Juan Esteban Aristizábal Vásquez (52), mejor conocido como Juanes, conversó abiertamente con la periodista y empresaria chilena Javiera Quiroga sobre las tragedias que han ocurrido en su vida que, aunque le han dejado cicatrices profundas, también le han ayudado a forjar su carácter y convertirse en un artista con gran sensibilidad.
De orígenes muy humildes, perteneciente a un núcleo familiar donde el amor nunca faltó, el cantante antioqueño vivió por primera vez las consecuencias de la violencia en su país a los 15 años, cuando mataron a un primo cercano y uno de sus buenos amigos murió en una masacre en un bar de Medellín: «Los que vivimos la época de los 80 en Medellín, decimos entre nosotros que sobrevivimos».
La música fue esencial a partir de ese momento para Juanes, específicamente el metal, el rock pesado y el punk. Encontró a través de la distorsión de la guitarra y de esa cultura algo que le hizo sentir poderoso cuando salía a la calle, lo suficiente como para empezar a soñar con el futuro que le esperaba.
Pero cuando tenía 20 años ocurrió «el golpe más fuerte que ha tenido la familia»: Su hermana, Luz Cecilia, cayó en coma después de dar a luz a su sobrina, pues sufrió una hemorragia interna severa y, como su tipo de sangre era poco común, no lograron hacerle la cantidad de transfusiones necesaria, por lo que el daño cerebral la dejó en estado vegetativo durante 27 años. Falleció en el 2019: «Aunque suene raro, cuando falleció, todos descansamos».
Sobre las situaciones en las que las personas sufren traumas severos que les deja imposibilitados, el artista afirma que: «Uno debería tener a libertad de decidir en una situación de esas» y comparte una valiosa reflexión: «La vida no es fácil para nadie, todos cargamos cruces, pero lo más importante es tener un propósito».
Juanes define su carrera musical como un camino de «subidas, bajadas, carreteras destapadas y autopistas». Hace 15 años le angustiaba mucho la fama, ahora solo se siente un poco raro porque, fuera del escenario, es muy tímido. «Yo no empecé a hacer esto porque quería ser famoso o por el dinero, sino porque de verdad quería hacer música, con el tiempo me di cuenta que hay muchas cosas que uno tiene que enfrentar».
Fue tras el éxito de ‘la camisa negra’ que se sintió totalmente perdido, la fama le confundió y se desconectó de sí mismo: «Nadie está preparado para eso. Tu sentido de la realidad cambia por completo».
En su lucha contra la depresión algunas personas le hicieron pensar que estaba loco mientras buscaba ayuda en el alcohol para anestesiar y seguir. «Yo pensaba que tomaba porque me encantaba o porque me desinhibía, no me daba cuenta que estaba tratando de llenar un vacío o de huir de la realidad».
Con una carrera consolidada y una familia construida junto a Karen Martínez, el antioqueño pasó por la época más triste de su vida hace aproximadamente 13 años. Llegó a un punto de hastío total, pues cantó durante mucho tiempo sin descansar y eso lo llevó a un lugar muy oscuro: «Odiaba mi música, odiaba mi voz y hasta odiaba mi cara frente al espejo, fue el punto de inflexión en el que decidí parar».
Ahora el cantante ha descubierto el balance, según él, no funciona ir radicalmente a un lado o a otro. Una vida en la que el autocuidado se priorice a través del ejercicio, la buena alimentación y la evasión de los excesos es lo que le mantiene saludable y con ganas de seguir conquistando los escenarios.
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