Hace seis años, que se dice pronto, Javier Castro adelantaba a este periódico un proyecto en mente sobre el que ya había empezado a trabajar. Un auténtica «locura» en formato documental sobre Las Vegas 2, la colosal discoteca que puso a su pueblo, Melgar de Fernamental, en el mapa durante más de tres décadas. Todo un reto que se volvió más grande sobre la marcha. Con una pandemia entre medias e innumerables quebraderos de cabeza. Porque esta historia, probablemente irrepetible, tenía demasiadas aristas y relatos. Abundante material, más del que esperaba, y muchas decisiones que tomar. Nadie dijo que sería sencillo.
«El detonante fue con un cubata en la mano, una nochevieja, con Jorge Bobadilla. Igual que Paco Vega en su día», reconocía Castro, durante la presentación en sociedad de Yo estuve en Las Vegas 2 en el Edificio Nexo de la Fundación Caja de Burgos, poniendo de relieve la marcianada de aquel empresario de pueblo que fue capaz de traer a Melgar a bandas internacionales como Ramones, Motörhead, Blind Guardian, Texas o Helloween. Y lo más selecto de España, por supuesto, desde Héroes del Silencio y Celtas Cortos hasta Mocedades, Tino Casal o Locomía.
Una suerte poder contar con el testimonio de Paco Vega antes de su fallecimiento. Y de estar lo suficientemente hábil como para tomar imágenes de la discoteca antes de su desmantelamiento. Quién le iba a decir a Castro, por aquel entonces, que acabaría sobrevolando Nueva York en helicóptero. Al final, «han pasado muchísimas cosas y no pensé que íbamos a hacer un proyecto tan grande».
Grande, como la propia historia de Las Vegas 2, y también costoso. El documental ha contado finalmente con un presupuesto de 200.000 euros aunque «en realidad vale el doble». Ahora, por fin, llega el momento de saltar a la gran pantalla. El pistoletazo de salida, a modo de aperitivo, se dará en el Cultural Cordón, el 6 de noviembre a las 19:30 horas, con la proyección de un cortometraje, incluido en el filme, firmado por Juanma Bajo Ulloa. Un trabajo «impecable y muy sentimental» que refleja, desde una ficción sumamente realista, lo que supuso el universo de Las Vegas 2 a nivel intergeneracional.
Presentación de ‘Yo estuve en Las Vegas 2’ en el edificio Nexo de la Fundación Caja de Burgos.TOMÁS ALONSO
La premiere no se hará de rogar. Con una «puesta de largo sin complejos», Yo estuve en Las Vegas 2 llegará a los cines burgaleses el 8 de noviembre. A continuación, irá recalando en Madrid, Vitoria y Bilbao. También, seguramente, en San Sebastián y Miranda de Ebro. Mientras se suman más salas de todo el país, la idea es mover el documental por el mayor número de festivales posible.
Aunque vengan curvas a partir de ahora por aquello de las presentaciones, Castro empieza a sentirse «liberado». Atrás quedan los momentos duros, las puertas que se abrían mientras otras se cerraban. Conforme avanzaba el proyecto, tuvo claro que «debía ser honesto con la historia y contar lo que hubo mal». No todo fue vino y rosas. También había un «lado oscuro» que el director melgarense no esquiva. Y aunque recibió «presiones», se mantuvo firme tratando de «evitar el cotilleo». Poco amigo de los spoilers, por cierto, destaca la entrevista a «un personaje que estuvo en busca y captura y que va a sorprender».
Después de la gran pantalla, todo apunta a que la cinta estará disponible en alguna plataforma a partir de 2026. Tampoco es algo que le quite el sueño a Castro a estas alturas de la película. Las prisas, en este momento, han dejado de existir. Carpe diem sin obviar que «lo importante es que funcione bien en cines».
De cara al futuro, el artífice de Yo estuve en Las Vegas 2 mantiene vivo el sueño que ya en su día avanzó a este diario: un museo sobre la mítica discoteca y su legado en Melgar. El alcalde, Raúl Guantes, prefiere no prometer en vano aunque le encantaría que el proyecto pueda hacerse «realidad». Por eso recoge el guante, valga la redundancia, con «mucha ilusión».
Con o sin museo, el paso del tiempo jamás podrá borrar los recuerdos de aquellos locos años 80, 90 y 2000. Vaquillas dentro de la discoteca, más de 4.500 personas -cada fin de semana- en una sala enorme ubicada en un pequeño pueblo de la España vaciada. Todo el mundo se acuerda de Las Vegas 2. Quienes fueron allí de fiesta y todos y cada uno de los artistas entrevistados para el documental. Algo que le parecía «normal» a un jovencísimo Javier Castro que acabó en la música de la mano de Cronómetrobudú. Porque Paco Vega le dejaba «entrar a los sound check de las bandas». Incluso al de Ramones. Y ojo, porque tiene tanto material de sobra del grupo estadounidense que no descarta un «spin off». Conociéndole, seguro que se lía la manta a la cabeza.