El cambio es lo único que no cambia, aunque para conseguirlo nos tenga que marear a todos constantemente. Y más en un momento en que … la sociedad, impulsada por los continuos avances tecnológicos, evoluciona vertiginosamente. Así lo entiende el periodista y escritor Fernando Jáuregui (Santander, 1950), que disfruta de estos días en Cantabria y aprovecha la circunstancia para presentar su nuevo libro, ‘El cambio en 100 palabras’, primero en Santoña y el próximo martes, día 26, en Laredo (a las 19.00 hora en la Casa de la Cultura). Este incansable cronista de la actualidad, que se resiste a retirarse, confiesa ser un enamorado de Cantabria. Un amor inversamente proporcional al que siente por la actual política española, que ha seguido y retratado durante las últimas décadas.
–¿Regresa a casa por trabajo o es usted un asiduo a la época estival en Cantabria?
–Presentar un libro siempre es su placer. Tengo casa en Santoña y vengo siempre que puedo. Me encanta Santoña y tengo buenos amigos allí. De hecho soy de la Cofradía de la Anchoa, lo que no es ninguna tontería, eso ya es un grado. Estoy presentando mi nuevo libro, ‘El cambio en 100 palabras’ en Santoña y en Laredo, así que estoy muy contento. Aunque vivo en Madrid vengo aquí todo lo que puedo, que es mucho. Nací en Santander pero también me siento muy santoñés.
–Usted conoce bien los rigores del estío madrileño y las bondades del verano cántabro.
–El tópico sería hablar del clima, pero es algo que va más allá. Es el clima de libertad que hay aquí. Madrid en verano es un sitio bastante rechazable, bastante hostil, que te asfixia desde muchos puntos de vista. Es verdad que puedes ir a restaurantes, puedes ir a teatros, pero eso también lo puedes hacer en invierno. No tiene ningún sentido quedarse en Madrid en agosto. Yo creo que de Madrid hay que huir siempre que se pueda, la verdad. Yo quisiera retirarme cuanto antes a Cantabria o a Galicia. Tengo esa manía.
–¿Retirarse usted? Antes nevará en agosto en Madrid.
–Lo llevo mal, tienes razón. Ya he cumplido una cantidad de años suficiente y debería haberme jubilado hace ocho o diez años pero no. Es algo que no me sale.
‘El cambio en 100 palabras’
«Para escribir este libro he viajado en coche autónomo, he comido chuletón artificial y me he inventado una novia virtual»
–¿Cuáles son las causas de su amor a su profesión?
–Porque me gusta esto. Porque creo que hay muchas cosas que decir, que denunciar y por las que pelear. Cada día más, diría yo. No tenemos derecho a tirar la toalla. Creo que mientras tengas algo que decir y haya alguien que quiera oírlo, no te puedas retirar.
–Usted tiene mucho que decir. Para muestra, su último libro, en el que mira al futuro con curiosidad, ambición y rigor.
–Sí, he tenido que hacer mucho reportaje para escribir este libro, que me ha costado cinco años hacerlo. Se dice pronto. He tenido que viajar en un coche autónomo sin conductor, he tenido que probar un chuletón artificial e inventarme una novia virtual. He tenido que estar fabricando casi satélites artificiales y robots… He consultado con más de 100 expertos en distintos campos para hacerme una idea de cómo será la sociedad de 2050, que será la sociedad de la generación Z. Serán ellos quienes manden en ese momento, y la suya será una sociedad completamente diferente de la actual. Entonces estaremos en Marte, recuerda lo que te digo. Tendremos una alimentación diferente, una legislación diferente y esta Constitución no estará, al menos no como es ahora.
–Vienen curvas, entonces. ¿Será un cambio a mejor o más bien todo lo contrario?
–El libro se titula ‘El cambio en 100 palabras’, pero creo que el cambio se va a dar en todas las palabras que te puedas imaginar. Cualquier cosa de la que hablemos va a suponer un cambio. Estamos viviendo el momento más revolucionario de la historia. Lo que pasa es que nuestros representantes no se adecuan a esa revolución. Nunca ha habido tanto abismo generacional como ahora, y nunca ha habido tantas diferencias entre lo real y lo legal como en este momento.
