Jueves, 21 de agosto 2025, 19:18
Carlos Alcaraz ya conoce su camino para volver a ser el número uno del mundo. Y estará plagado de obstáculos. El sorteo del cuadro del US Open, el último Grand Slam del año que arranca este domingo, dibujó este jueves un horizonte difícil para el tenista murciano, pero también con un final más que goloso. El de El Palmar depende de sí mismo para volver a conquistar el trono del tenis mundial: si gana el torneo regresará al número uno del ranking mundial.
El primer escollo que tendrá que sortear el pupilo de Juan Carlos Ferrero será de los gigantes. El norteamericano Reilly Opelka, de 2,11 metros de altura y número 66 de la ATP, medirá el nivel del flamante campeón de Cincinnati en primera ronda. El de Michigan llega al US Open en uno de los peores momentos de su carrera, ya que su nivel ha ido bajando de unos años atrás hasta hoy. Aún así, es un sacador potentísimo, apenas añade ritmo al juego desde el fondo, juega en casa y viene de vencer en Ohio a un jugador de la talla de Álex de Miñaur, por lo que se crecerá al ver al otro lado de la red al número dos del mundo.
En segunda ronda, Alcaraz se podría ver las caras con el ganador del duelo entre el chino Shang Juncheng y el italiano Mattia Bellucci. El más duro sería previsiblemente el transalpino, aunque cayó a las primeras de cambio en Cincinnati y tampoco goza de un gran momento de forma.
La tercera ronda tampoco debería ser un gran problema para el tenista murciano. Enfrente podría tener a el italiano Luciano Darderi o al australiano Rinky Hijkata. Cualquier enfrentamiento que se produjera sería inédito en la carrera del joven prodigio de El Palmar, que aún no ha competido contra ninguno de estos dos jugadores.
A partir de octavos, la cuesta comienza a empinarse para el murciano. El ruso Daniil Medvedev o el malagueño Alejandro Davidovich se convertirían en el primer duro examen del pupilo de Ferrero en la Arthur Ashe. El moscovita, que en 2025 ha destacado más por su desconexiones mentales y tenísticas en la pista y fuera de ella que por competir por algún título, está cuajando una gira de pista dura para olvidar, por lo que buscará resarcirse en el último grande del año. Por su parte, Davidovich, número 18 del mundo, se retiró en el primer partido en Cincinnati y cayó en octavos de Toronto ante Rublev. El malagueño y el murciano compartirán equipo cinco días después del US Open en la eliminatoria de España ante Dinamarca de la Copa Davis.
El norteamericano Ben Shelton o el noruego Casper Ruud podrían ser el siguiente obstáculo a superar para Carlitos en cuartos de final. El de Atlanta, número 6 del mundo, conquistó el Masters 1000 de Toronto y llega tras caer en cuartos ante Zverev, por lo que sería un hueso duro de roer para el pupilo de Ferrero. Ruud, campeón sobre la tierra batida de Madrid allá por finales de abril, está cuajando una gira de pista dura gris, por lo que sería algo más favorable que Shelton.
Regresa el ‘ogro’ serbio
En Nueva York podría tener lugar un reencuentro de los grandes. Carlos Alcaraz podría medirse en la penúltima fase del último Grand Slam del año a Novak Djokovic. El serbio no compite desde Wimbledon, donde cayó en semis ante Sinner y decidió tomarse un respiro para recuperarse de molestias físicas y volver a su nivel. Su estado es una incógnita, pero su peligro no. Es el último tenista que castigó mentalmente a Alcaraz, por lo que sería una prueba de fuego más. Si no es el serbio, Rune, Fritz o Tiafoe podrían poner en peligro el pase a otra final para el tenista de El Palmar.
Y el plato fuerte, siempre para el final. Aunque pueda ser repetitivo. El US Open podría regalar una final entre Carlos Alcaraz y Jannik Sinner en la que estuviera en juego el trono del tenis mundial. El italiano, que llega tocado tras su retirada en la lucha por el título en Cincinnati, va a defender su corona con todas sus fuerzas ante Carlitos. Si el tenista de San Cándido falla a su cita con el murciano y no alcanza la gran final, el alemán Alexander Zverev o el australiano Álex de Miñaur podrían estar al otro lado de la red. El camino es duro desde el primer partido, pero el premio es el más grande: el sexto grande y el número uno del mundo.
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