El coronavirus, en el estallido de la pandemia en 2020, pasó factura al desarrollo cerebral de los fetos. Así lo ha confirmado una investigación, liderada por el Instituto de Neurocencias del CSIC, en niños y niñas que ahora tienen cinco años. Las madres que estuvieron infectadas por el covid durante un embarazo en esa fecha, que sufrieron una importante carga vírica, y que ahora tienen un hijo con retrasos cognitivos, principalmente en el aprendizaje y la memoria, ya saben cuál es la causa.
En concreto, según el trabajo dirigido por Salvador Martínez en el mayor centro público de España dedicado al estudio del cerebro, con sede en San Juan (Alicante) y en colaboración con la Universidad Miguel Hernández (UMH), los niños de cinco años expuestos al SARS-CoV-2 en el vientre, antes de la disponibilidad de las primeras vacunas, muestran un aumento del 10% en estos problemas cerebrales.
“Si el feto recibió el virus con una carga significativa, pudo sufrir alteraciones en el desarrollo del hipocampo y, con ello, presentar mayores dificultades en la memoria y en aprendizajes complejos a partir de los 5 o 6 años”, señala Martínez, quien manda un mensaje de tranquilidad a las madres que no se contagiaron: «si su hijo tiene un desarrollo normal, no hay que no hay que alarmar a nadie, ni tienen por qué preocuparse».
Si el feto recibió el virus pudo sufrir alteraciones en el desarrollo del hipocampo y presentar con 5 o 6 años problemas de memoria o aprendizaje
Esta conclusión se ha extraído después de varios años de investigación y al poner el foco en la etapa 20 de gestación, al ser clave para la formación de la corteza cerebral y para el posterior aprendizaje con participación de los murcianos José Manuel Hernández López y Cristina Hernández Medina.
En detalle, la migración neuronal y el flujo de oxígeno durante esta fase dependen de la proteína ACE2, que también funciona como receptor del coronavirus, permitiendo que el SARS‑CoV‑2 entre en neuronas en desarrollo que aún carecen de la barrera hematoencefálica. El equipo sostiene que la presencia de este receptor en regiones clave, como el hipocampo, podría afectar la migración neuronal y, por ende, procesos de memoria y aprendizaje.
Aunque las conclusiones siguen siendo objeto de seguimiento, los resultados han generado consenso sobre la necesidad de vigilancia y apoyo educativo específico para los niños expuestos congénitamente al virus.
María, abrazando a su hija Elna, que nació con 26 semanas de gestación en el hospital Clínic de Barcelona. / El Periódico de Cataluña
El virus en el feto y la memoria
Al estudiar cerebros fetales de 20 semanas donados anónimamente tras abortos espontáneos en 2020, se detectó que la presencia del virus tiene efectos “muy específicos y localizados» en células de la región embrionaria del hipocampo, encargada de la memoria.
Se pudo demostrar que hubo un enorme de de nacimientos prematuros y esos fetos tenían el virus, de niños han podido presentar una alteración del desarrollo cerebral»
«Se pudo demostrar que hubo un enorme de nacimientos prematuros y esos fetos tenían el virus ya cogido, o sea, que nacieron con la enfermedad han podido presentar una alteración del desarrollo cerebral», explica Martínez. Esta causa, además, podría relacionarse con trastornos del espectro autista (TEA), déficit de atención, hiperactividad y otras dificultades de aprendizaje no ligadas a una condición clínica única.
El estudio evidencia que, hoy, con la vacunación generalizada y controles sanitarios, el descenso de la carga viral reduce el riesgo, y no debe causar alarma excesiva en las madres. No obstante, sí insiste en la importancia de monitorizar el desarrollo de estos niños y ofrecer intervenciones tempranas para apoyar aprendizaje y memoria.
De cara al futuro, el equipo de Martínez continúa el seguimiento de esta población para detectar posibles efectos adicionales, como la susceptibilidad a epilepsia relacionada con el hipocampo u otras alteraciones derivadas de factores ambientales y biológicos durante la gestación. También se investigan otros posibles impactos no directamente vinculados al COVID-19 para entender el desarrollo cerebral perinatal en su totalidad.
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