El diagnóstico de la hipertensión arterial es diferente según la guía clínica que se consulte, aunque su prevención y tratamiento suelen ser muy similares. Por ejemplo, en EE.UU. el diagnóstico de hipertensión arterial empieza a partir de 130/80 mmHg, mientras que las guías europeas siguen poniendo el límite en 140/80 mmHg.
Aunque es una sutil diferencia, este límite implica que casi la mitad de los adultos estadounidenses tendrían ya un diagnóstico de hipertensión, que se trata del principal factor de riesgo cardio y cerebrovascular conocido.
Ahora, la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA) y el Colegio Estadounidense de Cardiología han vuelto a actualizar sus guías clínicas. La revisión les ha permitido ser más exhaustivos si cabe en algunas de sus recomendaciones, y añadir otras que pasan de «recomendaciones» a mandatos.
Las nuevas guías mantienen su énfasis en recomendar que la prevención y el control de la tensión arterial elevada se base en hábitos de vida saludables. Estos incluyen seguir una dieta saludable para el corazón -con un menor consumo de sal-, mantenerse físicamente activos, mantener un peso saludable y controlar el estrés. Asimismo, aconsejan el inicio de tratamiento antihipertensivo de forma precoz, incluso con fármacos de doble acción de inicio dependiendo del caso.
Recordemos que la hipertensión arterial, según la anterior guía de 2017, y continuando en la actual guía de 2025, se diagnosticaría de la siguiente forma:
– Tensión arterial normal, menor a 120/80 mmHg.
– Tensión arterial elevada, 120-129/80 mmHg.
– Hipertensión arterial grado 1, 130-139/80-89 mmHg.
– Hipertensión arterial grado 2, igual o superior a 140 mmHg; igual o superior a 90 mmHg.
Respecto a las pautas específicas de estilo de vida, la nueva guía recuerda el conocido como Life’s Essential 8, las métricas de la Asociación Americana del Corazón para la salud cardíaca que han ido modificándose y actualizándose durante los últimos años. Pero, de forma específica en el caso de la hipertensión, la guía indica:
– Limitar la ingesta de sodio a menos de 2.300 mg diarios, siendo el límite ideal de 1.500 mg.
– No consumir alcohol o, al menos, no superar más de dos unidades diarias en hombres o más de una unidad en las mujeres.
– Manejar el estrés con ejercicio.
– Mantener un peso saludable.
– Seguir un patrón de alimentación cardiosaludable, similar a la dieta DASH.
– Aumentar la actividad física a al menos 75-150 minutos semanales, incluyendo ejercicio aeróbico o «cardio» y ejercicio de fuerza.
– Controlar los niveles de tensión arterial en casa para una menor adaptación al plan de prevención y tratamiento.
Como cambio significativo respecto a la anterior guía de 2017, las nuevas guías incluyen el uso de la calculadora de riesgo PREVENT (Predicción del Riesgo de Eventos de Enfermedad Cardiovascular en sus siglas inglesas) de la Asociación Americana del Corazón, desarrollada en 2023.
Esta herramienta estimaría el riesgo de enfermedad cardiovascular a 10 y 30 años en personas de 30 a 79 años, teniendo en cuenta variables como la edad, sexo, tensión arterial, niveles de colesterol y otros indicadores de salud. Además, sería la primera calculadora que tiene en cuenta medidas de salud cardiovascular, renal y metabólica.
Además del uso de esta nueva herramienta, las guías recomiendan dos cambios importantes en las pruebas de laboratorio que se suelen solicitar en una evaluación inicial:
– El cociente albúmina-creatinina en orina, una prueba de salud renal que anteriormente se recomendaba de forma opcional, ahora pasa a ser una recomendación para todos los pacientes con hipertensión arterial.
– El cociente aldosterona-renina plasmática, una prueba que detecta el aldosteronismo primario en más pacientes. Se trata de una afección que se produce cuando las glándulas suprarrenales liberan demasiada aldosterona, causando una hipertensión arterial junto a unos bajos niveles de potasio.
Cabe destacar que las guías europeas ya aconsejaban el uso de estos cocientes, especialmente el cociente albúmina-creatinina en orina, siendo esta una prueba recomendada en las guías de insuficiencia renal de Estados Unidos (guías KDIGO) desde hace más de una década, aunque de forma específica en pacientes con algún tipo de deterioro renal. En este caso, las guías de hipertensión también aconsejan realizarla de forma constante en pacientes con esta última dolencia.