La vida puede ser maravillosa, pero del mismo modo también puede hacerse muy larga. Cuando levantarse cada mañana es traducción de dolor, sufrimiento y un malestar tan grande que es imposible de explicar, los días pueden ser eternos. Y ante estas situaciones, uno puede reírse de ellas, claro, pero eso no quiere decir que las disfrute, sino que las afronta. Paolo Marinou-Blanco es, junto a Mark Twain, de los que opinan que «la risa es el único arma efectiva del ser humano». Es por ello que le ha querido dar una pátina de comedia a una historia que, en el fondo, es seria y trágica: la de una persona enferma terminal que decide morir sin dolor, pero con la mala suerte de que sus intentos de suicidio no dejan de fallar. Esta es la sinopsis de Soñando con leones, el filme hispano-luso-brasileño que, rodado parcialmente en la Isla, se estrena en el Atlàntida Mallorca Film Fest mañana, a las 17.00 horas, en la Sala Rívoli.

El director portugués del filme explica que la cinta bebe de experiencias personales que él mismo vivió con su padre. «Sufrió una enfermedad prolongada que lo tuvo en cama mucho tiempo antes de morir y fue la primera vez que llegué a esa contradicción de ver a una persona que ha vivido de forma apasionada, pero que no puede seguir más». Lo que ocurre es que esta realidad, trágica para muchos, su padre la vivía con humor: «Él se reía de nosotros por querer mantenerle con vida. Esa mezcla entre su sentido del humor y el drama fue el nacimiento del proyecto», recuerda Marinou.

Es por ello que él ha heredado una óptica según la cual vive «los momentos trágicos con un toque de comedia», como una forma de «luchar contra la tristeza, la tragedia, como una forma de resistencia nate lo que duele».

En este sentido, el filme está lleno de este humor porque «hay gustos personales y cosas que te harán más o menos gracia, pero no deja de ser verdad que la sátira es una manera de luchar contra algo que da miedo, nos oprime y que tiene que cambiar, y lo vemos a nivel social y político con auténticos infiernos».

En este sentido, se muestra también muy respetuoso y abierto Marinou ante la eutanasia, una práctica que en su país «está teóricamente legalizada tras un proceso complejo y larguísimo, pero que en la práctica no se aplica» y, de hecho, teme que el gobierno conservador de ahora la eche para atrás. A pesar de su situación personal, Marinou entiende las discrepancias ante este procedimiento y «las entiendo», pero considera que «la respuesta es construir una legislación que contemple el interés de todos, que escuche la crítica genuina y válida, pero esto no invalida la necesidad, en mi opinión, de legalizar la eutanasia y el suicidio asistido en ciertas circunstancias», opina.

Sobre regresar a Mallorca, donde el filme terminó su rodaje bajo la producción de Cinètica, de la mano de Luis Ortas, Marinou confiesa tener «una sensación increíble porque es un retorno placentero a un lugar que ha sido fundamental para la creación de la película» y sobre el estreno en el Atlàntida, expresa que se trata de «un honor».