golf.

 

   ELENA MELICH, EN ALCARRIA DEPORTIVA

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