–¿Debemos asustarnos?
–A la gente estos cambios le acongojan. El cambio es algo natural, que siempre está ahí y se va adueñando de nuestras vidas continuamente. Yo lo único que digo es que el cambio no se había dado nunca con tanta intensidad, tanta rapidez y tan poco premeditado como ahora. En ese contexto yo defiendo que somos los periodistas los que tenemos que contar el cambio, asesorados por expertos, claro, pero somos nosotros los que tenemos que contarlo. No vaya a ser que si no nos lo cuenten Elon Musk u otros sinvergüenzas de por ahí, o o las empresas o los gobiernos varios. Creo que somos nosotros los que debemos tomar el control de nuestras propias vidas.
Su profesión
«El periodismo nacional es de una sectarización terrible, de una polarización enorme»
–¿No estamos los ciudadanos un poco abstraídos, despistados, con tanta inteligencia artificial y tantas redes sociales?
–Esos son temas que tenemos que aprender a controlar. Las redes están bien, son una magnífica vía de comunicación. Lo que pasa es que hemos conseguido prostituirlas, como todo. Todo lo que agarramos lo prostituimos. La inteligencia artificial es maravillosa. ¿Y qué hemos hecho? Utilizarla para crear ‘fakes’ continuos para chichar a unos, para proteger a otros, para favorecer a los de más allá. Pues así nos lo hemos cargado. La computación con cuántica, que es el futuro, a este paso nos la acabaremos cargando. El transhumanismo, por ejemplo, la mejora del cuerpo humano, nos lo hemos cargado y era maravilloso. La biología genética nos la estamos cargando. Estamos haciendo distintas clases genéticas, la clase A, la clase B… Como en el mundo feliz de Huxley. Yo no quiero no quiero ir a ese mundo feliz.
–En un contexto tan complejo, ¿cómo ve la situación del periodismo y qué papel cree que tienen que jugar?
–El periodismo está muy sectarizado. Mucho. Y en ese sentido me permito distinguir entre el periodismo de provincias y el periodismo nacional. El periodismo nacional es de una sectarización terrible, de una polarización enorme. Los periodistas no somos quién para poner ni para deponer a presidentes del gobierno. Nos hemos creído que tenemos que derribar al presidente y poner uno nuevo, o mantener a un presidente y que no entre uno nuevo Ese no es nuestro papel. Nuestro papel es contar cosas y analizar las cosas que ocurren , no las que no ocurren. Sí. Ese es nuestro papel, que es mucho más modesto que el que nos atribuimos muchas veces. Creo que nos estamos equivocando brutalmente.
–Hay muchas cosas que cambiar.
–Sí, y somos nosotros los que queremos forzar ese cambio. El cambio del que yo hablo en el libro no es un cambio político inmediato. El cambio político del que hablo es el cambio de la Constitución, de sus paradigmas y sus líneas maestras. No es el cambio de si se quita Sánchez y viene Feijóo o se quita Feijóo y viene no sé quién. Es algo mucho más profundo.
–Propone una revisión en profundidad de cómo se concibe la política en España.
–La política necesita una revolución absoluta. Hay que revolucionar la política para hacerla democrática. Cada día vemos más atentados contra la democracia. Creo que la Constitución, tal y como está, tiene muchos fallos y lagunas. Hay que reformarla en profundidad. Es tan sencillo como que cuando el gobernante no cumple la Constitución, la incumple Y si un periodista lo denuncia, en un país normal algo tiene que pasarle a alguno. O al presidente del gobierno o al periodista, y debería estar claro a quién debe ocurrirle. En cambio, aquí no pasa nada a nadie. Hemos llegado a una insensibilización política absolutamente alarmante.
Cantabria
«Llevo treinta años explorando esta tierra y no he llegado a descubrir ni a la mitad de lo que ofrece»
–¿Algún ejemplo?
–Muchos. Cuando te dicen que convocan las elecciones para traer a un señor de no sé dónde y meterlo en la cárcel por haber intentado dar un golpe de Estado y al día siguiente se alían con ese señor y se convierte en el hombre que sobre el que pivota todo el Estado… Sobre él, que lo que quiere es destruirlo. Tú me contarás a dónde vamos así.
