En un intento audaz por reactivar su vital industria turística, el gobierno de Tailandia ha lanzado una ambiciosa oferta para albergar un evento de Fórmula 1. Con una inversión proyectada de 40 mil millones de baht ($1.23 mil millones de dólares), el país busca asegurar un contrato de cinco años para celebrar una carrera a partir de 2028. Este proyecto, que tiene como objetivo generar ingresos por hasta $600 millones de dólares, es una apuesta estratégica para atraer visitantes y revivir una economía que aún lucha por recuperarse de los efectos de la pandemia de COVID-19. La propuesta adquiere una nueva dimensión con la relevancia de Alex Albon, el primer y único piloto tailandés de F1, que se ha convertido en una figura clave para promover el interés local en el deporte.
El turismo representa aproximadamente el 20% del Producto Interno Bruto (PIB) de Tailandia. A pesar de los esfuerzos, el sector no ha logrado recuperar completamente los niveles de llegada de visitantes previos a la pandemia, lo que ha afectado a múltiples sectores de la economía. En este contexto, la Fórmula 1, un deporte con una audiencia global de 500 millones de fanáticos, se presenta como una oportunidad única para impulsar la afluencia de turistas y diversificar la oferta del país.
El gobierno tailandés, bajo el liderazgo de la primera ministra Paetongtarn Shinawatra, ha estado trabajando activamente para sentar las bases de la oferta. Shinawatra se reunió con el CEO de la Fórmula 1, Stefano Domenicali, en marzo en Bangkok y con otros ejecutivos en Mónaco en mayo, lo que demuestra un compromiso de alto nivel con el proyecto. La Formula One Group, la operadora del evento, ha mostrado receptividad a la propuesta de Tailandia, buscando expandir la diversidad de sus sedes de carrera en Asia, que ya incluyen a Japón, China y Singapur.
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La candidatura de Tailandia cobra fuerza gracias a la presencia en la Fórmula 1 de Alex Albon, un piloto con ascendencia tailandesa y una figura cada vez más popular en su país. La relevancia de Albon va más allá de las pistas: él es el rostro de la F1 en Tailandia, y su éxito ha generado un creciente entusiasmo por el deporte a nivel local. La existencia de un ídolo nacional en la máxima categoría del automovilismo es un activo invaluable para la promoción del evento. La participación de Albon en la carrera en Bangkok no solo atraería a sus seguidores, sino que también captaría el interés de un público más amplio que ve en él un símbolo de orgullo nacional.
La presencia de Albon es un factor diferenciador que podría inclinar la balanza a favor de la candidatura tailandesa. Su popularidad facilita la creación de una narrativa convincente que conecta el evento global con la identidad local, algo que las experiencias de otros países han demostrado ser crucial para el éxito de una carrera de F1.
El éxito del plan de Tailandia dependerá de varios factores, y el gobierno puede aprender valiosas lecciones de las experiencias de sus vecinos del sudeste asiático, Malasia y Singapur, que tuvieron resultados muy diferentes con sus carreras de F1.
Malasia fue pionera al albergar el primer evento de F1 en la región en 1999. Sin embargo, el país luchó con la asistencia de público. A pesar de las inversiones continuas del gobierno, que en su momento ascendieron a $88 millones de dólares, la falta de éxito y la distancia del circuito a la capital, Kuala Lumpur, llevaron a que la última carrera se celebrara en 2017.
En contraste, Singapur ha tenido un éxito rotundo con su Gran Premio. El país fue pionero al organizar la primera carrera nocturna en calles públicas en 2008. Este evento se convirtió rápidamente en una de las principales atracciones turísticas del país, atrayendo a 550,000 visitantes extranjeros acumulados hasta 2019 y generando ingresos por $1.5 mil millones de dólares de Singapur (más de $1 mil millones de dólares en ese momento).
La lección de estas experiencias es clara: para que el proyecto tailandés tenga éxito, no basta con ganar la oferta. La organización de la carrera en Bangkok, con un trazado de 5.7 kilómetros en la zona pública de Chatuchak, podría replicar el modelo exitoso de Singapur, aprovechando la infraestructura urbana y el dinamismo de la capital para atraer a los visitantes.
A pesar del optimismo, el plan de Tailandia enfrenta serios desafíos. El clima político en el país sigue siendo inestable. La primera ministra Paetongtarn Shinawatra ha sido suspendida por el Tribunal Constitucional debido a su manejo de las relaciones con Camboya, y el 29 de agosto se espera un fallo sobre si será reinstalada o destituida.
Existe la preocupación de que el resultado de esta decisión judicial pueda hacer que el proyecto de F1 regrese al punto de partida, lo que afectaría la confianza de los inversores y la continuidad de las negociaciones. Un revés político podría descarrilar la oferta, a pesar del respaldo de la Formula One Group.
La apuesta de Tailandia por la Fórmula 1 es una estrategia audaz y potencialmente lucrativa para revitalizar su industria turística. Sin embargo, para que el plan tenga éxito, el país no solo deberá ganar la oferta, sino también asegurar un entorno político estable y aprender de las lecciones del pasado para garantizar una ejecución impecable. El tiempo dirá si Tailandia puede capitalizar el poder de la Fórmula 1 para impulsar su economía hacia una nueva era de prosperidad, con el apoyo de su ídolo nacional, Alex Albon.