También las propias obras mantienen entre sí este discurso de oposición, que, sin embargo, se traduce, bajo la batuta de la profesional, en armonía: “Hay una idea que atraviesa toda mi curaduría: el poder de los contrastes. Presentar lo orgánico al lado de lo geométrico, lo antiguo junto a lo nuevo. Creo que estos diálogos revelan algo esencial: que no hace falta ser igual para convivir en paz. Que la diferencia, en lugar de separar, puede enriquecer. Este no es solo un principio estético, sino un valor que considero urgente recuperar en nuestra humanidad. Y, ¿por qué no empezar por los objetos que nos rodean?”, reflexiona.
La nueva colección de alfombras de Nani Marquina con dibujos de Eduardo Chillida se presentó en Sorgin Gallery.
Erlantz Biderbost
Por ello, Badaró une sin prejuicios el diseño modernista brasileño con piezas de madera, cuero o lana que transmiten calidez, con esculturas vascas caracterizadas por “la fuerza del hierro o la dureza de la piedra”. Para completar esa dinámica, selecciona artistas y diseñadores contemporáneos internacionales que mantienen un profundo respeto por la materia, aplicándole técnicas actuales e innovadoras.
“Aunque la sencillez, el minimalismo, y la filosofía wabi-sabi se hagan muy presentes, nuestra colección no responde a un estilo único, sino que está tejida a partir de una sensibilidad compartida hacia la materia, el gesto y la historia que cada obra transmite. Buscamos piezas que provoquen emoción, más allá de fronteras o categorías”, cuenta la experta.
Obras de Ines Schertel (pared) y Lina Bo Bardi (silla).
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