Cuando termina el Tour de Francia y se ven imágenes de ciclistas muy delgados, se destaca su capacidad de sufrimiento y de sacrificio. Todo lo … contrario a lo que está pasando en el pelotón femenino desde que concluyera el Tour con victoria de la francesa Pauline Ferrand-Prévot. La del Visma dominó en las etapas de montaña y pronto comenzaron las preguntas de los medios acerca de su peso, cuestión a la que figuras como Demi Vollering (Groupama) o Marlen Reusser (Movistar) han entrado, y no precisamente para defender a su compañera de profesión.

Ferrand-Prévot perdió cuatro kilos en las seis últimas semanas previas al Tour, carrera en la que compitió con 50. «Mi pérdida de peso fue controlada e inteligente, no una enfermedad», defiende la ciclista de 33 años. «Ha habido mucho alboroto, pero no lo tomo como algo personal».

Reusser expresa que Ferrand-Prévot «ha marcado un nuevo estándar, y si otras siguen su ejemplo se ejercerá presión sobre todas. Una compañero de equipo me dijo que Pauline mide su pliegue cutáneo y luego decide si puede desayunar o no. No queremos enviar ese mensaje».

Vollering transmite que «seguiré tomando las decisiones en mi carrera anteponiendo la salud. Hay jóvenes mirándonos que deben saber que perder peso no es la solución definitiva».

El sindicato de corredoras ha contactado con la UCI para tantear la posibilidad de imponer un seguimiento médico obligatorio con el fin de evitar riesgos relacionados con el peso.