Hace unos años, Eva Sanz, coordinadora de Contenidos de Entretenimiento de Boomerang TV, contaba en una entrevista que en un buen casting de un reality “lo que nunca puede faltar es el villano”. “España quiere parecerse al bueno, pero le gusta más cómo piensa el villano”, sentenciaba esta profesional, que tiene buen ojo para el tema, como demostró en espacios como MasterChef y Pekín Express.
El villano de un concurso de telerrealidad es el que echa la sal y la pimienta al asunto, aunque su presencia incomode. El que prende la mecha para que haya conflictos en unas ocasiones, o es el que cubre todo de gasolina esperando que la chispa salga por sí sola y arda Troya.
Gran Hermano, MasterChef, Operación Triunfo, Traitors, Drag Race España, Pekín Express. Da igual el espacio, todo formato necesita a alguien que sea antagonista, que toque las pelotas. Que, en definitiva, sea un villano. Aunque con ello se juegue la expulsión, o el cariño de sus compañeros (y del público).
En 2023, la televisión estadounidense lanzó al aire un espacio que no solo potenciaba que hubiese villanos, sino que los reunía al más puro estilo de Los juegos del hambre para que se matasen los unos a los otros, en sentido metafórico. Hablamos de House of Villains.
La premisa es sencilla, pero potente: reúne a los villanos más icónicos y polémicos de diferentes reality shows americanos en una sola casa, al más puro estilo Gran Hermano. Allí deberán competir en desafíos semanales por poder, inmunidad y un premio final en metálico, además del llamativo título de “America’s Ultimate Supervillain”.
Aída Nizar, durante la presentación de ‘Gran Hermano’ en 2017.
Gtres
Su mecánica es diferente a la de otros realities, donde todos nominan y la audiencia decide. El ganador de la semana recibe inmunidad, y tiene el poder de nominar a tres rivales para la expulsión. Los nominados compiten en un desafío, y quien gana, se salva. Al final, los dos restantes se someten a la votación del grupo para ser expulsados de la casa.
Esta mecánica resulta muy interesante, porque no requiere ver una vida en directo, al estilo de Gran Hermano. Como la última palabra la tienen los habitantes, es perfectamente compatible con una emisión en diferido, ya sea en televisión en abierto o a través de plataformas.
En definitiva, se trata de un formato donde las alianzas, traiciones, manipulación y estrategias están a la orden del día. Donde sabes que cualquiera, literalmente, te la puede jugar, ir a por ti, intentar sacarte de tus casillas o ponerte a todos en contra.
La televisión española ha demostrado tanto su apetito por los realities como su talento para adaptarlos y convertirlos en fenómenos nacionales. Los formatos que exploran la convivencia, el conflicto y la personalidad funcionan especialmente bien en audiencias masivas, ya tengan una mecánica en la que la simple convivencia sea suficiente o en la que haya que ganar retos físicos o artísticos.
España cuenta con su propia cantera de villanos televisivos, protagonistas de polémicas en realities como Gran Hermano, Supervivientes, Mujeres y Hombres y Viceversa, El conquistador, La isla de las tentaciones o MasterChef. Reunirlos sería garantía de audiencia y conversación social. Y no importa que cada uno venga de un formato de una cadena diferente. ¿Acaso no pesca Telecinco en sus realities en producciones de RTVE como Maestros de la costura, o incluso de Netflix, como sucedió con Insiders?
Más allá de la convivencia, el poner el matiz de que todos son villanos añade una nueva capa de humor a la cosa. Será la primera vez que un antihéroe se premie por la puerta grande, y garantiza contenido viral, conversación en redes sociales y momentos de pura televisión.
¿Quién podría formar parte de un hipotético casting de La casa de los villanos en España? Que cada uno haga sus apuestas. Pero la lista de concursantes que han puesto al borde de un ataque de nervios al de al lado es amplia. Desde Aída Nízar, da igual el programa en el que estuviese, hasta Hugo Castejón en GH VIP, pasando por Saray de MasterChef, el Eduardo Navarrete de la primera edición de Maestros de la costura, Isaac ‘Lobo’ de La isla de las tentaciones, algún triunfito que fue capaz de llegar a las manos con un compañero. O incluso María José Galera, que fue la primera gran villana de los realities españoles, y Maite Galdeano, quien fue su fugaz compañera en El Contraclub de GH 2017.
A veces, la percepción del público de que alguien parezca villano puede ser cuestión de cómo se ha editado el programa. “Se dicen muchas cosas, pocas veis vosotros, y pocas veces acaban sabiéndose. Porque al final también a veces ni te expresas bien porque estás con muchos nervios, o con mucho cansancio. Yo no creo que tenga ningún edit, yo no me he visto como ninguna villana”, aseguraría Pitita, ganadora de Drag Race España a BLUPER, cuando consiguió su corona sobre si se sentía la villana de su temporada.
Pitita, en la gran final de ‘Drag Race España 3’.
“Decirle un par de opiniones sobre dos cosas a alguien no me parece ser ninguna villana. Y decir que el vestido de tu compañera me parece un poco de mal gusto, me parece la cosa más absurda y banal del mundo. A nadie le tendría que preocupar tanto mi opinión, ni que a mí no me guste algo”, sentenció entonces la reina catalana.
En definitiva, House of Villains aportaría frescura y espectáculo a la parrilla nacional, y permitiría jugar con el lado más desenfadado y provocador de la cultura de la realidad. Si algo caracteriza a la televisión española, es su capacidad para buscar siempre nuevas vías de enganchar, emocionar y divertir a los espectadores, y este formato encaja de manera perfecta en esa corriente. Y, además, descubriremos si, como se suele decir, que ni los malos son tan malos, ni los buenos, tan buenos.