Tengo un recuerdo nítido de la tarde que mi abuelo Juan Bas me llevó al cine Vistarama de Bilbao para ver ‘Espartaco’ (Stanley Kubrick, 1960). … Era 1971, tenía once años y me encantó la elegante sala con pantalla gigante para películas rodadas en 70 mm, como aquella. ‘Espartaco’ me dejó con la boca abierta, sin que nada me dijese entonces el nombre del guionista que la había escrito, Dalton Trumbo, ni la novela de Howard Fast en que se basaba, la cual leí mucho después. Fast, al igual que Trumbo, era militante del Partido Comunista de Estados Unidos, que era legal; también fue inscrito en la lista negra y privado de firmar su trabajo. Dos años después vi ‘Johnny cogió su fusil’ (1971, estrenada en España en 1973), la única película que dirigió Trumbo, a partir de su propia novela, y me informé de quién era aquel prestigioso guionista y de su historia de penado con cárcel y ostracismo profesional por mantener la coherencia y su integridad ante el Comité de Actividades Antiamericanas de la caza de brujas, alentado por los grupos de presión de extrema derecha y anticomunistas. Para escribir este artículo, he vuelto a ver la notable película ‘Trumbo’ (Jay Roach, 2015), a quien encarna el excelente actor Bryan Cranston (que se hizo muy conocido como protagonista de la serie ‘Breaking Bad’); Diane Lane está así mismo muy bien en el personaje de la abnegada esposa.

Dalton Trumbo era a finales de los cuarenta el guionista mejor pagado de Hollywood. La guerra fría con la Unión Soviética, tras la Segunda Guerra Mundial, desató la paranoia de miedo al espionaje y a las maquinaciones comunistas contra Estados Unidos. Fue duro el caso del matrimonio Rosenberg, acusado de espiar para Rusia revelando información sobre la bomba atómica. Los ejecutaron en la silla eléctrica en 1953. El miedo infundido a una sociedad es un clásico espantajo de agitación manipuladora dirigido desde el poder para restringir libertades civiles o justificar una guerra invasiva; suele ir acompañado de una ola popular de patriotismo o más bien patrioterismo, como sucedió después del atentado de las torres gemelas. Ahora, Trump no necesita subterfugios. Él es el espantajo que infunde el miedo con decisiones tan arbitrarias, absurdas y peligrosas como las del psicópata emperador Calígula.

Al salir de la cárcel su nombre fue borrado hasta que lo reivindicaron en ‘Éxodo’ y ‘Espartaco’

El senador republicano Joseph McCarthy impulsó en 1950 la caza de brujas y Trumbo, junto con otros guionistas, los Diez de Hollywood, tuvo que comparecer ante el Comité. Acogiéndose a sus derechos civiles se negó a responder si era o no miembro del Partido y a dar nombres de militantes. Las estrellas se posicionaron. Bogart, Lauren Bacall o Danny Kaye, en contra, de manera pública. John Wayne o Gary Cooper, a favor. Elia Kazan aceptó dar nombres de simpatizantes comunistas de la profesión. Una de sus grandes películas, ‘La ley del silencio’ (1954), con Marlon Brando, no deja de ser la justificación de un delator. Cuando en 1999, la Academia le concedió un Oscar honorífico por su carrera, no todos los presentes en la sala se levantaron.

Además de la cárcel, cuando Dalton Trumbo salió fue borrado por todos los estudios de Hollywood: su nombre no podía aparecer en la pantalla. La poderosa arpía ultraderechista Hedda Hopper (magníficamente interpretada por Helen Mirren), cuyas columnas sobre cineastas podían encumbrar o hundir, fue una de las mayores intrigantes contra Trumbo. Dalton trabajó como negro o con nombres ficticios y mal pagado en películas de serie Z. Vio como otro o nadie recogía los dos Oscar que le correspondían por los guiones de ‘Vacaciones en Roma’, la famosa comedia de William Wyler de 1953 con Audrey Hepburn y Gregory Peck, y ‘El Bravo’ (Irving Rapper, 1956). Hasta que Otto Preminger en ‘Éxodo’, y Kirk Douglas, que era el productor de ‘Espartaco’, reivindicaron en 1960 su nombre y, en contra de las presiones, le dieron su crédito en esas dos superproducciones. Es de lo mejor de ‘Trumbo’ cuando está en el estreno de ‘Espartaco’ y ve con emoción aparecer su nombre en la gran pantalla como guionista de la película, el cual se refleja en los cristales de sus gafas. No poder firmar tu trabajo tiene que resultar demoledor. Poco después de la recuperación profesional de su nombre, le hicieron una entrevista televisiva en la que pudo revelar lo que en el mundillo era un secreto a voces: que él había escrito los guiones de ‘Vacaciones en Roma’ y ‘El Bravo’. Dalton Trumbo fue resarcido en su honor, pero el daño que sufrió a lo largo de tantos años no era recuperable.