Los incendios en los municipios de El Bierzo, en León, han dejado pueblos reducidos a cenizas. Piedras y vigas de madera en el suelo son el paisaje actual de lo que antes eran edificios. Apenas han resistido algunas casas, aunque están prácticamente en ruinas, lo que supone un peligro para los vecinos que han regresado a sus hogares de toda la vida tras haber permanecido unos días evacuados. «¡Siguen cayendo! Que venga alguien, que queda alguna en pie», vocifera Susana, vecina de Lusio, en un vídeo a la vez que restos de muros se derrumban.
«Las personas no pueden transitar por el pueblo porque es un peligro. Es todo escombro, casas cayéndose», relata Silvia Vergara, quien ha perdido en el mismo rincón de El Bierzo su casa familiar. La tarde del sábado 16 de agosto, un nuevo incendio se originaba en esta zona de León llegado desde Galicia y obligaba al desalojo de más de una decena de localidades, entre ellas Arnado y Oencia, municipio al que pertenece Lusio.
Al volver a sus pueblos, los vecinos encontraron la gran mayoría de sus casas destruidas, algunas todavía en llamas, como la de Tere, en Arnado: «Apagué las vigas de la que se quemó y la otra, como era de aluminio, se salvó». Ahora, mientras muchos de ellos asumen que lo han perdido todo, les preocupa que «las casas que se quemaron están cayendo hacia el camino», cuenta Marisa Rivera. Por eso, reclaman a las administraciones que les ayuden a desescombrar.
Susana enseña en la grabación cómo ha quedado Lusio y lamenta, como la gran mayoría de vecinos de El Bierzo, el retraso en la llegada de medios para combatir las llamas: «Aquí no ha venido ni Dios a ver cómo estábamos, no ha quedado absolutamente nada». Algunos de los residentes que han conservado sus viviendas han tratado de recuperar objetos, conscientes de que tendrá que pasar mucho tiempo para que sus pueblos vuelvan a parecerse a lo que eran antes de ser devorados por las llamas. «La gente que vive aquí no puede hacerlo en esas condiciones», insiste Silvia. «Corren el riesgo de que les caigan paredes encima, es peligrosísimo».
Sin confiar en que las administraciones colaboren en la reconstrucción, después de tener la sensación de abandono durante los incendios, esperan que, al menos, les envíen ayuda para «deshacer las casas y limpiar las calles». La Junta de Castilla y León ha aprobado este miércoles un plan de ayudas para los afectados por los fuegos: 500 euros a cada familia evacuada y hasta 185.000 euros por casa destruida. Mientras los vecinos ansían recuperar la normalidad, viven de lo único que les ha quedado, los recuerdos de toda una vida.