–¿Ve alguna solución a la situación actual de la política española?
–Todo pasa por un relevo en las cúspides. No voy a citar nombres, pero el día en que otro señor esté en el sitio en que hoy está uno y otro esté en el del otro, entonces la cosa podrá empezar a cambiar. En ese momento se podrá producir la aproximación entre las dos grandes formaciones para llegar a grandes pactos de estado Ahora mismo eso es lo que necesitamos, pero en vez de entender esa realidad se dedican a construir muros y a sacudirse de lo lindo los unos a los otros, llamándose mafiosos, corruptos, canallas, ladrones. Es un panorama muy complicado. Cada sesión de control parlamentario al Gobierno de los miércoles me deja patidifuso, porque son actos de encanallamiento político. Nunca he visto mayor inmoralidad política que la que veo ahora en España.
–¿Echa en falta una especie de versión moderna de Suárez o de Churchill?
–No hay que ir hasta Churchill, no. Hay un señor en Portugal, que es el primer ministro, sobre el que había unas sospechas, de él o de su familia, y dijo: «Muy bien, presento una Cuestión de Confianza. Y si no sale adelante, entonces convoco elecciones». Y ya está, las ha hecho. Su antecesor, Antonio Costa, hizo lo mismo. En Alemania hicieron lo mismo. Si no tenemos la confianza, hay que aceptar la moción de confianza. Esto de durar, durar y durar, sea con Puigdemont o con quien haga falta, aliándose con el diablo si es necesario y en medio de las mayores anomalías, no es normal. Es muy peligroso. Nunca he visto una política tan amoral como esta. Y en eso coincide el 90% de este país, lo que pasa es que estamos todos acojonados. Ponlo así si quieres, no me importa.
–Esto iba a ser una entrevista amena sobre el verano pero a usted no se le pueden poner límites. Volviendo a Cantabria, ¿qué le recomendaría a quienes visitan esta tierra?
–Llevo 30 años viniendo a Cantabria, y cada vez procuro visitar una zona nueva. Todavía no conozco ni el 50%. Una de las pocas cosas buenas que hizo Revilla fue promover lo de Cantabria infinita, porque realmente lo es. Nunca terminas de recorrerla del todo, es una provincia maravillosa que te deja absolutamente fascinado. Yo recomendaría a quienes vienen que tengan menos fascinación por la playa, aunque son maravillosas, y tengan más fascinación por el paisaje. En Cantabria hay otras cosas maravillosas como las montañas, los valles, los desfiladeros o los bosques. Y una comida maravillosa, gentes maravillosas, pueblos maravillosos que tienen una esencia y un sabor único. Estoy tan enamorado de Cantabria que realmente ya me vale todo de ella.
–Seguro que en materia gastronómica también tiene algo interesante que decir.
–En Cantabria existen muchísimos mesones maravillosos. No hace falta ir a Estrellas Michelin para ir a comer estupendamente. Por ejemplo, el que no haya probado el cocido montañés y el lebaniego, el montañés no sabe lo que se está perdiendo.
‘El cambio en 100 palabras’. Fernando Jáuregui, 2025. Ed. Plaza & Janés. 352 páginas. 22,90 euros.
DM
–En su libro usted propone una nueva mirada hacia el futuro. ¿Qué recomendación haría a nuestros lectores para construir esa nueva forma de afrontar lo que viene?
–Que sean conscientes de que el futuro es precisamente ese, empezar a vivir con una mentalidad diferente, revolucionaria. Hay que hacer la revolución en todos los sentidos, en nuestras mentes, en nuestros ánimos, en nuestros corazones, en nuestra política. Sí. Y tenemos que revolucionar también un poco la política que nos llevan que nos están arrastrando.
–Para acabar, usted que es un consumado articulista, ¿cómo titularía su columna sobre el verano cántabro?
–«Este año Cantabria se salvó de milagro del peligro». El tema de los incendios es gravísimo. A mi me han afectado en mi casa de Madrid, y lo que está ocurriendo en toda España es una auténtica tragedia. No puede ser que esté ardiendo por los cuatro costados como lo está haciendo.
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