Con el paso de los años, la relación con la vivienda se transforma. Lo que en una etapa de vida se concibe como un espacio dinámico, lleno de movimiento y necesidades familiares, en la madurez adquiere otra dimensión: la del refugio pensado para el bienestar, la comodidad y la belleza cotidiana. Cada estancia, cada mueble y cada rincón deben adaptarse a un ritmo más pausado, sin renunciar por ello al diseño ni a la elegancia. Para entender esto con más profundidad, hemos hablado con la interiorista Raquel Chamorro, que ha dedicado parte de su trabajo a repensar los hogares para quienes se acercan a la jubilación.
En esta conversación, Chamorro ofrece una visión clara y realista sobre cómo preparar la casa para vivir mejor en el futuro, sin esperar a que las limitaciones obliguen a hacerlo deprisa y sin criterio. Desde la importancia de abordar reformas entre los 55 y 60 años, hasta el valor de estancias multifuncionales, cocinas ergonómicas o baños convertidos en espacios de relax, la interiorista desmonta la idea de que adaptar una vivienda a la jubilación sea sinónimo de renunciar al estilo. Más bien al contrario: es la ocasión perfecta para que el hogar acompañe cada etapa de la vida con confort, funcionalidad y belleza.
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Una conversación sobre cómo debe ser nuestra casa en la etapa de jubilación, con Raquel Chamorro
Foto: Raquel Chamorro
¿En qué momento crees que habría que empezar a hacer reformas en casa pensando en la edad más avanzada?
El momento más oportuno para abordar una reforma con vistas a la madurez no es cuando la necesidad se impone, sino cuando todavía se dispone de margen para decidir con calma y criterio estético. Entre los 55 y los 60 años se abre una etapa privilegiada: se conoce la vivienda en profundidad, se dominan los hábitos de vida y se cuenta con la energía y lucidez necesarias para emprender cambios que no solo faciliten el futuro, sino que embellezcan el presente.
La reforma debe concebirse como una evolución natural hacia un hogar más amable y acogedor, no como una imposición médica. La edad no significa ausencia de proyectos, sino la oportunidad de disfrutar de una casa plenamente adaptada a las necesidades actuales, con espacios abiertos e integrados que se utilicen a diario, y una posible habitación multifuncional que sirva de despacho o cuarto de invitados.
A partir de los 60 años comienza, en muchos casos, una etapa dorada: con los hijos ya independientes y, quizá, nietos, la pareja puede centrarse en viajar, disfrutar de actividades culturales y deportivas, y retomar sueños postergados. Este momento vital merece inversiones que mejoren el confort, la funcionalidad y la belleza del hogar. La verdadera elegancia es aquella que, con el paso del tiempo, sigue sirviendo a quien la habita, manteniendo su capacidad de emocionar en cualquier estación del año.
¿Cuál es la reforma más importante en una casa llegada la jubilación? ¿Y hay alguna reforma o cambio que consideres innecesaria?
Foto: Raquel Chamorro
Más que una intervención puntual, lo fundamental es un planteamiento global que reconvierta la vivienda en un espacio continuo, accesible y confortable. Si la casa es muy grande o tiene varias plantas, conviene valorar la posibilidad de vender o alquilar para adquirir otra más céntrica, con las dimensiones justas, sin necesidad de coche y próxima a todos los servicios. Es recomendable prever desde el inicio una habitación multifuncional con baño, pensada para posibles visitas prolongadas o para un asistente en el futuro. El recibidor debe ser despejado y funcional, con asiento y superficie de apoyo.
El salón ha de ofrecer mobiliario cómodo, con apoyabrazos que faciliten incorporarse y una distribución que invite a la conversación. En la cocina, encimeras continuas, almacenamiento accesible y abundante iluminación —general y puntual— son esenciales. En el baño, sustituir la bañera por una ducha a ras de suelo con pavimento antideslizante y mobiliario a alturas ergonómicas. En el dormitorio, pavimentos cálidos y seguros, evitando alfombras sueltas. Si es la única residencia, es óptimo abrir espacios, eliminar estancias sin uso y crear rincones nuevos como una zona de lectura o una biblioteca, incorporando vegetación, ya que es bueno para nuestro sistema nervioso además de bellísimo, tanto interior como exterior.
Debe evitarse cualquier elemento decorativo que entorpezca la vida diaria: superficies excesivamente frías o delicadas, mobiliario muy bajo o voluminoso y revestimientos difíciles de mantener. También se desaconsejan las esquinas pronunciadas, que conviene sustituir por formas redondeadas y orgánicas. Evitar escalones si se pudiera, y poner rampas y las puertas de paso más anchas (de 90 cm) por si hubiera alguna lesión. La verdadera sofisticación a esta edad reside en la belleza que no estorba y procurar un nivel de vida óptimo.
Según experiencias propias, ya sean de tus clientes o familiares, ¿qué se busca en un hogar llegados los 65 años?
Foto: Raquel Chamorro
En esta etapa se persigue la perfecta armonía entre estética y funcionalidad. El hogar debe seguir reflejando la personalidad de sus habitantes, pero ahora, además, ofrecer cuidado, confort y disfrute. Con menos tránsito y mayor atención al detalle, es posible optar por tejidos nobles y delicados —terciopelos, sedas, linos— en lugar de textiles antimanchas y de alto rendimiento. El salón se convierte en un espacio de convivencia serena, con mobiliario ergonómico, pufs o mesitas bajas para elevar las piernas y favorecer la circulación, y auxiliares ligeras que se puedan mover con facilidad.
El dormitorio adquiere una dimensión más íntima, con ropa de cama de fibras naturales y camas articuladas gemelas que permiten ajustar cada lado de forma independiente sin afectar al otro. Las mesillas, amplias y con varios cajones, deben albergar lo esencial del día a día como medicinas u otros. Incluso los espacios exteriores reducidos cobran protagonismo: un balcón con plantas aromáticas, un sillón bien orientado al sol de la mañana, un toldo que tamice la luz.
Los rincones de lectura o trabajo han de contar con luz natural, asientos ergonómicos y estanterías que combinen orden y belleza. La casa, en este momento vital, se vive como un refugio donde cada gesto cotidiano se convierte en un ritual de placer.
¿Qué harías tú en tu cocina si tuvieras más de 65 años? ¿Y en el baño?
Foto: Raquel Chamorro
En la cocina, lo esencial es preservar el placer de cocinar sin incomodidades. Los electrodomésticos deben situarse a alturas cómodas, evitando agacharse, a excepción del lavavajillas, y las encimeras no deben estar por debajo de los 90 cm. Una isla central multifuncional, con zona alta para trabajar de pie y otra más baja —78 cm— para estar sentado en sillas, mejora la comodidad sin sacrificar el diseño. La cocina, abierta visualmente al comedor o salón, se convierte en un lugar de encuentro.
En el baño, la ducha a ras de suelo sustituye a la bañera, salvo que se pueda disponer de ambas. Es recomendable incorporar un banco de obra, barras de apoyo y mamparas bien selladas. Elementos como la cromoterapia o el diseño tipo spa favorecen el relax. El pavimento debe ser antideslizante. En esta edad todo se cuidará mucho más y la combinación de papel pintado y paredes lisas aporta calidez en el baño evitando el exceso de alicatado. Los lavabos, a 90 cm de altura, evitan posturas forzadas.
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