Viernes, 22 de agosto 2025, 10:57
| Actualizado 11:09h.
«¿Podemos volver al pasado y cambiarlo? ¿Podemos lograr que los hechos se desarrollen de modo distinto a lo que dicen los libros de historia? Si alguien viaja al pasado e impide que sus padres se casen, evitará haber nacido, lo cual en cierto modo es una contradicción, porque es evidente que este alguien existe». Esta idea le recuerda a todo el mundo el argumento de ‘Regreso al Futuro’, la película que Robert Zemeckis ideó en 1985 y que hora cumple 40 años. Lo que pocos saben es que se trata de un pasaje de un libro escrito cinco años antes del estreno del film.
En 1980, Carl Sagan había puesto sobre la mesa, con las palabras que encabezan el artículo, las mismas preguntas que Marty McFly acabaría encarnando en la gran pantalla. La ciencia lo propuso y el cine lo popularizó.
En Cosmos, un libro que fue llevado luego a la pequeña pantalla en una producción vista por millones de personas, Sagan expone una paradoja temporal que casi parece un borrador del guion que Bob Gale y Zemeckis escribirían cinco años después. Marty McFly (Michel J. Fox) no necesita una pizarra ni un telescopio: basta con una foto familiar que empieza a borrarse para visualizar esa misma paradoja.
Sagan añadía otra hipótesis fascinante: «Otros físicos proponen la posible coexistencia, una al lado de la otra, de dos historias alternativas, dos realidades igualmente válidas: la que uno conoce y otra en la que uno no ha nacido nunca». Aquí asoma la semilla de lo que décadas después explotaría la cultura popular como multiverso, pero que en ‘Regreso al Futuro’ se condensa en una historia íntima: un adolescente que, por accidente, abre la posibilidad de un futuro distinto para su familia y para sí mismo.
El divulgador también imaginaba las consecuencias históricas de alterar el pasado: «Supongamos que pudiéramos ir al pasado y cambiarlo, persuadiendo por ejemplo a la reina Isabel para que no diera su apoyo a Cristóbal Colón. Esto equivale a poner en marcha una secuencia diferente de acontecimientos históricos, que quienes hemos abandonado en nuestra línea temporal no llegarán a conocer nunca». Zemeckis tradujo esa reflexión cósmica al terreno doméstico de Hill Valley: en vez de Colón y los Reyes Católicos, lo que está en juego es que George y Lorraine bailen juntos en el «Baile del Encanto Bajo el Océano».
Fotogramas de Regreso al Futuro.
LP
No sabemos si Zemeckis leyó ‘Cosmos’, pero es evidente que la película se nutre de la paradoja temporal expuesta en el libro. La serie que se hizo después populariz´ una forma nueva de pensar el tiempo: no como una línea recta e inmutable, sino como un tapiz vulnerable a las decisiones humanas. Y el mérito de ‘Regreso al Futuro’ fue convertir una teoría que fascinaba a seguidores de la ciencia en un espectáculo para el cine, en bajar a la tierra y presentar como aventura juvenil lo que estaban destinado a unos pocos ‘frikis’ de las lecturas científicas.
Cuarenta años después, la película sigue viva. Sagan planteó las dudas que tenemos sobre el tiempo en el universo y Zemeckis lo rebajó a una familia de clase media americana. Y Marty McFly hizo lo correcto, porque de otra manera, nadie sabe qué habría podido suceder. Y el Dr. Emmett Brown no habría podido seguir haciendo sus locos y maravillosos experimentos.
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