Decir en 2025 que el nu metal es el hijo bobo del metal es casi demodé ya que el género testosterónico de los noventa parece estar otra vez entre nosotros y con suficiente fuerza. Las vueltas en la vida de Deftones son tan zigzagueantes que los de Sacramento no llegaron a tener que pedir perdón por ayudar a crear un género que envejeció regulín (aunque ahora los charts digan lo contrario) y tampoco deben a él su admirable trascendencia actual. Por razones que tendrán que ver un poco con la magia, un poco con la realidad, un poco con el marketing, un mucho con el talento, el de Deftones hoy es un sonido registrado reconocible, parte de una cultura internacional.

Desde “White Pony” (00) que se desmarcan de sus coetáneos, incluso logrando que sus cientos de copycats queden en una clara posición de subestimación. Es complicado encontrar en la discografía de la banda un punto débil, porque los discos que no fueron inmediatamente objeto de vanagloria (“Deftones”, “Saturday Night Wrist”), con el tiempo se comprendieron mejor, acomodándose en su poblado altar discográfico.

Toda esta azucarada y melosa introducción no es suficiente como para no sorprenderse de cómo la banda de Chino Moreno hace hoy uso de su salud y experiencia para lanzar una pieza de alta costura como “private music”. Hace tiempo, incluso probablemente desde “Deftones” (03) que su propuesta musical parece el resultado de una puja de raíz emocional entre las musicalidades del vocalista Chino Moreno y el guitarra Stephen Carpenter, dos artistas adultos con todo lo que esto conlleva. “private music” muestra el mejor resultado posible de este choque de fuerzas.

Mientras hacía la primera escucha pensaba en un show que les vi en 2018 en el que caí en cuenta que definitivamente eran una banda más cercana a Mogwai que al nu metal, y al prestarle atención a “private music” evidencié un nuevo giro estilístico, sutil, casi oculto, solo presente en mis elucubraciones de friki musical: “Estos tipos acaban de inventar el dream-metal”, concluí. La curiosidad –o quizás no lo sea tanto– es que en el disco nos encontramos con una canción llamada “metal dream”; cuyas guitarras a la The Jesus Lizard se entrelazan con una melodía de Chino vestida de técnicas de dub. ¿Acaso hay un mejor aderezo sonoro para decir “Me estrello contra el lecho del bosque/respirando profundamente, me hundo en tu pecho/bañándome en los rayos recubiertos de cristal, más allá de donde existe alguien”?.

Los highlights aquí son casi tan innumerables como arreglos, riffs, beats y voces explota-corazones tiene el disco, pero vamos a hacer un esfuerzo por festejar y ordenar semejante palmarés. El dúo de composiciones que abren la compuerta (el single “my mind is a mountain” y “locked club”) se hermanan en letras que se interiorizan en las inseguridades, la insania y el culto. El sonido es denso y enrevesado, capaz de mover montañas, pero siempre acaba habiendo luz -más o menos tenue- en los coros existenciales.

“infinite source”, un canto a la reflexión melancólica y balsámica, es el tema en el que Chino entrega una melodía lo suficientemente excelente para que lo deje a la altura de sus ídolos, llámense estos Morrissey, Robert Smith o Dave Gahan. Seré vulgar, pero es imposible no enamorarse de la forma en que se muestra el amor en “i think about you all the time”, una balada en forma de vals que, con guitarras acústicas que asoman tímidamente ante el clásico wall of sound marca de la casa, describe el sentir y el interactuar de dos corazones sombríos y en sintonía cabal.

Hay una decidida intención de crear los climas más profundos posibles, cualidad en la que subyace el brío de una banda que no descansa en sus laureles ni sus canas. Hay pruebas: “cXz” tira y afloja con marcada adrenalina tribal y en el otro rincón, “departing the body” comienza con una voz desconocida de Chino que aplica un tono pinkfloydiano a un tema extenso, que cierra el disco como una sucesión de olas eternas que no llegan a romper del todo, pero de las que no te puedes fiar nunca, porque el mensaje es hermoso e inquietante: “Corriendo a través de la luz/Hoy saborearemos el más allá/Encantados por lo que yace/Lo que nos espera en el futuro”.

“private music” es un viaje íntimo a máximo volúmen, el soundtrack de una sesión de reiki extrema, el testigo perfecto de un camino recorrido con visión, perseverancia y decisiones bien tomadas.