Tarde o temprano, casi todas las mujeres atraviesan el mismo umbral invisible: el fin del ciclo menstrual y el comienzo de una etapa distinta. La menopausia llega acompañada de síntomasque con frecuencia se ocultan, se confunden o se cargan en silencio.
La doctora Maite Fernández (@dramaitefernandez) , ginecóloga y sexóloga, pone sobre la mesa una verdad incómoda: la menopausia puede ser el detonante de riesgos invisibles, especialmente para el corazón. “Las mujeres también nos morimos de infartos y de trombosis, realmente”, advierte. “Ahora mismo sigue siendo la primera causa de muerte en mujeres. Estamos protegidas hasta la menopausia gracias a los estrógenos, pero el peligro aumenta al dejarlos de producir”.
El reloj hormonal y sus consecuencias
Fernández explica que muchas no saben que la protección cardiovascular natural que ofrecen los estrógenos desaparece tras la menopausia. “La falta de estrógenos hace que aumente nuestro riesgo cardiovascular”, señala. No solo el corazón se ve afectado: también los huesos, el cerebro, el sueño, el deseo sexual y la energía vital.
Y es que los ovarios no solo regulan la fertilidad: “Son una fábrica de hormonas que marca el resto de la vida de las mujeres”, afirma. Desde los 35 años, incluso con reglas regulares, pueden comenzar los primeros síntomas de la llamada perimenopausia, esa etapa previa en la que el cuerpo empieza a advertir cambios hormonales sin previo aviso.
Síntomas que no deberías normalizar
Los síntomas más comunes incluyen sofocos, insomnio, cansancio, niebla mental, irritabilidad, disminución de la libido y sequedad vaginal. Pero muchas mujeres lo atribuyen al estrés o al paso del tiempo. “Nos acostumbramos a vivir mal. A ir cansadas, a no tener deseo sexual, a la sequedad… Y lo asumimos como algo con lo que hay que vivir. Pero no tiene por qué ser así”, insiste la doctora.
Fernández es clara cuando se le pregunta quién debería considerar la terapia hormonal: “Entendiendo todo esto, toda la que pueda. Si hay síntomas, yo lo veo clarísimo”. La terapia hormonal sustitutiva ha sido demonizada durante años, pero hoy los estudios actuales permiten una visión más equilibrada y segura.
Hormonas sin miedo
“Hay un poco de hormonofobia que viene tanto de los médicos como de las propias mujeres”, comenta. “Hace 20 años se publicó un estudio que asustó a muchas personas, pero hoy sabemos que fue malinterpretado. Si se hace un seguimiento correcto y se personaliza el tratamiento, la terapia hormonal es más segura de lo que pensamos”.
Fernández defiende que el bienestar físico, sexual y emocional de la mujer durante esta etapa debe abordarse de forma integral. “Hay que buscar un profesional que escuche y que te prescriba una terapia que te funcione, que te haga seguimiento y que esté contigo”.
El corazón, los huesos y la mente
Más allá del alivio de los síntomas, el tratamiento también puede prevenir complicaciones graves. “Está bastante demostrado que una mujer con menopausia precoz, si no hace terapia hormonal, tiene menos esperanza de vida”, explica.
La falta de estrógenos puede desencadenar enfermedades cardiovasculares, osteoporosis, incontinencia urinaria, dolor durante las relaciones sexuales y hasta deterioro cognitivo. “El orgasmo es solo la guinda del pastel”, reflexiona Fernández, “pero lo más importante es la excitación, esa fase larga que muchas mujeres pierden con los cambios hormonales”.
Vivir mejor, no sobrevivir
La clave, para Fernández, no está solo en la medicina, sino en el enfoque. “No se trata solo de tratar la menopausia. Se trata de vivirla bien”, concluye. Alimentación adecuada, ejercicio, control del estrés y una sexualidad consciente son aliados imprescindibles.
La menopausia no es el fin, sino el comienzo de una nueva etapa. Y como toda transición, puede ser incómoda o liberadora. Con información, acompañamiento y decisiones bien guiadas, también puede ser la etapa más sabia y poderosa de la vida.