Iker Elduayen

Jueves, 21 de agosto 2025, 00:14

Hace 25 años, Álex de la Iglesia encerró a Carmen Maura en un edificio madrileño habitado por vecinos dispuestos a matar por una maleta. ¿Su contenido? 300 millones de pesetas, aunque todos juraban que eran quinientos: «Son trescientos, los he contado». Julia García, una agente inmobiliaria con más frustraciones que ventas, llega a enseñar un céntrico apartamento y de repente se topa con un muerto, un piso lleno de basura y una fortuna escondida bajo una baldosa. Huir con el dinero parecía lo más lógico, pero una jauría vecinal organizada, siniestra y liderada por un terrorífico administrador, convertirá el edificio en una trampa mortal.

Más de millón y medio de espectadores acudieron entonces a las salas para disfrutar de aquel tenso «delirio urbano». Álex de la Iglesia celebra ahora el 25 aniversario de ‘La comunidad’ con una restaurada versión en 4K por Mercury Films (FlixOlé), que aterriza este jueves en los cines. Un reencuentro con el filme que «a pesar de no incluir ningún elemento sobrenatural, toca el género del terror, porque el terror no es una cosa fantástica y extraña, sino que se nutre de lo que nos rodea», comenta el director sobre el título que se estrenó en el año 2000 en el Zinemaldia.

Vuelve a las pantallas donostiarras de la mano de Cinesa -Urbil y Garbera, desde este jueves- y a Sade -Príncipe, a partir de este viernes- la temible vecindad de la carrera de San Jerónimo 14 a la ciudad que les acogió hace 25 años, cuando inauguraron y concursaron en la Sección Oficial de la 48ª edición del Festival. Un primer pase que público y crítica recibieron «entre vítores y notas altas» y que premió a una «acaparadora» Carmen Maura con la Concha de Plata a la Mejor Actriz, por un papel que fue expresamente escrito para ella. Al principio, el protagonista iba a ser un hombre, que sería interpretado por Pepón Nieto, pero Álex y su coguionista, Jorge Guerricaecheverría, se dieron cuenta de que «el argumento tenía más fuerza si era con una mujer».

Vecinos terroríficos

El síndrome de Diógenes y «la obsesión de Guerricaecheverría con que una manada de vecinos persiguiesen a una presa», según se explicó entonces, originó uno de los guiones más caóticos de la historia del cine español. «Faltaba un elemento material, algo por lo que todos los personajes luchasen, y de ahí nace la historia de la quiniela premiada y los fajos de billetes guardados en una maleta». Así se fraguó la cuarta colaboración entre el realizador y el productor Andrés Vicente Gómez tras ‘El día de la bestia’, ‘Perdita Durango’ y ‘Muertos de la risa’. «Es una película diferente a las anteriores. Por un lado, me permitió trabajar más a fondo con actores clásicos que siempre he admirado y, por otro, desarrollar una historia muy retorcida en un escenario muy reducido. Son dos cosas que me apetecía experimentar», comenta De la Iglesia.

Entre mirillas, puertas y escaleras, habitaba una comunidad, inspirada en ‘La semilla del Diablo’ de Polanski, formada por actores de renombre. Emilio Gutiérrez Caba, como líder, filmó una «brutal» escena que le valió el Goya a Mejor Actor de Reparto -uno de los tres cabezones que logró la película-. El resto del elenco, un séquito de referentes: Terele Pávez, Enrique Villén, Kiti Mánver, Jesús Bonilla, Paca Gabaldón, Manuel Tejada, Marta Fernández-Muro o Eduardo Gómez. «No quise que se perdiera nada de su trabajo. En esta película se lucen ellos, no yo», dice orgulloso el realizador.

«Fue algo impresionante», recuerda ahora Ane Gabarain, que interpretaba a la sumisa mujer de Sancho Gracia en la tan descabellada trama. «Había hecho muy poco cine hasta entonces y fue un regalo maravilloso», cuenta la donostiarra por la que De la Iglesia se declara fiel admirador: «Es una actriz que me vuelve loco. Es el colmo de la fragilidad, pero le obligamos a estar casada con la bestia parda de Sancho Gracia». Aunque Gabarain cree que también Telmo Esnal, ayudante de dirección y fugaz basurero apresurado en el filme, tuvo algo que ver.

