El régimen franquista dejó tras de sí toda una ristra de edificaciones ligadas a la arquitectura institucional que todavía en la actualidad siguen en uso. Más allá de la antigua Casa Sindical, actual Ministerio de Sanidad, declarada hace unos días Bien de Interés Cultural (BIC), Madrid es el escenario principal en donde estas construcciones se yerguen imponentes en las avenidas y paseos más transitados. En estas líneas, un experto recorre algunos otros grandes ejemplos de inmuebles de la época que todavía no gozan de ningún tipo de protección.
El Consejo de Ministros aprobó a finales de julio la declaración de BIC, en la categoría de Monumento, del edificio de la Casa Sindical ubicado en los números 18 y 20 del Paseo del Prado. Esto supone la aplicación de la máxima categoría de protección que establece la Ley 16/1985. Fue erigido en 1955 tras un concurso realizado en 1949 que ganó el arquitecto Francisco de Asís Cabrero, tal y como recuerda el vocal de Patrimonio del Colegio Oficial de Arquitectura de Madrid (COAM), Ramón Andrada.
A día de hoy el edificio alberga la sede del Ministerio de Sanidad y del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, igual que lo hacía hasta hace un tiempo con la sede del Ministerio de Juventud e Infancia.
Hospital La Princesa. (COAM)
Situada en los límites del Paseo del Prado y Buen Retiro, en el entorno del llamado ‘Paisaje de la Luz’, Patrimonio Mundial de la Unesco desde 2021, el enclave se amplió en 1960 con una nueva construcción planteada como una extensión de la primera y que, en la actualidad, alberga la sede de Comisiones Obreras en la capital. Andrada apunta que la construcción de este edificio «supuso el inicio de la apertura del régimen franquista hacia otra formas de arquitectura».
Una nueva época: sin ornamentación
Según comenta este especialista, Asís Cabrero planteó un edificio con volúmenes simétricos al Paseo del Prado con una concepción clásica. «Sin embargo, empleó un lenguaje totalmente nuevo para esa época, que es la ausencia de todo tipo de ornato en el edificio», añade. De esta forma, cualquier persona puede apreciar unas fachadas desnudas a la par que compuestas de manera simétrica y ordenada. «Esa desnudez fue la aportación y el punto de inflexión que la obra de este arquitecto supuso para la arquitectura administrativa u oficial del régimen», comenta.
Por otra parte, el interior acoge una distribución funcional «moderna para aquella década», puntualiza el mismo Andrada. Después de acceder a un gran vestíbulo, entrada a su vez a un salón de actos, la organización de las plantas es más o menos similar unas a otras. «Fue tan funcional que hoy en día sigue sirviendo para albergar oficinas en él», dice el vocal de Patrimonio del COAM.
Estado Mayor de la Defensa. (COAM) Un edificio con obras artísticas en el interior y exterior
Los albores y postrimerías de aquella mitad del siglo XX fueron una época de cambios en la arquitectura del régimen franquista. Andrada menciona el Instituto Nacional de Colonización, proyectado por José Tamés Alarcón, levantado en 1949 y situado en el número 112 del Paseo de la Castellana como un ejemplo de ello. El número 178 de la Revista Nacional de Arquitectura ya hablaba de este enclave y de los escultores y pintores que colaboraron en la obra.
Al escultor Angel Ferrant se deben los cuatro altorrelieves de la fachada de la entonces avenida del Generalísimo, situados en la parte superior del pórtico de entrada, representativos de las estaciones del año. A Eduardo Carretera, los bajorrelieves con temas florales y de cultivos, situados en los espacios entre halcones de la planta principal. Los dos grupos murales situados en el vestíbulo de entrada son de Amadeo Gahino.
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La imagen de San Isidro colocada en la plataforma del patio central es de Antonio Cano. Las pinturas realizadas directamente sobre los revestimientos en piedra de Colmenar, de la escalera de Dirección, son de Manuel Rivera; y el mapa de España que ocupa uno de los frentes de la Sala de Consejos es de José Lapayese.
Quejas de los militares en el Estado Mayor de la Defensa
Algo similar ocurre con la sede del Estado Mayor de la Defensa, en el número 80 del Paseo de la Castellana, ideado por Luis Gutiérrez Soto, un arquitecto que supo adaptarse perfectamente a las corrientes estéticas e intelectuales arquitectónicas sin llegar a ser un gran innovador, en palabras de Andrada.
Según la Fundación Arquitectura Madrid, el proyecto inicial del edificio fue modificado y modernizado por su autor tras un viaje a América al suprimir las cubiertas de pizarra y los chapiteles, lo que causó gran polémica entre altos cargos militares que no admitían columnas sin basa ni capitel. Se trataba de una obra realizada por encargo del general Vigón, que en un principio quiso que tuviera el mismo carácter que la sede el Ministerio del Aire, contemporánea a esta y también obra del mismo arquitecto.
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De esta manera, este proyecto también supuso uno de los primeros cambios en la mentalidad arquitectónica del régimen franquista y una variación en las concepciones estéticas de Gutiérrez Soto, que comenzó a realizar una nueva arquitectura más acorde con las corrientes internacionales. Posteriormente, en los años setenta, el edificio fue modificado al aumentar el volumen del chaflán de la calle de Vitrubio con Maestro Ripoll, y perdió así su unidad arquitectónica y compositiva.
Un hospital en una manzana del barrio de Salamanca
Andrada menciona el actual Hospital de La Princesa, levantado en los años 50 y llamado entonces Antiguo Gran Hospital de la Beneficencia del Estado, como otro ejemplo de arquitectura con cierta desnudez en sus fachadas y orden en los huecos. «De alguna manera, esta es la arquitectura promocionada por la Administración», enfatiza. El autor del proyecto, ejecutado en 1952, fue Manuel Martínez Chumillas.
La Fundación Arquitectura Madrid resalta que se trata de un edificio de gran volumen que ocupa una manzana completa del barrio de Salamanca, construido por la Diputación Provincial de Madrid. Su concepción atendía a las exigencias modernas, como un doble hospital, interno y externo o ambulatorio, con entradas independientes, aprovechando los cuatro frentes, pero perfectamente conectados. De esta manera, los 600 enfermos diarios previstos que acudieran a los consultorios podían acceder directamente a los departamentos de diagnóstico y terapéutica, evitando así la multiplicación de servicios.
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Aunque ha sufrido diversas obras de actualización y una importante remodelación en las zonas de consultas y urgencias, mantiene algunos espacios interiores originales y, sobre todo, su fisonomía exterior, apenas alterada. Continúa, por tanto, destacando la «potente sucesión de volúmenes en peine hacia la calle Maldonado, de gran sobriedad y lisura, excepto en los extremos, donde se logra el contraste de luces y sombras, gracias a las terrazas de gran vuelo», señalan desde la Fundación.
Por último, Andrada focaliza su mirada en la sede del Instituto de Crédito Oficial (ICO), situado en el número 4 del Paseo del Prado esquina con calle de los Madrazo. Este tipo de arquitectura institucional, materializada en este caso por Germán Álvarez de Sotomayor en 1955, es de estilo racionalista castizo, con 10 alturas y medianeras. A día de hoy, el enclave es la sede de la Fundación ICO.