El grosor de la retina puede revelar la susceptibilidad de sufrir esquizofrenia, un trastorno mental grave e incapacitante que en España padecen alrededor de medio millón de personas. Así lo señala un reciente estudio publicado en Nature Mental Health en el que la Universidad de Zúrich y el Hospital Universitario de Psiquiatría de Zúrich recopilaron …

El grosor de la retina puede revelar la susceptibilidad de
sufrir esquizofrenia, un trastorno mental grave e incapacitante que en España
padecen alrededor de medio millón de personas.

Así lo señala un reciente estudio publicado en Nature Mental
Health
en el que la Universidad de Zúrich y el Hospital Universitario de
Psiquiatría de Zúrich recopilaron información de cerca de 35.000 individuos de
la base de datos del UK Biobank. Elena López Terrones, doctora en Biomedicina y
profesora en la Universidad Europea de Valencia
, especializada en neurociencia,
psicofarmacología y trastornos mentales graves, profundiza en las conclusiones
más destacadas de la investigación.

«Las personas con mayor riesgo genético de desarrollar
esquizofrenia presentan un adelgazamiento específico de ciertas capas de la
retina. Lo más impactante es que esto sucede incluso antes de manifestar
síntomas clínicos», señala. En este sentido, explica que las capas más
afectadas fueron la mácula y la capa de células ganglionares internas.

«Los axones de estas células ganglionares se juntan formando
el nervio óptico, el cual conecta directamente con el cerebro, de ahí que
digamos que la retina es una `ventana al cerebro’. Se comprobó que este
adelgazamiento no era debido a enfermedades oculares, sino que correlacionaba
de manera directa con el riesgo genético de cada persona a sufrir esquizofrenia
(a mayor riesgo, más fina la retina)», apunta la doctora.

Y agrega que esta asociación fue particularmente fuerte
cuando se centraron en genes relacionados con vías neuroinflamatorias, «lo que
sugiere que la inflamación cerebral crónica podría estar detrás de estos
cambios». Además, «las personas con mayor riesgo genético también mostraban mayores
niveles de proteína C reactiva (CRP), un marcador de inflamación». Por lo
tanto, el adelgazamiento de la retina podría ser un biomarcador temprano y no
invasivo del riesgo de desarrollar esquizofrenia.

Los resultados se basan en el análisis de datos de casi
35.000 personas. Sobre esta metodología, la doctora apunta que «utilizaron
puntuaciones de riesgo poligénico (PRS) para determinar la predisposición
genética de cada una a desarrollar esquizofrenia y midieron el grosor de la
retina utilizando la tomografía de coherencia óptica (OCT), una técnica
totalmente indolora y bastante rápida».

Lo novedoso de la investigación

En palabras de López Terrones, «aunque ya existían estudios
que relacionaban la esquizofrenia con el adelgazamiento de la retina, lo
novedoso de esta investigación es que analiza datos de personas sin diagnóstico
ni síntomas, dando un paso más allá hacia un enfoque preventivo y de detección
precoz».

Como menciona, la variable genética juega un papel clave en
el grosor de la retina, y al parecer, mediado por procesos inflamatorios. «El
estudio encontró que ciertas combinaciones genéticas relacionadas con la
neuroinflamación se asocian a una retina más delgada». La neuroinflamación es,
en pocas palabras, una especie de «alarma interna» del cerebro que nos dice que
algo no va bien. «Sería similar a la fiebre con la que nuestro cuerpo reacciona
cuando tenemos una infección o la hinchazón cuando nos damos un golpe. El
cerebro tiene sus propias defensas que van a responder cuando las cosas no van
como deberían. Esta respuesta inflamatoria está mediada por células del propio
sistema nervioso que al activarse liberarán sustancias para intentar proteger
el tejido cerebral».

¿Y qué puede activar esa alarma? «Muchas cosas», apunta, y
añade: «Desde infecciones (virales o bacterianas), hasta el estrés crónico,
alteraciones inmunológicas o, incluso, predisposición genética». En el caso de
enfermedades mentales como la esquizofrenia, «se ha observado que este tipo de
inflamación puede estar presente de forma persistente, afectando el
funcionamiento normal de las neuronas y otras estructuras del cerebro, incluida
la retina. Es como si el cerebro viviera en un estado de alerta constante, lo
que, a largo plazo, puede provocar cambios sutiles pero importantes en su
estructura y función», prosigue.

Al respecto, la OCT, un escáner ocular usado habitualmente
por oftalmólogos, es el método de detectar los cambios en la retina que pueden
dar la voz de alarma. «Es muy rápido y en tan solo segundos, genera imágenes de
alta resolución del interior del ojo», explica y recalca que es no invasivo e
indoloro.

`Cautela y perspectiva’ para abordar estos avances

Con lo cual, este hallazgo puede suponer que, «con una
prueba sencilla, rápida, no invasiva y mucho más económica que cualquier
técnica de neuroimagen, fuera posible detectar el riesgo de desarrollar
esquizofrenia». Pero no solo eso: en personas que ya presentan síntomas, también
podría ayudar a prever cómo evolucionará la enfermedad.

«Este avance puede ser clave en el terreno de la prevención.
Si una persona muestra un alto riesgo genético, podría beneficiarse de
psicoeducación específica, que le ayude a reconocer señales tempranas y acudir antes
a un especialista. Sabemos que cuanto antes se inicia el tratamiento, mejor
pronóstico hay: uno de los factores de mal pronóstico es haber pasado demasiado
tiempo con síntomas sin recibir ayuda», sostiene López Terrones.

Para mayor información, leer el PDF adjunto.