Imagen - «Era una película coral y eso nos unió mucho. Fue una experiencia compartida»

«Era una película coral y eso nos unió mucho. Fue una experiencia compartida»

«El rodaje fue muy divertido y el trato con Álex, maravilloso. Dibuja estupendamente y creo que me hizo uno», rememora la actriz que huía de Maura sollozando: «Tranquila mujer, si charlando se entiende la gente». Vistió tétrica, de estar por casa, «pero verme allí rodeada de Terele Pávez, de Eduardo Gómez, de Marta Fernández-Muro, de Emilio Gutiérrez Caba… a todos les había visto yo de pequeña, en ‘Estudio 1’. Fue un regalazo». Destaca la coralidad, «era una película grupal y todos hicimos piña. Como sucede en todos los rodajes, acabamos muy unidos», dice la actriz que interpretó a la temerosa Karina, que lloraba por los altos madrileños mientras el resto de vecinos peleaban por hacerse con el botín.

Gabarain, que recuerda también el «estupendo» estreno en Donostia y «la fiesta posterior en Bataplán», alaba a todos sus compañeros, pero recuerda con cariño «a Eduardo Gómez y a María Asquerino. Hablé muchísimo con ella, de todo». Todo el equipo mimó mucho a la veterana actriz durante las doce semanas de rodaje, que transcurrió tanto en el centro de Madrid, en escenarios reales como en reconstrucciones. «Se hicieron replicas exactas. «Por suerte, había especialistas, aunque la altura impresionaba».

El edificio

Para José Luis Arrizabalaga, ‘Arri’, junto a ‘Biafra’, director de arte habitual en el cine de Álex de la Iglesia, ‘La comunidad’ fue «una locura fascinante desde el principio». Su relación va más allá de lo profesional: se conocen desde hace décadas. «Vivíamos en el mismo edificio en Bilbao. Sabíamos de los proyectos mucho antes de que se financiasen. Leíamos los guiones, los hablábamos en los bares…», recuerda.

Imagen - «Álex sabía muy bien lo que quería. Fue un trabajo titánico, pero orquestado»

«Álex sabía muy bien lo que quería. Fue un trabajo titánico, pero orquestado»

José Luis Arrizabalaga, ‘Arri’

Director de arte

El trabajo artístico fue titánico. «Construimos en plató la casa de Julia, dos plantas del edificio, el ascensor que funcionaba de verdad -un día cayó de repente-. Replicamos también en decorado el piso del personaje con síndrome de Diógenes para poder inundarlo en la escena inicial, justo antes de los créditos. Fue brutal, pero planificado. Álex sabía perfectamente qué plano quería y cómo se debía construir el decorado para hacerlo posible». El director alabó así el trabajo de sus colegas: «Hicieron un trabajo espléndido. Quizás uno de los más bonitos de sus carreras».

Nuevos espectadores

Pasado tanto tiempo, para el director de arte zegamarra, la película puede «perfectamente conectar con el público joven, sobre todo por su ritmo. Álex tiene una manera de narrar que es muy vertiginosa, muy picada, con un montaje que no te suelta. Eso sigue funcionando». Pone de ejemplo a su hijo adolescente que, pese a que pasa el tiempo, «sigue enganchado a ‘Aquí no hay quien viva’ que nace del universo de ‘La comunidad’. Álex fue el primero que retrató con tanta intensidad ese infierno cotidiano de la vecindad que, a su vez, bebía de ’13, Rue del Percebe’, el cómic de Ibáñez, e incluso de Hitchcock».

«Si, es verdad, es como si la hubiese dirigido él. Oye, nunca había relacionado ambas cosas, pero toda la razón», reflexiona Gabarain sobre la estética del filme. «Es una película que no caduca, ha envejecido bien, porque toca temas muy humanos», añade la intérprete. Los cines vuelven a programar un tipo de cine que ya no se hace. En un tiempo donde lo cotidiano vuelve a ser el mayor de los terrores, Álex de la Iglesia firmó, sin saberlo, una película profética. Una comedia negra con planos imposibles, escaleras sin fin y personajes que hoy siguen golpeando la puerta de nuestra propia comunidad.

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