«Grazas Angelines. Grazas porque grazas a ti non morrerá a cultura d’Arcos e os nosos descendentes terán a honra de ter raíces, de ter unha identidade”. Esta es la frase con la que Adolfo Pérez cierra su aportación al prólogo del libro “Arcos: unha aldea con historia e experiencia comunitaria”.
Arcos es una aldea en el concello de Sandiás. El pasado fin de semana, durante una paparota organizada por la Asocición Vecinal “Magosto”, Adolfo, Angelines y Pepe presentaron este libro, un compendio de la intrahistoria de la pequeña localidad, que nació por la ilusión de Angelines.
Angelines Blanco se define a sí misma como “filla de Arcos”, y a pesar de que lleva más de 70 años fuera de la aldea, regresa muy amenudo. Muchos de esos años los vivió en Cataluña y Aragón por su labor salesiana, pero desde hace 8 años reside en Vigo por motivos familiares.”Voy y vengo, estoy muy a menudo aquí -en Arcos-”.
“Jamás se me ha olvidado mi pueblo, soy muy amante de él”, explicó Angelines, “yo siempre digo y repito, poder vivir en comunidad con otras personas llevando la experiencia de la vida del pueblo es la base de mi experiencia salesiana”. “Arcos era un pueblo muy unido, en lo que los trabajos comunitarios y desinteresados, como la matanza, la seitura, o ayudar a otros a hacer sus casas, eran una fiesta de la camadería”, narró la hija de Arcos.
Los recuerdos de las juntanzas, fiadeiros, del trabajo en común, la empatía, el “entrar a la casa del otro sin llamar a la puerta, que no se le cierra la puerta a nadie”, es algo que nunca se le olvidó a Angelines, “mi pueblo ha estado conmigo toda la vida”.
Por ese motivo, decidió crear un recopilatorio de la historia de Arcos, “yo he vivido entre generaciones, y quería que este proyecto empezase con los chavales, que vienen en verano, haciendo preguntas a la gente mayor del pueblo de cómo vivían, cómo se comunicaban, y si eran felices de aquellas teniendo mucho menos”, explicó Angelines,”antes no había ni luz, ni agua, ni teléfono”.
“Me cautivó la idea de que ellos descubriesen esa manera de vivir y desde ahí empezaran a comunicarse con la gente del pueblo, y establecieran lazos reales, y no venir solo a pasarlo bien”, afirmó con rontundidad. “Esto fue el año pasado y no pudo ser, por distintas causas”, explicó Angelines, y a pesar de ello, decidieron continuar con el proyecto. “Entonces el teléfono y el ordenador fueron mis armas: la gente me enviaba fotos, experiencias, anécdotas, dichos, cantares… Y yo después se lo enviaba a Pepe, para que fuese dándole colorido”.
Angelines también explicó que este libro fue posible gracias al trabajo de “casi 30 personas, cada uno con su cometido”, aunque quiso destacar especialmente las aportaciones de Adolfo. “Acabamos hace tres semanas, después de muchas tardes enteras de trabajo, porque yo quería tenerlo terminado este año”, dijo Angelines, apuntando que “el libro ha sido muy bien recibido y muy valorado por la gente del pueblo”.
Dentro de la obra, uno puede encontrarse textos de muchos vecinos contando su experiencia personal, pero también contiene explicaciones detalladas de la vida. “Por iso a vida dos que nos precederon é bo escribila. Aínda que moitos non están para lela, merece a pena que se garde e perdure para que os que a habitaron con tantas penalidades e tamén alegrías, saiban que non pasaron polo pobo sen que ninguén lles lembre”, escribe Angelines en el prólogo.
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