Aunque ya era bien patente, la paliza de Marc Márquez al resto de competidores este sábado en el GP de Hungría volvió a subrayar que su dominio en MotoGP en 2025 es aplastante. Incluso insultante. En un par de vueltas, el líder del certamen escapó sin remedio rumbo a su séptima victoria consecutiva al ‘sprint’, la decimotercera contando los domingos, después de haber firmado una contundente ‘pole position’ por la mañana, la octava del curso. El 93, que sigue desbocado rumbo a su novena corona mundialista, estuvo acompañado en el podio por los italianos Fabio DiGiannantonio y Franco Morbidelli, en una gran jornada para el VR46, equipo cliente de Ducati. Les dejó a dos segundos, pero bien podrían haber sido cinco o seis si no hubiera acompasado el ritmo para minimizar los riesgos. Las máquinas de Bolonia, igualmente incontestables, encadenan ya 28 triunfos seguidos en el formato de carrera corta.

“Más allá de la primera curva, donde me asusté al escuchar tan cerca otro motor, solo he intentado imprimir mi ritmo. He visto que era suficiente para abrir hueco, y ahora nos queda analizar los datos para mejorar mañana”, apuntaba el piloto de Cervera, como siempre comedido en las celebraciones del sábado. Insaciable en su persecución eterna de la victoria, el 93 ni parece cansarse ni aburrirse encima de la magnífica Desmosedici GP pese a su apabullante superioridad sobre el asfalto. “Todavía falta la victoria más importante. Iba muy bien, he ido muy cómodo, y cuando tienes ese margen, lo más difícil es mantener la concentración para no cometer errores”, concedió, incapaz de contener una sonrisa cómplice. El octocampeón, especialista en adaptarse a lo desconocido, ha ganado en tres de los seis circuitos estrenados en el calendario con él en pista, y el trazado húngaro sería el cuarto, tope histórico de la categoría, si remata la faena este domingo.

En el debut de Balaton Park, que no espantó en gran medida la preocupación sobre la seguridad de los pilotos, la carrera corta tuvo poca historia más allá de la salida. Fabio Quartararo, que partía sexto, se embaló demasiado con la Yamaha y embistió a Enea Bastianini (KTM) en el embudo de la primera curva. Del caos emergieron ganadores tanto el líder del certamen como los dos pilotos del VR46, mientras quien más perdió fue Marco Bezzecchi. El italiano de Aprilia partía segundo y volvía a erigirse como única alternativa al referente de la categoría reina, aunque a pesar de su buen momento quedó a tres décimas de Márquez en la cronometrada, todo un mundo en un trazado corto de 4,08 kilómetros. En la ‘sprint’, cayó hasta la octava plaza en el arranque después de evitar el toque con Quartararo y luego la grava por los pelos.

Si el dominio del 93 ya es evidente sin comparaciones, los apuros de su compañero de garaje Pecco Bagnaia volvieron a incrementar la sensación de que el catalán pilota en otra galaxia. El tricampeón turinés solo pudo ser 15º en la clasificación, cinco décimas más lento a una sola vuelta, y luego se quedó sin puntuar en la carrera corta, de nuevo la última Ducati en 13ª plaza. Es la primera vez en dos temporadas que el italiano se queda fuera de la lucha por el puesto preeminente en la parrilla en la Q2, y el empuje reciente de ‘Bez’ con la Aprilia pone en duda ya su tercer puesto en la tabla. La presencia de ‘Diggia’ en segunda plaza, las dos motos equivalentes a la suya arriba del todo, enfatizó el profundo agujero en el que se encuentra.

Álex Márquez, segundo clasificado en el certamen, mantuvo su incomodidad en Balaton Park y firmó su peor resultado del año en parrilla. Desde la undécima plaza, logró remontar hasta la octava plaza, una posición modesta que permite a su hermano seguir hinchando su liderato, ya a 152 puntos –cuatro grandes premios completos– sobre su más inmediato rival. La reconquista de Marc es plena, tan contundente que ni siquiera se vislumbra quién podrá pararle los pies de aquí en adelante, este año y los que vengan.