La historia de María Rosario Martínez Alcalá es la de una vida entera acompañada por los libros. Nacida en la pequeña aldea de Las Heras, … en Alcalá del Júcar en Albacete, llegó a Catarroja con apenas nueve años, en plena emigración de muchas familias campesinas que buscaban un futuro mejor.
Desde entonces, su pasión por la lectura ha sido constante, hasta el punto de convertirse en una de las vecinas que más volúmenes ha leído en la biblioteca municipal, reconocimiento que el Ayuntamiento quiso premiar el año pasado con un diploma a su trayectoria lectora.
A sus 71 años, sigue acudiendo cada semana a la biblioteca pública Ramon Guillem de Catarroja. Siempre regresa a casa con dos libros bajo el brazo. Y siempre tiene tiempo para abrir uno y dejarse llevar por sus páginas. Porque, si algo define a María Rosario, es la certeza de que para ella la lectura no es un pasatiempo, es una forma de vida que le forma su personalidad.
La dana del 29 de octubre arrasó con los libros que guardaba en el trastero, un tesoro acumulado durante décadas que quedó sepultado bajo el fango. «Perdí cajas enteras con libros que atesoraba desde hacía años. Todos los trasteros de la finca quedaron destrozados», lamenta. Aun así, encontró consuelo en los volúmenes que conservaba en casa porque «no podía ir a la biblioteca a por libros, pero leer me ayudó mucho a sobrellevar aquellos días de tristeza».
María Rosario recuerda con especial cariño su primer contacto con los libros. Tenía apenas cinco años cuando, adelantándose a su edad escolar, aprendió a leer gracias a una maestra del pueblo. «Me regaló una carpetita que traía un cuento titulado ‘Nam y el pez’. Fue el único que tuve hasta los nueve años», relata. Aquella historia se convirtió en su tesoro de infancia, tanto que, décadas después, su yerno se empeñó en localizar un ejemplar idéntico hasta conseguirlo. Hoy lo guarda con mimo en su casa de Catarroja.
En Catarroja continuó sus estudios, «hice primero y segundo de bachillerato por libre y me examinaba en San Vicente Ferrer de Valencia de todo el curso, porque en Catarroja todavía no había instituto. En tercero seguí los estudios en el instituto de Benetússer, y luego me matriculé y me saqué el título de mecanografía en Catarroja», recuerda.
Posteriormente trabajó como administrativa en una empresa de muebles y en una agencia de viajes, también en las oficinas.
Tras casarse y formar una familia, María Rosario enviudó muy joven, con solo 38 años, quedándose al cuidado de dos hijos adolescentes. Compatibilizó la crianza con el trabajo, por lo que cerró la verdulería que regentaba y se dedicó al cuidado de familiares dependientes. «Leía por las noches, cuando todos dormían. Era mi refugio», rememora. En esos años llegó a leer cuatro o cinco libros al mes. «No hay nada en la vida que me guste más que leer. La lectura es mi auténtica pasión», asegura con convicción.
Las estanterías de su hogar fueron llenándose gracias al Círculo de Lectores, aunque en paralelo se convirtió en usuaria habitual de la biblioteca municipal. «Iba con el carrito de mi hijo y hasta bromeaban con hacer socio también al perrito que llevaba conmigo», sonríe. Décadas después, el bibliotecario Ramon Guillem no dudó en proponer su nombre cuando el Ayuntamiento quiso reconocer a la vecina que más había leído.
Sus autores favoritos son Ken Follett, de quien ha leído toda su obra, y otros narradores que la transportan a países y épocas lejanas. «La lectura te permite viajar a lugares que quizá nunca podrás visitar. Me gusta leer novelas ambientadas en China, Escocia, de todo el mundo, y más si son de intriga. En cambio, el género romántico no me gusta mucho», reflexiona.
Aunque sus hijos no heredaron la misma pasión por la lectura, confía en que su nieta sí lo haga. «Se sorprende cuando respondo a las preguntas de los concursos de televisión. «¿Cómo sabes eso?» Y yo le digo: porque lo he leído en una novela. Leyendo aprendes mucho y además descubres mucho vocabulario».
María Rosario sigue fiel a su cita semanal con la biblioteca pública de Catarroja, ahora con el nombre del bibliotecario y poeta Ramon Guillem, donde busca entre las estanterías novedades, recomendaciones y libros que continúan alimentando su alma mientras pasea por los pasillos repletos de libros, historias, aventuras y vivencias.